PAREJAS ROCK

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


 

Parejas rock, mundos irreconciliables

 

Las parejas deben discutir (“Couples Must Fight”; Jonathan Richman)

 

El culto a la celebridad domina la cultura popular. Si hace no mucho una estrella del rock nos empujaba a aspirar vagamente a un estilo determinado de vida, hoy en día conocemos perfectamente hasta el contenido de sus cubos de la basura.

 

Últimamente, además, parecen estar de moda las relaciones entre dos músicos con la consiguiente persecución de las publicaciones periódicas de color rosa. Además, comportamientos como los de Phil Collins, quien se separó de su primera mujer por correo, de la segunda por telex y de la tercera por fax, no ayudan precisamente a pasar desapercibidos.

 

En los primeros tiempos del rock’n’roll, la historia giraba alrededor de los hombres. Conocida es, por ejemplo, la historia de la noche de bodas en la que David Bowie convenció a su mujer Angie para que participara otra mujer. Entonces, las parejas rock no eran, precisamente, un modelo a seguir, a menos que se tomase a Paul y Linda McCartney como referencia.

 

Hoy, la situación y la posición de la mujer en este tipo de relaciones han cambiado sustancialmente, pero no dejan de producirse situaciones, cuando menos, llamativas. Repasemos su evolución a través de alguna de las historias más curiosas.

 

 

*     ABBA: Anni-Frid y Benny, Björn y Agnetha. ABBA. Los dos músicos, Benny y Björn, contrataron a dos cantantes de sesión en 1972 en Estocolmo, Anni-Frid y Agnetha, para ayudarles con su primer disco, y acabaron casándose con ellas, convirtiéndose, a continuación, en el grupo pop más exitoso de la historia. En 1979, después de tres niños y múltiples desavenencias, Björn y Agnetha se divorcian. Dos años más tarde, Anni-Frid y Benny hacen lo propio, argumentando que “si el grupo ha podido sobrevivir a un primer divorcio, podrá también con el nuestro”. No tardaron ni doce meses en disolver el cuarteto.

 

 

*     Annie Lennox y Dave Stewart (Eurythmics). Se conocieron en 1976 en el restaurante en el que ella trabajaba como camarera. Empezaron como The Tourists. Cuando llegó el momento de formar Eurythmics, decidieron romper la relación. “Fue escoger entre nosotros o el grupo”. Su debut, Sweet Dreams, se nutría de la ruptura. La separación de 1990 sólo tuvo en cuenta las diferencias musicales. Volvieron a juntarse en 1999, resolviendo sus desavenencias a cambio de llevarse una buena tajada económica.

 

*     Björk y Goldie. Björk y Tricky. Por su comportamiento, podría dar la impresión de que Tricky tenía buenas credenciales como pandillero pero, que se sepa, al menos no las ha utilizado en un par de ocasiones. En aquel momento, Goldie y Björk eran pareja. Tricky había invitado a Björk a grabar dos canciones de su disco Pre-Millennium Tension. Los rumores de un romance no se hicieron esperar. Goldie telefoneó a Tricky para concertar una pelea en Londres, pero éste no le hizo caso. Cuando Tricky se dejó caer por el club Roxy de Nueva York, donde Goldie estaba pinchando, un fotógrafo intentó retratarlos juntarlos. “¡Intentó pegarme!”, recordaba después Tricky. “Le contesté que de ninguna manera iba a salir a la calle a tirarme por los suelos con él. ¡Yo llevaba puesto un vestido!”

 

*     Bob y Rita Marley. Lo vivieron todo juntos, desde sus comienzos en una chabola, pero, cuando a él le llegó el éxito, siguieron juntos aunque en viviendas distintas. Bob Marley se permitió vivir con otras amantes, pero no dejó que Rita hiciera lo mismo. Aun así, Rita Marley fue la que le educó a alguno de sus hijos extramatrimoniales. En su autobiografía, Rita habla también de agresiones sexuales cuando ya estaban separados.

 

*     Boy George y Jon Moss (Culture Club). Se conocieron en los primeros 80 y decidieron formar un grupo juntos, Culture Club. Boy George ponía la imagen y cantaba, mientras que Jon Moss era el batería. Permanecieron juntos seis años. Rompieron por las presiones de las giras, las drogas y el resentimiento de Jon por el éxito de su compañero. “Era imposible seguir y ser como Abba”, comentó Boy George. “Él solía decirme: ‘Eras un don nadie cuando te conocí, así que no me traigas nada de esa mierda de Boy George’”.

 

 

*     Cher y Sonny. Cher y Gregg Allman (Allman Brothers). Sonny y Cher se conocieron en un café cercano al lugar en el que Cher, con 16 años y sin trabajo, acababa de grabar su primera canción. Sonny Bono era ya una institución y se convirtió en su mentor. Durante los primeros meses compartieron casa, pero no la cama. Cuando la madre de Cher descubrió la situación, ella le declaró su amor a Sonny. Años más tarde, se separaron entre revelaciones en público de infidelidades. Cher se casó con Gregg Allman sólo tres días después de su divorcio, y con él vivió intensamente la adicción de éste al alcohol y las drogas. Dos años duró su matrimonio, no sin antes dejar grabado un álbum a dúo del que hoy no quiere oír hablar ninguno de los dos: Allman And Woman (Allman y señora). Tras pasar por una etapa como corista de Meat Loaf, Cher recuperó en los 80 su independencia y el éxito comercial en su carrera.

 

*     Chrissie Hynde (The Pretenders) y Ray Davies (The Kinks). Chrissie Hynde y Jim Kerr (Simple Minds). Jim Kerr y Patsy Kensit (Eight Wonder). Patsy Kensit y Liam Gallagher (Oasis). Liam Gallagher y Nicole Appleton (All Saints). Liam Howlett (The Prodigy) y Natalie Appleton (All Saints). Chrissie Hynde convivió en los primeros tiempos de The Pretenders con su guitarrista, James Honeyman-Scott. En la gira norteamericana de 1980, Chrissie conoció a su ídolo, Ray Davies, líder de The Kinks, del que ya había grabado un par de versiones: “I Go To Sleep” y “Stop Your Sobbing”. Su idilio no gustó nada a su antiguo amante, quien un buen día la emprendió a golpes con Ray Davies. Aun así, siguieron adelante y se casaron; en un primer intento, el juez rehusó celebrar la ceremonia porque Chrissie y Ray no dejaban de discutir. Tras la anunciada separación, Chrissie se unió a Jim Kerr, entonces líder de unos Simple Minds en su momento de más gloria. Al romper, a causa de la nueva relación de Chrissie Hynde con Ali Campbell de UB40, Jim Kerr se unió a Patsy Kensit, la rubia cantante de Eight Wonder y actriz de, por ejemplo, Beltenebros, de Pilar Miró. Tras esta ruptura, Patsy Kensit se casó con Liam Gallagher, cantante de unos recién llegados Oasis. Después de repetidas broncas aireadas por los medios y la consiguiente separación, Liam se unió a Nicole Appleton, de All Saints. Su hermana Natalie está casada con Liam Howlett, de Prodigy. Éste es, hasta ahora, el último capítulo de esta curiosa cadena.

