CATANA

Catana

José María de Páiz (Los 80 pasan factura)

Aunque cuenta con el reconocimiento de muchos músicos y colegas del resto de la Península, Carlos Catana es, sobre todo, reverenciado en su tierra, las Islas Canarias. Tanto es así que hace unos meses el realizador José María de Páiz rodó una película dedicada a glosar su vida y su obra (Facies, Paraíso Animal, Bota de Actor, Eso es…), ambas dedicadas al rock and roll y plenas de carisma, aunque la insularidad consustancial al archipiélago ha impedido que su nombre sea conocido más allá.

Su estructura –limitada por los escasos recursos disponibles, se apoya en las habituales declaraciones de compañeros, periodistas, familiares y amigos, y acompañada de imágenes de archivo–, consta de varios capítulos. Así, cuando se habla de su persona, se le define tanto por su ternura como por su ego, su peor enemigo.

De niño incomprendido y marginado, que descubre el rock con conciertos de Mike Keneddy o El Eructo del Bisonte, a ser expulsado de casa a los 16 años, descubrir la poesía en un cuelgue de anfetaminas, vagar por Europa durante tres años como vendedor de pósters de megaestrellas, escribir un libro bajo los efectos del LSD y acabar disfrutando de la música rodeado de un aura de malditismo que le sienta francamente bien. Es Catana, quien ha vivido aprendiendo a base de errores para convertirse en historia viva de nuestra música.

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