PRIMAVERA SOUND 2005

Primavera Sound, el Forum de las músicas

Los Planetas: corrientes circulares en el tiempo

Si el hecho más relevante de la quinta edición del Primavera Sound era el cambio de recinto, la nueva localización en el Forum ha sido todo un acierto para los 45.000 asistentes. Ahora sí se puede decir, por fin, que es posible disfrutar de un Festival en nuestro Estado sin tener que pasar por borregos: amplio, cómodo, con escenarios dignos y visibles desde todos lados, y un sonido muy aceptable en una gran parte.

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MATTHEW SWEET EN CONCIERTO

ARTÍCULOS 2005


Matthew Sweet

(Sala: Capitol, Santiago de Compostela, 13 de enero de 2005)

(Foto: Jorge Fernández)

 

¡Quién iba a decir que por fin Matthew Sweet llegaría a nuestro Estado! Ocho años sin subir a un avión y parece que por fin ha vencido su fobia. Todo un lujo. Otra cosa muy distinta es que, pese a la condición de seguidor de toda la obra de Sweet por parte de quien esto suscribe, su actuación fuese una decepción. Tal vez sea que si se espera demasiado, es difícil estar a la altura -y menos si es el primer concierto de la gira-.

 

Para empezar, el sonido no acompañó, y hasta ahora eso parecía casi imposible en la Sala Capital. Si por el medio de la sala al concierto le fallaba el sonido -algunos gritaban que no se escuchaba la voz-, delante sonaba incluso peor.

 

Matthew Sweet, que vendía vasijas artesanales hechas por él en la puerta y se prestó a firmar numerosos autógrafos, tampoco puso toda la energía que se podía esperar. Hacia el final reconoció que iba a hacer un esfuerzo y cantar más alto, que no era otra cosa que como lo recordamos en disco.

 

Y como su banda de acompañamiento, Velvet Crush, tienen una reputación por sí solos, Matthew decidió dejarles la parte central del concierto a sus canciones, para descansar un rato. Sus canciones no desentonaban demasiado con las de californiano, pero a Matthew, que seguía sobre las tablas, se le veía muy pendiente de acompañarlos bien, como si estuviera aprendiéndose sus canciones sobre el escenario.

 

Sí, tocó “Sick Of Myself” y la sala pareció venirse abajo, aunque su decisión de colocarla en medio del concierto tampoco ayudó a continuar la fiesta. Por lo tanto, ocasión desaprovechada, pero si vuelve, allí estaremos para desquitarnos.

 

ROCK INDIANA 2005

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


Rock Indiana, el pop de guitarras

        Decía Elvis Costello, hace unos años, que la nueva ola nunca existió: fue un invento de la prensa. Por si fuera poco, hay quien no quiere quitarle la razón al señor Costello y para ello se han puesto durante bastantes meses a la labor de darle forma escrita a aquello que él no vio, aunque formara parte de su lanzamiento. 

        Rock Indiana es una pequeña editorial que consigue con la edición de la Guía esencial del punk y la nueva ola un salto cualitativo de los que conviene tener en cuenta. Más que nada por la auténtica voluntad enciclopédica del trabajo, que bien podría competir con la Enciclopedia Británica en exhaustividad, aunque el objeto de sus trabajos sea bien distinto. 

        Tres personas -Fito Feijoo, Pablo Carrero y Pepe Palau- se han encargado de la recopilación de datos en la Guía esencial del punk y la nueva ola, un trabajo que asusta por su envergadura. En total 334 páginas repletas de información sobre las bandas que comenzaron a partir del 76 y tomaron las guitarras como arma principal, muchas de las cuales ni sabíamos que habían existido.

        Cada ficha, en riguroso orden alfabético, se ocupa de glosar las aventuras y desventuras de los grupos, con su historia, atinados comentarios críticos, reseñas, discografía, trabajos recomendados y selección de reediciones, explicando cuales están aún disponibles, así como alguna ilustración gráfica de sus portadas. Puede que haya algún que otro error, algo que no sería nada extraño en una recopilación tan completa, aunque para encontrarlo hay que pasarse horas. 