 

*     Elvis Costello y Cait O’Riordan (The Pogues). En 1985, Costello produce el segundo álbum de The Pogues y se enamora de su bajista, Cait O’Riordan, divorciándose de su primera mujer, Mary Costello. “Somos los Sonny y Cher de los 80”, aseguró, “y yo soy Cher”. Blood And Chocolate, su disco de 1986, hablaba de su experiencia con canciones como “I Hope You’re Happy Now” (“Espero que seas feliz ahora”) y “I Want You” (“Te quiero”). Mientras duraba su matrimonio con Mary, Costello ya había tenido una relación con la famosa groupie Bebe Buell, pareja en su día de Steven Tyler y madre de la actriz Liv Tyler. Recientemente, Costello se ha divorciado de Cait O'Riordan para casarse con la diva canadiense del jazz Diana Krall. Su disco North, tres lustros después, vuelve a reflejar una situación similar, aunque esta vez cambiando el rock’n’roll de entonces por el jazz.

 

*     Gwen Stefani (No Doubt) y Gavin Rossdale (Bush). Seguro que la vida de Gwen Stefani cambió completamente el día que descubrió que su pareja durante 10 años, Gavin Rossdale, tenía una hija de 15 años con Pearl Lowe, anteriormente cantante del grupo británico Powder. Pero no acabó todo ahí: Pearl Lowe, casada con el bajista de Supergrass Danny Goffey, admitió haber practicado el intercambio de parejas con el actor Jude Law y su esposa Sadie Frost durante unas vacaciones en Grecia. Los lazos imprevistos -o, mejor dicho, el intercambio de fluidos acabaron por unir a la aspirante a actriz Gwen Stefani con la estrella Jude Law. Sorpresas te da la vida.

 

*     Ike y Tina Turner. Cualquiera que haya visto la película sobre la historia de Tina Turner, tendrá una idea suficientemente aproximada de qué sucedió. Por supuesto que es sólo una de las dos versiones de lo ocurrido, pero probablemente no difiera mucho de la cruda realidad. Se conocieron en 1958 y ella pasó a formar parte de su banda. Aunque no le gustaba especialmente -“era como dormir con mi hermano”, aseguró-, iniciaron una relación. Poco después empezaron los abusos. “Era su única herramienta. Mi ojo izquierdo estaba negro todo el tiempo y mi nariz rota”. Tras abandonarlo, Tina tuvo una segunda juventud como estrella de grandes estadios.

 

*     Jennifer López y Puff Daddy. O cuando es más importante lo que digan de ti en las revistas que tu carrera musical. El día en que Jennifer tuvo que escoger entre su amor y su trabajo, entre su pareja y su reputación, justo cuando Puff Daddy estaba siendo procesado por haber disparado un arma, Jennifer lo tuvo claro: los negocios van primero, así que no le costó mucho decirle adiós. Rompió la relación un 14 de febrero, día de San Valentín.

 

*     Joan Baez y Bob Dylan. Fue Joan Baez, la heroína de la escena folk en aquel momento, la que invitó a un entonces desconocido Bob Dylan a participar en el Festival Folk de Newport en 1963. Además, convirtió las canciones del que ya se había transformado en su nuevo novio en el pilar de sus recitales en directo. Al poco tiempo, los papeles cambiaron: Dylan se convirtió en una estrella por derecho propio, dejando atrás la escena folk por una vida en el más revuelto mar del rock’n’roll. Quien debería estar agradecido, no lo demostró en público, y el documental Don’t Look Back muestra sin rodeos el desprecio con el que Dylan trató posteriormente a Joan Baez.

 

*     John Lennon y Yoko Ono. Su relación, que estalló bajo el escrutinio público, estaba por encima de todo. Por desgracia para ella, Yoko Ono siempre será recordada por la parte negativa. Después de ser la causa del primer divorcio de John Lennon y, para algunos, de la separación de The Beatles, en los 70 Yoko se hizo con el control de la relación. Mientras se relacionaba con otros hombres en Nueva York, Yoko proveía a John de las amantes que ella creía que no se iban a interponer en su relación, controlaba sus llamadas, escogía sus amistades y le programaba sus actividades. Además, tuvieron que pasar por varios abortos, el rapto de la hija de Yoko y el intento de deportación del gobierno Nixon -en el mismo momento en que a Yoko Ono se le otorgó el permiso de residencia definitivo en los EEUU, a John Lennon le dieron 60 días para abandonar el país-. Y, a pesar de todo, siguieron juntos hasta el final.

 

*     Johnny Cash y June Carter Cash. En 1966, cuando se conocieron, la carrera de Johnny Cash, cantante country que tenía una vida más rockera que la mayoría de artistas de este estilo, estaba hecha trizas, en especial debido a su adicción al alcohol y las anfetaminas. Ella lo sacó del pozo y compuso con él dos de sus grandes himnos: “I Walk The Line” y “Ring Of Fire”. Agradecido, Johnny Cash se le declaró en 1968 en el escenario, delante de una sorprendida audiencia.

 

*     Justine Frischmann (Elastica) y Brett Anderson (Suede). Justine Frischmann y Damon Albarn (Blur). La futura arquitecta Justine Frischmann se encontró con el estudiante de arte Brett Anderson en la universidad a principios de los 90. Ella deja de estudiar, se mete en Suede y, poco después, abandona a Brett por Damon Albarn, de Blur. La mitad de las canciones en el disco homónimo de debut de Suede hablaban de aquella ruptura, especialmente “Animal Nitrate”, que Brett escribió, según los rumores, cuando ella regresó a casa con marcas por toda la espalda después de dormir con Damon. Justine le contestó con “Never Here” en el debut homónimo de Elastica. Más tarde, Damon Albarn aireó la ruptura de su relación en 13. En esta ocasión, ella comentó que no le había gustado nada, pero no tuvo ocasión de responder porque Elastica ya no existía como grupo.

