CARLOS ANN
Carlos Ann, simplemente un tipo de barrio flipado con la música
Carlos Ann acaba de editar un disco recopilatorio titulado Recuerdos y fetiches 1999-2012, en el que recoge una parte de sus canciones en solitario de los últimos trece años. Como él mismo señala, “ creo que entre otras utilidades un recopilatorio tiene la función de poner un punto y aparte en la carrera de un músico. La idea del recopilatorio nació al intentar agrupar las diferentes etapas que he ido recorriendo e intentar darles un sonido similar. También para dejar claro que a partir de ahora voy a intentar explorar otros derroteros y espero que Recuerdos y fetiches sea un punto de inflexión”. Hablamos con él de ese pasado reciente y, también, de un futuro abierto e ilusionante.
¿Hay algo más en las fechas del título, 1999-2012?
– Me atrae el sentido numerológico 1999-2012. Intentaré explicarlo brevemente: atrapando solo las decenas finales, el doce (3×4) es un número ideal, que surge a partir del tres divino y del cuatro terrenal. Se puede decir que también determina una totalidad. También atrapando el movimiento del 99 y dándole la vuelta, porque realmente actúa como espejo, da el número 66, que su propia suma vuelve a dar 12. Después, si sumamos las dos primeras decenas, el 1 y el 9 da como resultado el 10. En verdad, las dos cifras son complementarias en muchos aspectos, pero creo que necesitaría otra entrevista para poder contártelo más detalladamente.
¿Cómo fue la selección de las canciones? ¿Complicado?
– Relativamente fácil. Escogí las que me apetecieron en ese momento, aunque no todas las seleccionadas han conseguido entrar en el recopilatorio por la sencilla razón de que no pude recuperar el feeling original de algunas canciones y unificarlas plenamente, así que finalmente tuve que descartarlas. Estoy convencido de que si volviera a hacer la selección, sería diferente e incorporaría canciones como, por ejemplo, “Cualquier nombre” o “Fin de año”.
No sé si queda clara una evolución en tus canciones, pero diría que has aprendido a convivir con el dolor e, incluso, que te has abierto a ciertos rayos de luz en tus canciones. ¿Cómo lo ves tú?
– Efectivamente, he experimentado con el dolor como fuente de creación, y también la oscuridad ha formado parte activa en todos estos años. La luz y la oscuridad se complementan, son parte de lo mismo. En la actualidad estoy conectado a canales más luminosos y estoy descubriendo su fuente inacabable de poder.
Tras estos trece años, ¿en que situación profesional y personal se encuentra hoy Carlos Ann?
– Profesionalmente, igual que siempre. ¡Arriba y abajo! ¡Soy un cuerpo humano en forma de carro de montaña rusa! Personalmente, estoy muy agradecido por haber podido editar tantos discos y llegar a tener claro que deseo seguir haciéndolo. Lo más importante para mí se trata de intentar alargar lo más posible todo lo relacionado con la música. Ese es mi plan.
Hablando de todos estos años, ¿crees que tus discos tuvieron la repercusión que deberían haber tenido? ¿A qué crees que se debe? ¿Qué elementos son los que deciden a quién llega un artista como tú?
– No tuvieron la repercusión que me hubiera gustado, debido a que los cambios tan radicales entre disco y disco hacen que ganes más seguidores, pero a la vez pierdes otros. Por otro lado, se ha creado algo especial, que hace que a las personas que les gusta la totalidad de mis discos son verdaderos fans y se han acabado por acostumbrar. Lo que sí que creo es que nunca me podrán tildar de ‘repetitivo’.
¿Está este Estado preparado para alguien que sorprende a cada paso? ¿Ahora más que antes o no han cambiado las cosas?
– Lamentablemente, España es un país que se deja llevar por las modas. Por un lado, en la actualidad manda el concepto infantil ‘indie’. Se ha creado un lobby y mayoritariamente no existe una personalidad individual con criterio, sino un grupo colectivo con ideas condicionadas, aunque confío que tarde o temprano avanzaremos hacia otra dimensión. Por otro lado, lo único que la gente quiere actualmente es sociabilizarse y de ahí que existan grupos que llegan a tener cierta repercusión, más por su capacidad de sociabilidad que musical. En la actualidad no se escuchan discos, sino listas de reproducción.
¿Cuáles son los mejores y los peores recuerdos de este tiempo? ¿Cambiarías algo?
– No soy nada rencoroso y tengo una gran facilidad por olvidar los malos momentos, por ello me quedo con los buenos amigos que he conocido por la travesía.
Supongo que ha sido un camino lleno de obstáculos, pero siempre has ido muy por libre, marcándote tu senda, metiéndote en lo que aparentemente querías. Era necesario, ¿no? ¿Podría Carlos Ann adaptarse a un guion, a que alguien le marcase los tiempos?
– Demasiado tarde para adaptarme a un guion. He aprendido a degustar el sabor de ciertas cosas que dan sentido a la creación, como la libertad. Jamás me he vendido por un minuto de gloria, y eso creo que se nota.
¿Sientes que la gente te valora más con el paso del tiempo, que el seguir obstinadamente tu camino al final lleva a algún tipo de recompensa?
– Creo que sí, que se me valora más, pero debe ser porque llega un momento en que el hombre, ante la evidencia, acepta. Como en los tiempos del lejano western, mi recompensa es mi cabeza y, además, creo mi propia banda sonora.