        La parte final del volumen está dedicada a los sellos independientes de aquellos años, algunos tan decisivos como Chiswick, Demon, Factory, Stiff o Two Tone. Hay también un capítulo dedicado al precedente más directo de la escena, el pub-rock -representado por bandas como Eddie & The Hot Rods, Doctor Feelgood, Brinsley Scharz, Rockpile…- y otro consagrado a las reediciones de discos del pasado por parte de distintos sellos. 

CONTACTO: Rock Indiana. Apdo. 150.257. 28080 Madrid. Teléfono: 91-3838664. www.rockindiana.biz

Xavier Valiño

 

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JASON RINGENBERG EN CONCIERTO

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


 

Jason Ringenberg en directo

(A Estrada, 22 de enero de 2005)

 

 

         El tipo parecía verdaderamente convencido. Allí, encima del escenario, y tras reconocer que su acompañante gallego -y parte de la organización de su gira española- le había insistido mucho para que viniera a Galicia, Jason Ringenberg dijo hasta tres veces que le encantaba Galicia. Y eso que era el primer día que pasaba en su vida por aquí.

 

         El paisaje y la comida eran las principales razones de su convicción. Lo mejor: que reconoció que no tardaría en volver, si alguien se lo propone. Y será un buen reencuentro porque lo que se vio en A Estrada, con hasta conselleiros entre el público, es para recordar.

 

         Como un tipo con sólo una guitarra acústica se puede quedar con todo el mundo es una lección para cualquier persona que se dedique al mundo del espectáculo. Antes de iniciar la segunda canción ya anunció que aceptaba peticiones.

 

         No se hicieron esperar. Todo lo que uno recuerda de bueno de Jason & The Scorchers cayó por allí y en verdad que no echamos de menos a una banda de country-punk como eran aquellos. También de sus discos en solitario, incluso de aquel dirigido más a los niños publicado como Jason el granjero. En pocos sitios mejor que aquí le van a aceptar esas canciones. Él se bastaba solo para entretener, hacernos cantar, contagiar, hacer reír…

 

         Acabó cantando entre el público, por encima de las butacas y con un bis que, dijo, iba a ser mucho más lento que el resto del concierto, aunque se trataba del mejor poema que nunca había leído: ¡el “I Wanna Be Sedated” de los Ramones!

 

Después no tardó ni dos minutos en quitarse su estupendo atuendo de vaquero para ir hasta la puerta a charlar con todo Dios, comentar la jugada y hablar de todo, incluyendo sus discos favoritos de los Scorchers. ¡Que vuelva ya, que os lo perdisteis!

 

Xavier Valiño
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MARVIN GAYE THE MASTER

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


Marvin Gaye: The Master 1961-1984

        Cuando Marvin Gaye falleció en 1984, había dejado detrás uno de los legados más importantes del pop y, por extensión, de la música del siglo XX. Más que un brillante vocalista y un sutil compositor, fue un visionario, un artista revolucionario que expresó el sino de los tiempos al mismo tiempo que rompía moldes y creaba nuevas formas. Fue radical y romántico a la vez, un cantante que se había creado a sí mismo con un instinto nato para la revelación autobiográfica.

        Tuvo el talento único de convertir a sus oyentes en confidentes, de hacernos sentir su presencia inmediata. Su aura combinó esencias espirituales y sensuales. En su música, la combinación hizo maravillas; en su vida personal, los dos extremos chocaron. Tuvo éxito al traducir sus contradicciones en canciones complejas y hermosas. Hoy, más que nunca, aquella música habla a nuestros corazones con la máxima urgencia. Es música de valores permanentes, y eso es algo que la colección editada recientemente, The Master, 1961-1984 -tal vez la caja definitiva en el extenso abanico de sus recopilatorios- nos ayuda a recordar y comprender.

        Marvin Pentz Gay Jr. -la “e” la añadió a su apellido al entrar en el negocio musical- había nacido en 1939 en el estado de Washington. Su vida familiar fue determinante: su padre era un predicador y la mujer con la que se casó, Anna, no era otra que la hermana de Berry Gordy, el fundador del sello Motown. Como el mismo reconoció, en la iglesia aprendió el gozo esencial de la música y con Motown forjó el grueso de su gloriosa carrera.