 

*     Kurt Cobain y Courtney Love. Según Courtney Love, “congeniamos hablando de productos farmacéuticos”. Podría parecer la pareja perfecta, por cuanto sus gustos coincidían en lo musical y en sus vicios secretos. Sin embargo, cuando Kurt Cobain se suicidó, llevaba varias semanas sin ver a su mujer. Estaba claro que la fama era lo que ella buscaba y lo que, al mismo tiempo, él aborrecía, por lo que entre ellos el abismo fue creciendo. Días después del suicidio de Kurt, y entre rumores de relaciones de Courtney Love con Evan Dando y Trent Reznor, Hole editó un disco de nombre más que aclaratorio: Live Through This (Vivir con todo esto).

 

*     Lisa-Marie Presley y Michael Jackson. Nadie se creyó su boda. La hija de Elvis buscaba iniciar su carrera con el apoyo de Michael y él buscaba distanciarse de las acusaciones de abusos a menores. En público siempre intentaban demostrar, sobreactuando, que su matrimonio era de verdad, aunque cada uno vivía en su mansión. El día que Lisa fue con sus hijos de visita a Neverland, la mansión de Jackson, y se vio rodeada de monos y otras excentricidades, puso fin a la relación. No habían pasado ni doce meses.

 

*     Marianne Faithfull y Mick Jagger. Al principio, todo marchaba bien entre ellos, tanto que Jagger y Richards le compusieron a Marianne Faithfull varias canciones, incluyendo la más recordada de todas las que grabó, “As Tears Go By”. En 1967, Jagger y Richards fueron detenidos en una redada en la casa de campo del segundo, impulsada por periodistas que trabajaban para el periódico News Of The World, propiedad de Robert Murdoch. Según se dijo, cuando abrió la puerta, Faithfull estaba desnuda, con sólo una colcha persa alrededor. Jagger y Faithfull siguieron como pareja hasta finales de 1969, cuando viajaron a Australia para el rodaje de Ned Kelly. Allí, Faithfull sufrió una sobredosis de pastillas para dormir. La relación se terminó cuando fue enviada a casa en Inglaterra para recuperarse, mientras Jagger iniciaba una relación con la novia de Keith Richards, Anita Pallenberg.

 

*     Ozzy y Sharon Osbourne. La primera relación de Ozzy Osbourne había acabado súbitamente después de que éste disparase contra las gallinas de su mujer en una tarde de borrachera. A continuación se casó con Sharon, hija de su mánager Don Arden. Ésta le compró el contrato a su padre para sacárselo de en medio y convertirse ella en la responsable de la carrera de su marido. Más difícil fue acabar con sus vicios. En 1982, Sharon puso toda la ropa de Ozzy bajo llave, para impedirle marcharse de borrachera. Ozzy salió vestido con la ropa de su mujer y acabó en prisión por aliviarse contra un monumento de Texas, bajo la atónita mirada de dos agentes de la policía que lo detuvieron diciéndole: “Cuando meas en El Álamo, estás meando contra todo el Estado de Texas”. Al preguntarle que pensaría si ellos fuesen a orinar en el Palacio de Buckingham, Ozzy les respondió: “Buscaros la vida. ¡Me importa un bledo!”. En otra ocasión, pasó tres días “hablándole a un caballo” y le envió a su mujer todo su pelo rapado por correo, tras varias jornadas ‘de viaje’ con diferentes drogas. Más tarde, al ingresar en la clínica Betty Ford para desintoxicarse, lo primero que hizo fue preguntar dónde estaba el bar. Tras intentar estrangular a su mujer en una nueva borrachera y ser detenido, Ozzy dejó la bebida. Hoy es más famoso por el programa Los Osbourne, en el que ambos y dos de sus hijos se dejan seguir por las cámaras de televisión las 24 horas al día.

 

*     Patti Smith y Fred “Sonic” Smith. No es que ella cambiase su apellido al contraer matrimonio, porque ya lo compartían antes. Sin embargo, cuando se casaron en 1980, ella dejó su meteórica carrera en el rock para vivir con el que había sido guitarrista de los legendarios MC5 y, sobre todo -quién lo diría de ella-, cuidar a sus hijos y su huerta. En 1988, Patti Smith reapareció fugazmente con el disco Dream Of Life, pero no fue hasta la muerte de Fred que Patti Smith volvió al mundo de la música a tiempo completo.

 

*     Paul y Linda McCartney. Modelo de estabilidad en el cambiante mundo del rock, no merecen demasiada atención como pareja sentimental. Sin embargo, como pareja musical sí tienen algo que los convierte en interesantes, gracias, sobre todo, a los técnicos de sonido de sus actuaciones en directo, quienes ocultaban veladamente las aportaciones de Linda en Wings para que la mujer de Paul no enrojeciera de vergüenza. Aun así, en una ocasión decidieron aislar su voz en la interpretación de “Hey Jude”, y subirle el volumen, quedando para siempre en entredicho su papel en la banda. 

 

 

*     PJ Harvey y Nick Cave. Ninguno de los dos confirmó nunca su relación, pero tampoco hubo la menor duda, sobre todo cuando Nick Cave acabó reconociendo que las canciones de las que más se arrepentía eran aquellas de The Boatman’s Call en las que hablaba en primera persona. La destinataria, la chica del ‘pelo negro’, era PJ Harvey. Ella conoció a Cave a través de Mick Harvey, el guitarrista de los Bad Seeds, quien había participado en el disco de PJ Harvey To Bring You My Love. Después de reconocer que admiraba su trabajo y que sería interesante conocer a alguien del ‘mismo planeta musical’, PJ Harvey cantó con Nick Cave en el disco de éste Murder Ballads. Su dueto “Henry Lee” era una de las pocas historias en las que el personaje de Nick Cave era asesinado por una mujer. El vídeo los mostraba abrazándose y besándose. Su tormentosa relación se podría resumir en el par de líneas de “People Ain't No Good” (“La gente no es buena”), una de las canciones de The Boatman’s Call: “Envía una docena de lirios para nuestro amor, envía un ataúd de madera para nuestro amor”.