Aunque ya lo conocíamos, recordamos con el disco que has colaborado con Howie B, Phil Manzanera, Bunbury, Loquillo, Nacho Vegas, Javier Corcobado, Mariona Aupí, San Pascualito Rey, Adanowsky… Hay artistas a quienes llaman músico de músicos. ¿Te has visto así en algún momento?
– No, ni mucho menos, ni tampoco ganas de llegar a serlo. Soy simplemente un tío de barrio que sigue flipando con la música.
¿Por qué crees que se te recibe de forma tan especial en sitios como México?
– México es mucho más abierto y musical que España. España ha perdido su valentía musical, es un país atrapado por su propia sombra y, sobre todo, porque tiene mucho sentido de inferioridad respecto a los países sajones, y hasta que esto no cambie este sentimiento es difícil avanzar. México es pasional y creativo a la vez, sin límites y sin complejos, se nota que está en el joven continente.
No sé si tus gustos musicales han evolucionado a través de los años. Si la ha habido, ¿quieres explicar un poco cómo ha sido esa evolución?
– Me gustan las mismas canciones que me iluminaron el camino para dedicarme a la música, pero escucho sin cesar el máximo de discos nuevos que me llegan. Lo que ocurre ahora es que creo haber aprendido a escuchar mejor la música que antes, rápidamente puedo reconocer si algo es de verdad.
¿Hubo un hecho, un disco o un personaje que te decidiera a dedicarte a esto?
– Un hecho: no repetir los patrones familiares. Un personaje: Elvis.
¿Y cuáles son los discos o artistas a los que vuelves una y otra vez?
– A Depeche Mode y a Depeche Mode y a Depeche Mode.
13 años en solitario puede parecer poco tiempo, pero la industria musical ha cambiado un montón, aunque puede que en tu caso no tanto al haberlo vivido por tu cuenta. ¿Cómo lo ves tú? ¿Es muy distinto el panorama musical actual de aquel en el que empezaste?
– Editando mis discos en solitario hace 13 años, antes edité con Analogic Emotion y desde el 92 lo intenté con otros proyectos. O sea, que si las cuentas no me fallan, llevo más de 20 años. La base de todo es la música y no la industria que se armó a través de ella. Esta última ha caído porque realmente le gustaba más el dinero que la música. Estamos viviendo un apasionante momento de purificación musical y espero que volvamos a tener una segunda oportunidad. Cuando yo empecé en la música, la industria musical tenía futuro; en la actualidad solo tiene pasado.
¿Escuchas alguna vez tus discos por el placer de hacerlo? ¿O es el proceso la parte importante y después ya puedes olvidarte de él?
– Una vez finalizado el disco en el estudio, no los acostumbro a escuchar, aunque tampoco los olvido ya que los tengo para siempre en mi memoria.
A la hora de componer, ¿piensas, como han dicho otros músicos, que las canciones están por ahí arriba y son ellas las que vienen a ti?
– Sí, siempre lo he dicho, es demasiado egocéntrico decir que las buenas canciones las escribimos los humanos, solamente escribimos las mediocres, y las malas las escriben nuestros bloqueos.
¿Te gusta la realidad en la que vivimos o cambiarías alguna cosa?
– Cada persona vivimos una realidad diferente condicionada por sus vivencias, costumbres y herencias, tanto kármicas como familiares. De hecho, solamente tenemos en común un 10% entre una persona y otra al percibir la misma realidad. Personalmente, no me gusta nada el mundo actual en el que estamos sometidos, es una verdadera esclavitud. El capitalismo se ha convertido en una trampa mortal que atrapa a todo el mundo, de una manera u otra todos somos víctimas. Tengo la esperanza de que pronto todo se desmoronará y caerá todo el sistema y volveremos a crear algo nuevo, con unos cimientos forjados desde la libertad y no desde el miedo.
Con la cantidad de proyectos y sonidos en los que has participado, supongo que es arriesgado preguntarte pero, ¿marcará el disco algún cambio en tu trayectoria? ¿Algo que vaya a quedar definitivamente atrás?
– Queda mucho por hacer y lo bueno está por llegar. El pasado fue bueno, pero te aseguro que el presente es mejor y que el futuro es hijo de ambos. Espero que este recopilatorio me sirva personalmente para dejar muy claro todo que lo creo que está por llegar.
¿Qué proyectos tienes entre manos? ¿Más Santa N? ¿Otras colaboraciones?
– Los dos próximos proyectos que estoy involucrado tienen que ver con Mariona Aupí. Por un lado hemos musicalizado versos de Juan Gelman, que espero que se edite este mismo año, y por otro estoy produciendo su primer álbum en solitario.
¿Cuánto y qué te queda por decir o por escribir?
– Como decía Oscar Wilde, deberíamos tener dos vidas: “una para ensayar y la otra para actuar”. Creo que estoy todavía ultimando los ensayos, y la actuación está por llegar. Una voz interior me habla y me dice: “Dentro de poquito será la hora de la verdad”. Mientras, sonrío y busco el Sol.
Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota de estos años en el mundo de la música?
– Me cuesta mucho quedarme con una anécdota. Quizás ahora se me viene a la cabeza el día que hice un recuento de los discos que había tomado gradualmente prestados en grandes almacenes, y el número total era vergonzoso. Además, se lo dije al presidente de una multinacional discográfica que me quería fichar. Evidentemente, las negociaciones no prosperaron…
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