        Aunque creció en una generación conformista, Marvin Gaye era todo lo contrario: un poeta concienciado, un artista anti-autoritarismo, tímido pero ambicioso, delicado pero temeroso, reflexivo y serio. Comenzó como batería de sesión aunque, muy pronto, se encontró cantando al frente de varias formaciones. Se veía a sí mismo como un baladista al estilo Sinatra y estaba decidido a oponerse a la maquinaria del sello Motown. 

        Sus primerizos intentos con material del tipo Nat King Cole fracasaron, así que pronto cedió e inició el mismo recorrido que los otros artistas de su discográfica. Con el ramillete de productores de la casa no tuvo ningún problema para hacerse popular. El espectro de sus primeros éxitos era amplio: de las locuras bailables como “Hitch Hike” a canciones empapadas de raíz gospel como “Can I Get A Witness”, de la caprichosa “Ain’t That Peculiar” a la desarmantemente sincera “How Sweet It Is (To Be Loved By You)”, Marvin Gaye se estableció como un solista reputado, incluso al iniciar una serie de celebrados duetos con Mary Wells (“What’s The Matter With You Baby”), Kim Weston (“It Takes Two”) y, sobre todo, Tammi Terrel. 

        Aún hoy, el equipo que formó con Tammi Terrel es el estándar con el que se comparan todos los duetos soul. Con Tammi Terrel, Marvin Gaye interpretaba el papel del amante sensible y entregado. Su estilo vocal nunca hostigaba, pero tampoco era arrollado por el de la mujer amada. Amantes sólo en la ficción de sus canciones, crearon la verosimilitud del romance perfecto. Mientras su país se estremecía por la Guerra del Vietnam, mientras los disturbios raciales estallaban por todas partes, aquellos duetos se convertían en una buena excusa para escapar de la realidad. 

        Marvin Gaye era, entonces, un maestro de la ensoñación. Aquellas canciones -“Ain’t No Mountain High Enough”, “Your Precious Love”, “If I Could Build My Whole World Around You”, “Ain’t Nothing Like The Real Thing”, “You Are All I Need To Get By”- todavía emocionan. Cuando Tammi Terrel sufrió un colapso en los brazos de Marvin Gaye, durante una actuación en el verano del 67, la fantasía terminó. Ella murió de un temor cerebral tres años más tarde y nada volvió a ser igual. 

        Ahí fue cuando Marvin Gaye se puso en la piel de su hermano, un veterano de guerra de Vietnam que regresaba a la confusión de la vida americana y, entre 1969 y 1971, compuso el que aún hoy es considerado por muchos el mejor disco de la historia del pop, What’s Going On

        Esta suite autoproducida fue escrita desde un punto de vista inequívocamente afroamericano, al tiempo que recogía la identificación de su autor con las ideas más perdurables de los hippies de la época y se inspiraba en los valores cristianos. Además de encarar temas de índole ecológico, social o espiritual, Marvin Gaye también rompió todos los moldes previos al grabar y repetir infinitas veces su voz. En lugar de un Marvin Gaye, se podían escuchar tres o cuatro a la vez; mientras fijaba una armonía, cada voz -su falsetto, su tenor suave, su gruñido- reflejaba un estado de ánimo diferente. 

        Aún hubo nuevos hitos, como Let’s Get It On o Here My Dear, hasta la resurrección triunfal en el 83 con Midnight Love, justo un año antes de ser asesinado por su padre con la pistola que él mismo le había regalado. En ese momento, los continuos roces entre los dos, marcados por el temor, los celos, el abuso de sustancias químicas y una fuerte carga autodestructiva por parte de ambos, tuvieron un abrupto final, liberando a aquella voz de ángel atrapada en un cuerpo de hombre. 

        Más de tres lustros después de su desaparición, las contradicciones que le acompañaron en vida continúan. Elementos de discordia y armonía aún resuenan en su música en forma de dulces oraciones. Cuando cantaba, como demuestra The Master, 1961-1984, los demonios que tiranizaban su alma eran controlados y se les hacía formar parte de su elevado código de belleza. Había conseguido, en fin, lo que Oscar Wilde llamó una “espiritualización de los sentidos”. 

Xavier Valiño

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