 

 

*     Rickie Lee Jones y Tom Waits. Ya llevaban unos meses juntos, pero todo se oficializó al aparecer Rickie Lee Jones en la contraportada del disco Blue Valentine junto a su autor, Tom Waits, en 1978. Se habían conocido en el Club Tropicana de Los Ángeles, incluso antes de que Rickie Lee Jones hubiese cantando nunca allí, en la época en la que ella dormía bajo la conocida señal de las montañas de Hollywood y trabajaba como camarera. Durante una temporada vivieron y lo bebieron todo juntos, pero su separación llegó tras el éxito del primer disco homónimo de Rickie Lee Jones. Tom Waits llevaba ya seis discos editados, giras por medio mundo y aún no había conseguido el menor éxito. En 1979, Waits se mudó a Nueva York y, poco después, en 1980, ya se había casado con Kathleen Breenan, coautora de muchas de sus canciones. A Rickie Lee Jones le costó más superar su ruptura y su siguiente disco, Pirates, estaba basado en la experiencia.

 

*     Tammy Wynette y George Jones. Fueron la primera pareja oficial del country y grabaron como dúo canciones como “Loving You Could Never Be Better” -“Nunca podrá haber nada mejor que amarte”-. El título poco tenía que ver con la realidad, ya que Tammy tuvo que aguantar seis años de matrimonio con un George Jones dedicado enteramente a su adicción al alcohol. Harta, un día tiró todas las botellas que quedaban en su casa y se llevó las llaves del coche. Él, ni corto ni perezoso, agarró su cortacésped, justo como el protagonista de Una historia verdadera de David Lynch, y a una velocidad de ocho kilómetros por hora se marchó a la licorería más cercana a darse un homenaje.

 

*     Traci Lords y Marilyn Manson. Evidentemente, Traci Lords será siempre recordada en primer lugar por su papel de reina del porno, con sus más de cien películas rodadas en un par de años, antes de cumplir los 18, gracias a haber falsificado su documentación. Pero también grabó un aceptable disco electrónico, 1000 Fires, y colaboró con Manic Street Preachers cantando “Little Baby Nothing” en su primer disco. Aquí aparece por su relación con Marilyn Manson, algo que éste reconoce en su autobiografía. No fue la última actriz porno con la que se relacionó Marilyn Manson, ya que después tuvo como pareja a Dita Von Tese, protagonista, entre otras, de Pin-Ups 2, del esteta Andrew Blake. Ginger Lynn, la otra gran estrella del porno de los 80, aguantó tres años al lado de Billy Idol, proporcionándole, al menos, el título de su disco Charmed Life (Vida encantadora).

 

*     Whitney Houston y Bobby Brown. Cuando se casaron, el 18 de julio de 1992, muchos predijeron que su matrimonio no duraría mucho, a pesar de que a los invitados a su boda les regalaron una bolsa con un trozo de su tarta y una nota que decía:  ‘Pon esta tarta debajo de tu almohada y sueña con nuestro amor verdadero.’ El caso es que siguen juntos pero… ¡a qué precio! Desde entonces, Whitney Houston no ha vuelto a tener carrera comercial destacable y todo parece que se debe a su desmedida afición por las drogas, que comparten desde que se conocieron. Son también célebres sus peleas en su casa de Atlanta, con Brown detenido en más de una ocasión, o la que protagonizaron en un aparcamiento público de Hawai en 1997, así como sus reiterados ingresos en la clínica Betty Ford para desintoxicarse o la expulsión de la cantante de la ceremonia de los Oscar en el 2000. Un año antes, Whitney Houston había comparecido junto a su marido en televisión para reconocer su adicción a las drogas. En la extraña entrevista, denegó que consumiera crack. “El crack es barato. Gano demasiado como para fumar crack”, aseguró. Cuando le preguntaron si era anoréxica o bulímica, dijo: “Whitney no va a ser gorda. ¡Nunca!” Tras quejarse de que la prensa se metía en sus asuntos privados, no tuvo reparos en comentar sus implantes en los pechos.

 

Xavier Valiño
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DIAMOND DOGS 2005

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

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ARTÍCULOS 2005


 

Diamond Dogs en directo

(Sala Capitol, Santiago de Compostela, 5 de febrero de 2005)

 

 

         Nos habían avisado antes, para recordárnoslo más que nada, porque muchos ya lo sabían de anteriores visitas -y de sus discos también-: Diamond Dogs no tienen nada que ver con la escena de garage de los países nórdicos.

 

         Por si a alguien le sirve la comparación, para todos aquellos que no vimos en su día a los Faces -que levante la mano el que los haya visto por aquí; nadie, claro-, Diamond Dogs son el mejor sustituto hoy en día.

 

Algunos hablan de The Black Crowes -estos no eran más que la penúltima imitación- y, la mayoría de los Rolling Stones. Diamond Dogs se encargaron de aclarar por adelantado que, en la tesitura de escoger entre Mick Jagger y Keith Richards o Rod Stewart y Ron Wood, y aunque adoran a los cuatro, se quedaban con los Faces.

 

Ya sabemos: los Rolling Stones fueron un grupo más importante, pero los Faces eran más divertidos; sonaban como los Stones metidos en bourbon. Y en directo, según ellos, cuando los Faces sonaban bien, eran mejores que los Stones, aunque los Stones eran siempre buenos y más regulares.

 

         Sulo -toda una bestia del escenario como si fuera el mismísimo Rod Stewart de los buenos tiempos- y sus compinches demostraron de nuevo cuál es el rock más clásico, el que bebe y bebía del soul y el rhytm and blues. O sea, que pocas noches de rock’n’roll se pueden vivir hoy mejores que con Diamond Dogs y sí, por supuesto que son mucho más aprovechables en directo -donde no te cuestionas la validez de su propuesta en estos tiempos cambiantes- que en disco.

 

Xavier Valiño

 

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ELVIS PRESLEY 68 COMEBACK SPECIAL

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

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ARTÍCULOS 2005


Elvis Presley, la revolución fue televisada

 

         Cuando en junio de 1968 Elvis Presley grabó un especial de televisión que sería emitido en diciembre de ese mismo año, iba a conseguir, sin ser consciente, dos cosas: salvar su carrera y hacer la mejor música de su vida. 

         “Si buscas problemas, has venido al sitio apropiado,” canta mientras la cámara le apunta buscando sus primeras palabras. Después se sienta en un círculo con un grupo reducido de músicos y un grupo de gente más grande alrededor de ellos, para acabar dejando su sangre por el suelo. 

