CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON FANGORIA
ENTREVISTAS 2003
Fangoria, fans fatales
El 2003 acaba para Olvido Gara (Alaska) y Nacho Canut con la edición de dos recopilatorios. El primero, titulado Dilemas, amores y dramas, marca el fin de su etapa con la discográfica Subterfuge, en la que estuvieron en los últimos años y en la que lograron su rehabilitación para públicos mayoritarios. El segundo, bajo el título de Un día cualquiera en Vulcano, recoge su primera etapa en el sello DRO, el mismo que ahora los vuelve a acoger, y donde empezaron a rodar como Fangoria.
Con diez años de retraso, y no por culpa de sus responsables, llega el proyecto que por entonces bullía en las cabezas de Alaska y Nacho Canut: un doble compacto recopilatorio con los temas, rarezas y remezclas que se crearon en la etapa más vulcaniana de Fangoria y que tuvo como resultado la trilogía de Un día cualquiera en Vulcano.
En formato doble, y con el atractivo añadido de los vídeos de esa época (“Sálvame”, “Sálvame -versión líquida-“, “El dinero no es nuestro Dios” y “En la Disneylandia del amor”), la edición de este disco es importante no sólo por su contenido sino porque con él se inicia una nueva relación discográfica entre Fangoria y DRO.
Ambas partes han decidido regalar este bombón-vulcano-sonoro que servirá de aperitivo hasta el mes de abril, momento en el que se publicará el nuevo disco de Fangoria. Mientras tanto, nadie mejor que Fangoria para que, en sus propias palabras, hablen de esta revisitación al universo Vulcano.
“En realidad este doble CD tenía que haber salido hace diez años. Teníamos nuestro propio estudio de grabación, Vulcano, en un garaje, y pasábamos unas doce horas diarias metidos allí, junto con Big Toxic, Danny Hyde y multitud de ordenadores, samplers, secuenciadores y sintetizadores,” afirman.
“Aprovechando esta circunstancia quisimos recoger de alguna manera lo que íbamos haciendo cada día, ir sacando a la luz las canciones según las íbamos construyendo,” continúan. “Por eso las editábamos en formato EP, en bloques de cinco o seis canciones más algunas remezclas. Debían salir cada cierto tiempo, se suponía que debíamos publicar un EP cada seis meses y al cabo de tres discos haríamos un compacto con las canciones y otro con una selección de remezclas.”
“Evidentemente, la realidad desbarató nuestros planes. No sólo tuvimos que dejar espacios de muchos más meses entre cada disco, sino que ni siquiera pudimos editar ese compacto final que compilaba la trilogía de los EP de Un día cualquiera en Vulcano. El 1.0 salió en 1992, el 2.0 en 1993 y no pudimos sacar el 3.0 hasta 1995. La lentitud no se debió a nuestro ritmo de trabajo: estábamos en una época muy creativa y emocionante, en la que casi cada mes descubríamos máquinas nuevas (aprendíamos a utilizarlas sobre la marcha), estilos musicales apetecibles y formas de trabajar que hasta entonces desconocíamos.”
“Pero no contábamos con la indiferencia de la industria discográfica, los medios de comunicación y el público. Ni a la industria, ni a los periodistas ni a la gente, exceptuando un grupo de fieles fans fatales, les importaban lo más mínimo nuestros experimentos en Vulcano, que por cierto se iban volviendo más abstractos según avanzaba la saga. Si bien es verdad que nunca llegamos a abandonar del todo el formato de canción pop, porque eso nos resulta imposible, los desarrollos instrumentales cada vez fueron haciéndose más largos y llegamos a prescindir totalmente de la voz.”
“Para nosotros fue un período de aprendizaje, nos volvimos totalmente independientes y pagamos un precio muy alto por ello, pero valió la pena. Todos los que pasamos un día cualquiera en Vulcano salimos de allí con profesiones nuevas (pinchadiscos, remezcladores, productores, editores de fanzines, directores de videos, maquetadores de revistas, estilistas). Dimos el salto del Atari al Mac, absorbimos enormes dosis de paciencia y escepticismo y grabamos las canciones que componen el compacto que ahora, diez años después de lo previsto, tienes en tus manos.”
“Hace diez años éramos marcianos en un planeta desconocido. No pudimos contagiar nuestro entusiasmo, y no fue por falta de empeño. Además de la edición de los discos de Fangoria, hicimos un montón de remezclas, creamos una productora de video y escribimos guiones para televisión. Pero estábamos en tierra de nadie. Los grupos que hacían música electrónica renegaban del pop, de las melodías y de las letras, así que les resultábamos unas antiguas ochenteras.”
“Además nos empeñábamos en no desterrar las guitarras distorsionadas propias del glam y del heavy metal de peor factura. Y qué decir del horroroso aluvión de grupos de rock cantando en pseudo inglés, que nos miraban por encima del hombro por escribir letras en español. La determinación nunca nos abandonó, y organizábamos una noche semanal en la sala Morocco, Expandelia, con conciertos de los grupos electrónicos del momento, desde Big Toxic a Family (por cierto que en nuestro estudio de Vulcano grabó Family su único disco), pasando por Madelman o Space Cream, pero casi no iba nadie.”
“La presentación de Un día cualquiera en Vulcano 3.0 coincidió con nuestro primer concierto en el Sónar, en 1995. Llevábamos cuatro años sin tocar fuera de Madrid y sólo lo hacíamos en la fiesta de Halloween o en las convenciones del Club Fan Fatal, para un número muy reducido de fans fatales. No sé por qué aceptamos hacer el concierto, y además precediendo a Orbital, si tenemos en cuenta nuestro proverbial pesimismo. Seguro que pensábamos que todo nos iba a salir mal, que era horrible volver a tocar en un espacio tan grande y que no le íbamos a gustar a nadie. Pero fue al contrario. Nos lo pasamos tan bien (como siempre que tocamos en Barcelona) que decidimos volver a hacer conciertos con mayor asiduidad, y así ha sido hasta llegar a este ritmo casi frenético en el que estamos envueltos actualmente.”
“Los años que recogen nuestro trabajo en Vulcano fueron los más difíciles por los que hemos pasado. Pero mentiríamos si dijéramos que no fueron también increíblemente felices y enriquecedores. Salimos de esa etapa con una insultante seguridad en nosotros mismos, porque ahora sabemos que podemos sobrevivir en cualquier circunstancia. También sabemos que las situaciones son cíclicas, así que siempre estamos tan preparados para un nuevo éxito como para un nuevo descalabro, ya que la realidad está ahí fuera, y no depende de nosotros que se ajuste a lo que queremos hacer en cada momento, aunque a veces aún bailemos bajo la nieve en la Transilvania Transexual en compañía de nuestro leño, que todavía tiene algunas cosas que decir al respecto.”
Xavier Valiño