         Aquella sesión de Navidades prescindió casi totalmente de villancicos y optó por parábolas de un guitarrista nómada. Por primera vez en más de siete años se enfrentó al público en directo, a mujeres y hombres de carne y hueso que, él lo sabía muy bien, se iban a encontrar con algo inesperado, nada parecido a lo que recordaban, nada en absoluto, ya que, desde que le había dado la vuelta al mundo de la música pop y a la cultura norteamericana a mediados de los 50, para la inmensa mayoría Elvis Presley se había convertido en los 60 en un chiste, un empleado de su propia factoría de películas.  

         Nunca había hecho un especial para televisión antes, así que, en un año de extrema violencia, asesinatos -Martin Luther King y John F. Kennedy entre otros- guerras y manifestaciones públicas que pusieron en entredicho como nunca antes el sueño americano, gentes de toda clase conectaron sus televisores a la NBC. Los jóvenes radicales y los oficiales del Gobierno. Los del Norte y los del Sur. Los blancos y los negros. Todos querían saber qué diría Elvis, qué haría. De alguna manera, todos querían saber si Elvis Presley aún existía. 

         Los tres DVDs que ahora se editan con el título de Elvis 68 Comeback Special son el testimonio glorioso de aquel momento: el especial en su integridad, tal y como se emitió el 3 de diciembre de 1968; los dos conciertos enteros que grabó sentado en junio, en los que acomete de forma ruda e improvisada canciones como “One Night”, “Lawdy Miss Clawdy” y “Blue Christmas”, con el público tan cerca que se podía tocar -y, de hecho, lo hace-; las dos actuaciones en un escenario en el que aparece solo, con la banda fuera de imagen; y tres horas y media de material extra con tomas alternativas y números musicales del espectáculo dramatizados, algunos mejores incluso que los que llegaron a emitirse. 

         Se puede sentir el impacto que el espectáculo causó. Elvis está estupendo y lo sabe; se ve cómo disfruta, se palpa su astucia y hasta una cierta guasa. Enfundado en un traje de cuero negro como si hubiera nacido para ello -a veces en solitario frente a la cámara, otras acompañado de su guitarrista Scotty Moore, su batería D. J. Fontana, su amigo Charlie Hodge a la guitarra acústica, que le da la réplica y la aguanta el micrófono cuando Elvis no puede permanecer sentado, su amigo Alan Fortas a las palmas, y Lance LeGault en la pandereta- Elvis cantó sus viejas canciones, aunque no sonaron viejas en absoluto.  

Le puso tanta pasión, tanta emoción -emoción que las grabaciones de estudio como, pongamos por ejemplo, “Blue Suede Shoes”, “One Night”, “Blue Christmas” o “Can’t Help Falling In Love” no tenían-, que cada una se convirtió en algo con personalidad propia por sí misma. De repente, eran más acontecimientos que canciones, en los que cualquier cosa podía pasar y, de hecho, pasaba. Así, en la interpretación conjunta de “Heartbreak Hotel”, “Hound Dog” y “All Shook Up”, un largo aplauso lo detiene todo, con Elvis Presley conmocionado y paralizado durante un momento, sin saber qué hacer o qué esperar.  

         Los conciertos en los que permanece sentado son el pequeño teatro al que todos los artistas quieren volver alguna vez. “¿Estamos en la televisión?” pregunta Elvis a Charlie Hodge en un momento dado. “No,” le dice Hodge, “estamos en un tren que va hacia Tulsa.” Y lo cierto es que cuando Elvis se revuelve cada poco tiempo al interpretar “Baby, What You Want Me To Do” de Jimmy Red, es como si la canción fuese un tren en movimiento hacia Tulsa u otro sitio, o como si él mismo lo fuera. 

         Al principio del especial, Elvis coge la guitarra eléctrica de Scotty Moore; nunca la había tocado en directo antes, pero inmediatamente se afana en los acordes más bajos imaginables, en una música que todos los músicos dicen que cualquiera puede hacer pero que casi nadie hace. En un momento pasa de un verso tranquilo a una conflagración tan poderosa que no parece real. 

         “Dime, cariño, ¿estás sola?,” canta. “No,” le responde una chica del público. Una mujer llora mientras interpreta “Blue Christmas” al tiempo que Hodge le pide que la toque de forma indecente. Ya lo está haciendo: sube montañas y cruza los torrentes de “Tryin’ To Get To You” agitando sus manos, frotando las cuerdas de su guitarra contra sus piernas, sacudiéndola, su cuerpo temblando como una hoja que lleva el viento por el aire. La música sube, baja y sube de nuevo como si acabase de descubrir un nuevo lenguaje, como si esa noche tuviese que decirlo todo porque ya no hablaría jamás. Y, unos instantes después, pasa a la siguiente canción.

Xavier Valiño

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TEENAGE FANCLUB DISCOGRAFÍA

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

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ARTÍCULOS 2005


 

TEENAGE FANCLUB (Discografía)

 

Melodías desde el Norte de Gran Bretaña

 

        Con motivo de la edición de su último disco, Man-Made, hacemos un repaso por la discografía de una de las bandas más importantes de los tres últimos lustros, los escoceses Teenage Fanclub.

 

 

A Catholic Education (Paperhouse / Matador, 1990)

 

 

El debut del grupo le debe más al rock alternativo americano del momento que al power-pop que se convertiría en la marca de la casa. Aquí hay más de Sonic Youth -de quienes se harían grandes amigos-, Hüsker Dü, Dinosaur Jr. o del Neil Young más eléctrico que de Big Star, por poner un ejemplo. Sin embargo, las melodías comenzaban a estar ahí, cubiertas por marañas de guitarras y una producción sucia. “Everything Flows” es su primera gran canción, en un disco en el que Norman Blake se erige como el principal compositor -curiosamente acreditado como Morman Blake-. El álbum, según cuenta el grupo, se financió con la venta de una lavadora y un frigorífico que la vecina de Raymond le dejó en su testamento.


The King (Creation / Matador, 1991)

 

 

El disco que todo el mundo ignora, en buena parte debido a que fue descatalogado nada más editarse, por lo que parece que el grupo tampoco se lo tomó muy en serio. Fue grabado al mismo tiempo que Bandwagonesque, aunque en mucho menos tiempo, con el objetivo de finiquitar el contrato que los ataba con Matador en América. Sus siete instrumentales serían la respuesta del grupo a la presunta dulcificación del sonido del álbum que grabaron al mismo tiempo. No obstante, para que quedase claro que su amor por las melodías no se había quedado por el camino, incluyeron también una versión de “Like A Virgin” de Madonna y de “Interstellar Overdrive” de Pink Floyd. No pasa de ser anecdótico o, mejor aún, de puente entre el sonido de su debut y el que les acompañaría a partir de Bandwagonesque.


Bandwagonesque (Creation / Geffen, 1991)

 

 

         Paradójicamente, cuanto más se alejan de Nirvana, más próximos se sienten. Hay menos deudas con el rock underground estadounidense y aparece la luz en sus canciones, con Big Star como el gran referente -y otros artistas con la B en sus iniciales: The Byrds, The Beach Boys, The Beatles, Burt Bacharach, The Band, Badfinger-. La respuesta crítica en su momento fue similar a la de Nevermind. La gira posterior con el grupo de Kurt Cobain y la coincidencia de símbolos materialistas en las portadas no va más allá: su sonido ya sigue caminos divergentes. Don Fleming, el productor, los convenció para centrarse en las voces, así que las guitarras suenan menos saturadas. Tal vez sea la cima del power-pop de los 90 y la de Gerard Love (él aporta “December”, “Is This Music”·, “Guiding Star” y “Star Sign”). Para el recuerdo la frase que abre el disco: “Viste de cuero adondequiera que va, dice que va a comprar un disco de Status Quo”. Ni ellos mismos se toman tan en serio, a pesar de haber parido un clásico instantáneo.


 

Thirteen (Creation / Geffen, 1993)

 

 

         Tras Bandwagonesque había hambre de canciones del grupo. Escuchado sin ningún antecedente sobre sus autores, no deja de ser un buen disco, como grandes momentos como “Norman 3”, “Commercial Alternative”, “Gene Clark”, “Radio”, “120 Mins”, “Hang On”… En cuanto al sonido, por un lado intentan darle una orientación más rock y, por otro, utilizan más teclados que nunca, violines, cellos, flautas… Sin embargo, no todo resulta como debiera: tras seis meses de grabación, el grupo no disimula al hablar del laborioso proceso y de lo que les ha costado darle forma. En consecuencia, el disco es acogido con mayor frialdad. No es de extrañar, porque superar a su antecesor no estaba al alcance de casi nadie. Las primeras copias incluían seis canciones extra no acreditadas, entre ellas versiones de Phil Ochs y The Flying Burrito Brothers.

 


Deep Fried Fanclub (Paperhouse, 1995)

 

 

         Paperhouse intentó rentabilizar su inversión del pasado en Teenage Fanclub -les ofrecieron su primer contrato nada más formarse-, editando esta colección de canciones grabadas mientras estaban con el sello en 1990, al que añadieron su single para la compañía K de 1992. Aquí están los singles “Everything Flows”, “God Knows It’s True”, varias caras B interesantes para quienes busquen tenerlo todo del grupo y distintas versiones: “The Ballad Of John And Yoko” (The Beatles), “Don’t Cry No Tears” (Neil Young), “Free Again” (Alex Chilton) y “Bad Seed” (Beat Happening). No pasa de ser una curiosidad. La futura colección de caras B mucho más completa que el grupo nos debe será más apetitosa.

 


Grand Prix (Creation / Geffen, 1995)

 

 

         Se impone la democracia en el seno del grupo y a uno le quedan ganas de asegurar que se trata del sistema político perfecto tras escuchar Grand Prix. Para ellos es su mejor álbum, y se podría decir que el referente de todas las grabaciones de la banda, ése que sirve para medir a todos sus otros discos. Si hasta ahora el compositor más celebrado del grupo había sido Norman Blake, Gerard Love y Raymond McGinley se sitúan a su altura. Tanto el sonido como sus emociones se calman para abrazar sus influencias y recrearlas con tino (“About You” remite a The Beatles, “Neil Jung” a Alex Chilton, “Sparky’s Dream” a The Byrds), incluyendo canciones más lentas ausentes hasta el momento de su repertorio como “Tears” o “Say No”. Aún hoy sigue siendo el centro de sus actuaciones. El álbum pop perfecto, que debería ser el rasero por el que todos midieran la palabra pop.

 


Songs From Northern Britain (Creation-Sony, 1997)

 

 

         Tras la reinterpretación acústica de cuatro de sus canciones en el EP Teenage Fanclub Have Lost It (“Don’t Look Back”, “Everything Flows”, “Starsign” y “120 Mins.”) el grupo registra su siguiente álbum. Si la fórmula había salido bien en su anterior disco, valía la pena repetirla. De nuevo con David Bianco en los controles, el disco toma también el modelo acústico del EP para gran parte de sus canciones, con una participación destacada de los teclados. De nuevo se repite el reparto de cuatro canciones por cada uno de los tres compositores, incluyendo parte de las favoritas de la banda y de sus seguidores: “Start Again”, “Ain’t That Enough”, “Can’t Feel My Soul”, “Take The Long Way Round”, “Winter”, “I Don’t Care”… Nada mejor para una soleada tarde de otoño. Junto a Bandwagonesque y Gran Prix, el tercer disco que todo amante del pop debería tener.

 


Howdy! (Columbia-Sony, 2000)

 

 

         El modelo ha cuajado definitivamente y ya sólo queda trabajarlo. Cuatro canciones por cada uno de los tres. Guitarras acústicas y eléctricas casi a partes iguales. Armonías vocales. Melodías. Estribillos. Aquí, además de unos arreglos más ambiciosos, es McGinley el que parece haber mejorado con los años, aportando “The Sun Shines From You”, “I Can’t Find My Way Home”, “Hapiness” y “My Uptight Life”, aunque Gerard Love aporta gemas como “Near You”, “I Need Direction” y “The Town And The City”. Norman Blake no consigue igualar sus logros del pasado. Para cualquier grupo sería un gran disco, pero para Teenage Fanclub se queda por debajo de su trilogía de discos mágicos ya citados.

 

 

Words Of Wisdom And Hope (Geographic / Alternative Tentacles, 2002)

 

 

         Cuando ya parecía que la fórmula no daba más de sí, Teenage Fanclub se descuelga con un disco distinto, el más atípico de su discografía. No es que no tenga nada que ver con el resto de su obra, pero el canon al que nos habían acostumbrado se rompe en este álbum. Evidentemente, hay que contar con que el disco fue grabado a medias con Jad Fair, componente de Half Japanese (y padre de Simon Fair Timony, un niño que, a sus once años, era uno de los mejores amigos de Kurt Cobain, a quien le dedicó “I Love You Anyway” con su grupo The Stinky Puffs, tal vez el homenaje más emotivo al líder de Nirvana). O sea, un álbum a medio camino entre el sonido independiente del americano y el pop de los escoceses. Para algunos podría ser algo así como el regreso del grupo a los días de A Catholic Education, lo que es lo mismo que decir que faltan melodías que enganchen.

 


Four Thousand Seven Hundred And Sixty-Six Seconds: A Shor Cut To Teenage Fanclub (Columbia-Sony, 2002)

 

 

         El disco que sirvió para poner fin a su relación con la multinacional Sony y con una portada que parece sacada de los mejores tiempos del rock sinfónico. Con decir que éste es el único recopilatorio del grupo hasta el momento, estaría todo dicho. Perfecto para quienes quieren iniciarse en el mundo de Teenage Fanclub. Además, al estar recogidas casi todas sus grandes canciones y singles, se puede asegurar sin la más mínima duda que es un disco pop perfecto. Como jugada comercial, incluía tres canciones nuevas, cómo no, una por cada uno de los tres compositores: “The World’ll Be OK” de McGinley, “Empty Space” de Love y “Did I Say” de Blake.

 


Man-Made (PeMa, 2005)

 

 

         Cinco años después de su último disco en estudio, Teenage Fanclub regresan con un nuevo álbum editado en su propio sello discográfico, PeMa. Ya no se deben a nadie ni a nada, ya gozan de la condición de clásicos, ya saben que interpretan a la perfección su libro de estilo, así que sólo queda revestirlo de alguna otra forma. Por eso deciden contar con el productor John McEntire, de forma que el interés, una vez conseguidas las melodías y las armonías, se centre en los arreglos. Por ahí parece que puede estar la única vía de evolución del grupo. Tras cinco años de ausencia, sus canciones se aprecian de nuevo, y hay varias que se pueden sumar a lo mejor de su repertorio sin desmerecer. Lo mejor de todo es que éstas cambian de un día para otro, así que aún se pueden esperar más melodías exquisitas desde el Norte de Gran Bretaña.

 

Xavier Valiño
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FANS OBSESIVOS

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


Fans obsesivos: todo por la fama

Mark Chapman

Tal y como están las cosas, parece que uno no es famoso hasta que no se encuentra a alguien merodeando en su cocina. Le llaman erotomania o el síndrome de Clerambaut, que se define como “un desorden paranoico que hace creer a alguien erróneamente que otra persona, generalmente de un nivel social o laboral más alto, está enamorado de ella.”

No hay más que escuchar la razón que alegaba el seguidor de Madonna, Robert Dewey Hoskins, quien, además de enviarle cartas y llamarla a todas horas para decirle que la quería, entró tres veces en su casa y amenazó con cortarle la garganta “de oreja a oreja” si no lo dejaban estar con su esposa. En el último intento, un guardia de seguridad le disparó. “¡Ella lo empezó todo!,” fue su explicación. Ya en prisión escribió en su celda cuál era su principal ocupación: “EL ACOSADOR DE MADONNA”.

Muchos lo han sufrido y nadie quisiera pasar por ello. Éste es el resumen de alguno de los casos más conocidos de fans realmente obsesionados -y desquiciados- con sus ídolos.

Evidentemente, el más famoso de todos estos fans desquiciados es Mark David Chapman, el asesino de John Lennon, quien, identificado con el protagonista de El guardián entre el centeno y convencido de que Lennon era un vendido, cruzó los Estados Unidos para matarlo en las puertas de su apartamento de Nueva York, no sin antes pedirle un autógrafo. Más adelante reconoció: “Yo era el Sr. Nadie antes de matar a la persona más famosa del Planeta.”

George Harrison estuvo a punto de ser el segundo Beatle asesinado. A finales de diciembre de 1999, un hombre llamado Michael Abram se coló en su casa por la noche y la emprendió a cuchilladas con él y su mujer. La contundente y rápida respuesta de ambos le salvó de una muerte segura. Curiosamente, una semana antes, una australiana llamada Cristin Joyce Keleher, que decía que Harrison era su amante, había sido descubierta en su cocina tomándose tranquilamente una pizza.

No se trata de un fenómeno reciente. ¿Quién no recuerda las imágenes de los Beatles perseguidos por miles de fans enloquecidas? The Monkees lo vivieron también: a finales de los 60 estuvieron retenidos en un hotel de Londres por temor a los fans que los esperaban fuera.

Bob Dylan tuvo varios seguidores de los que van más allá de lo razonable. El más famoso fue Alan Jules Weberman, un estudiante que creó el Frente de Liberación de Dylan con el delirante objetivo de “liberarlo de sí mismo”. Empezó a merodear alrededor de su casa en Nueva York y acabó inspeccionando su basura. En una ocasión se llevó una bolsa con pañales de sus bebés, un borrador de una carta a Johnny Cash y letras desechadas para un futuro disco. No se le ocurrió nada mejor que publicar un libro en el que interpretaba a Bob Dylan a través de la lectura en clave de su basura.

Uno de los casos más curiosos es el de una mujer que cavó un agujero a las puertas de la casa de Cliff Richard en Surrey y vivió allí durante tres años. Otra mujer, ciega en este caso, llamada Kathy Darnell, persiguió a Elton John durante años hasta que la persona que la llevaba en coche a todos lados para seguirle dijo que ya estaba harto: era su marido y acabó pidiendo el divorcio, harto de esta obsesión.

Por su parte, a una tal Ruth Marie Torres le dio por acosar a Adam Ant. Empezó dándole comida a sus perros en la que metía cuchillas de afeitar y, después, entró en su casa para decirle que le había estado vigilando mucho tiempo. No era suficiente: le comentó a uno de sus amigos que le advirtiera de que, o se casaba con ella, o iba a castrarlo. Adam Ant no pudo soportar la persecución y empezó a perder su salud mental, hasta el punto de que acabó acudiendo a un centro médico con una gran cantidad de dinero implorándoles que lo admitieran o, si no, se suicidaría.

Björk ha pasado por esta experiencia en, al menos, dos ocasiones. El primero, Ricardo López, no puedo aguantar que la islandesa saliera con Goldie y se suicidó mientras lo filmaba todo; en la misma cinta la policía encontró la explicación de cómo había preparado una bomba que le acababa de enviar por correo. Por suerte, un empleado de Correos la descubrió a tiempo. “Soy el ángel de la muerte para ella,” aseguraba en el video. El segundo, después de enviarle mensajes amenazantes durante meses, entró por la fuerza en la casa de su madre.

Björk

Olivia Newton-John también los ha tenido a pares, al menos los más peligrosos. Al primero, el granjero Ralph Nau, ya le había dado por acosar a Cher o Sheena Easton, antes de decantarse por la protagonista de Grease. Para empezar, se marchó a Australia a verla y allí, tal y como se descubrió después, asesinó a una persona. Después, en uno de sus conciertos subió al escenario para llegar hasta ella, aunque fue cogido a tiempo y expulsado del recinto; acto seguido, mató a su hermano menor. El segundo, Michael Perry, fue expulsado de California después de perseguirla durante meses, obsesionado con que la cantante era la responsable de los cadáveres que creía estaban en su casa. Al volver a su hogar en Louisiana, mató a sus padres, dos primos y un sobrino.

Kim Wilde sufrió el acoso durante seis años de un hombre que se hacía llamar Drácula y al que ya conocían bastante bien Cher, Sheena Easton y Olivia Newton-John -¡vaya casualidad!-. Otro que estuvo cerca de un fatal accidente fue el cantante de country Billy Ray Cyrus, al que una seguidora le tiró gasolina por todo el cuerpo e intentó prenderle fuego, aunque la policía consiguió reducirla en el último segundo. A Norman Cook lo perseguía una señora de 65 años que aseguraba ser el auténtico Fatboy Slim.

Cuanto más fama, más posibilidad de verse hostigado. En la mansión de Michael Jackson se coló hasta ocho veces un mujer llamada Levon Muhammed antes de ser detenida. En la última llegó hasta la cocina, se preparó un bocadillo y declaró, mientras la detenían, que era su mujer y la madre de sus cuatro niños.

Janet Jackson también tuvo su corte de acosadores. Consiguió una orden de alejamiento de un tal Ronald Benjamin Singleton, que se hacía llamar el “próximo Presidente de América” y obtuvo sendas condenas a prisión para Frank Paul Jones (que le enviaba cartas amenazadoras) y para Jay Thomas Myers (quien había escrito al Presidente Clinton reconociendo que Jackson era su captura). Pero el más decidido fue Eric Leon Christian, quien, después de haber sido condenado por contactar con la hermana de Michael unas 90 veces amenazándola, llegó a demandarla por haber arruinado su reputación y haber acabado con cualquier oportunidad de tener una carrera como músico.

Whitney Houston también consiguió la orden de alojamiento para Desiree Weeks, una mujer que pensaba que Houston era su madre reencarnada, y la que enviaba cartas y regalos como pasteles de cuatro pisos, ropa interior, pijamas para su marido y almohadas para la que decía era su hermana -la hija de Houston, Bobbi-.

Bono, de U2, también vivió similares amenazas. Un irlandés llamado Patrick Harrison le perseguía pidiendo recompensa económica por más de 100 canciones que, según él, le había proporcionado a la banda, incluyendo la totalidad de The Joshua Tree. En 1989 el tal Harrison manifestó en una entrevista que “la mayoría se las envié en dos cartas largas en 1986, aunque las últimas once se las di a él personalmente en una bolsa de plástico en Arizona.” Como no había obtenido respuesta, concluía que sólo había una solución: “Si cojo un arma y lo mato, entonces voy a llamar la atención de todo el mundo.”

También las dos cantantes de ABBA han tenido sus problemas con fans que han ido más allá. Agnetha denunció a un admirador con el que había tenido una amistad muy estrecha cuando éste empezó a acosarla al negarse a aceptar el fin de la relación. Mientras, Anni-Fri decidió demandar al más perseverante de sus fans, Lennart Kanter, cuando abrió una web con el nombre ella y en la que hacía pública su obsesión.

Como no podía ser menos, Courtney Love también sufrió la persecución de la ex-mujer de uno de sus novios, Jim Barber, hasta el punto de denunciarla por “contratar a detectives privados para espiarme, acosarme con llamadas sucias y amenazas e intentar matarme con su Volvo.” Parece ser que logró esquivar el coche en el último minuto y sólo la hirió en un pie, aunque, según Love, perdió un papel protagonista en una película y tuvo que cancelar una gira.

A otros los medios de llamar la atención les salen más originales. Simon Le Bon, de Duran Duran, se encontró un buen día con una carta de casi in kilómetro escrita en papel de váter por una de sus seguidoras-acosadoras, una estudiante llamada Kay Pashley. Paul Young tuvo que soportar los más de cien mil “por favor” que una tal Jane Waddington le envió por carta durante seis meses en 1988 -algo similar a lo que le había sucedido al actor Michael J. Fox al que una mujer llamada Tian Ledbetter le envió 6000 cartas durante un año acompañándolas de cajas con restos de ratas para expresar su enfado por haberse casado-.

Brian Molko, de Placebo, también tuvo que aguantar continuas llamadas de un fan que le dejaba mensajes en su contestador en los que le decía: “Entraré en tu cuarto, cortaré tu pene, me lo meteré en la boca y lo comeré con mis pequeños dientes.” No se lo tomó tan mal, porque la banda incluyó el mensaje al final del corte oculto que seguía a "Burger Queen" de su disco Without You I'm Nothing.

Tanya Donelly optó por la acción directa cuando aquel fan que la perseguía le envió una nota en un concierto en San Diego en la que le decía: “Soy tu marido. No te preocupes. Todo va a ir bien porque voy a cuidar de ti”. La respuesta fue clara: “Tengo tu dirección y pagaré a alguien para que te haga daño. Ni se te ocurra pensar que no lo haré.” Nunca lo volvió a ver.

Otros ven fantasmas donde no los hay, aunque en ese caso lo normal es que sea el artista quien sufre la paranoia. Marvin Gaye pasó gran parte de los 80 convencido de que un asesino le seguía de gira, por lo que se acompañaba de gente que se le parecía para que aparecieran en público y despistaran al asesino. Como veía sombras continuamente en su jardín, instaló un equipo de protección de alta tecnología y dispuso varias armas en su habitación. Curiosamente, el asesino le era más que conocido y dormía en la habitación de al lado: su padre lo asesinó después de una discusión familiar en 1984.

Xavier Valiño

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