CAMPUS GALICIA ENTREVISTA CON CALEXICO

ENTREVISTAS 2003

Calexico, carreteras secundarias

Uno de los momentos que definen a Feast Of Wire, el cuarto álbum oficial de larga duración de Calexico –sin contar los discos que regalaron en sus conciertos– no llega hasta bien entrado el disco. Fantasmales y misteriosos sonidos de pedal steel se arrastran a través de “Whipping The Horse’s Eyes”, el tipo de sonido que a menudo se asocia con Calexico, una visión de una tierra que se ha ido transmitiendo a lo largo de los años a través de la literatura y, más recientemente, de las películas del lejano Oeste.

Sin embargo, cuando la canción llega a su fin, comienza otro sonido en el que el oscuro cielo se sustituye por la oscuridad de un club, adentrándose el grupo en los ritmos al estilo Gil Evans de “Crumble” y entrando en un frenesí total -escucha el grito de alegría de Joey a mitad de camino-. Es un momento extraordinario, un cambio de estilos sin esfuerzo alguno que encierra dos visiones de la historia de la música americana que contrastan con dureza.

Joey Burns y John Convertino tienen todo el derecho de estar bien versados en la mitología del Sueño Americano. “Tenemos nuestra base en Tucson, Arizona, una ciudad rodeada por montañas y desierto, empapada todas las noches por doradas puestas de sol, dividida por una vía de tren que pasa por el legendario Hotel Congress, donde hicimos muchos de nuestros conciertos, servidos tanto por cantinas como por corredores de bolsa, el corazón del mítico Oeste Americano y, a la vez, hogar también en las afueras de la ciudad de un extraordinario cementerio de viejos aviones de guerra, una muestra del choque entre lo viejo y lo nuevo”.

Este lugar, a poca distancia de la frontera con México, es simplemente eso: una base. John y Joey han pasado años en la carretera como músicos viajantes, primero como parte fundamental de Giant Sand, con quienes tocaron durante más de una década y de los que son todavía una parte importante, y, desde 1996, como Calexico. “Sí, el grupo tomó su nombre de una ciudad fronteriza entre California y México”.

Ya desde el comienzo, Feast Of Fire es un álbum que se centra tanto en lo personal como en lo mítico, aunque al hacerlo así transforma a menudo los esfuerzos del hombre medio en parte del mito. “Mira por ejemplo la historia del carpintero Mike, que dejó sus herramientas y sus llaves y se marchó y se encaminó tan lejos como pudo, más allá de la ciudad y del barrio vallado”, dice Burns en el tema que abre el disco, “Sunken Waltz”, antes de acabar asegurando que “durmió bajo las estrellas”, fusionando al individuo y su entorno de una forma que define la gran temática del álbum. Pero no se trata una batalla entre el individuo y su entorno, lo que hace el extraño suicidio poético de “Not Even Stevie Nicks…” aún más impactante: “Con una cabeza como un buitre y un corazón lleno de avispones, conduce hacia el precipicio, entra en el azul…”

Como grupo, se han ganado una buena fama en directo. “Podemos actuar como un dúo, con un grupo del que echamos mano en la ciudad en la que nos encontremos en ese momento, o con nuestra formación actual de músicos americanos y alemanes -que incluye al músico de steel pedal Paul Niehaus, conocido también por su trabajo con Lambchop- o con el mariachi mexicano Luz De Luna”. En vivo, Calexico despliegan una habilidad mágica para crear un ambiente que pasa de atmósferas tristes a la fiesta, de una forma a menudo improvisada.

Joey Burns y John Convertino son la clase de músicos que hacen que parezca demasiado simple. Más de uno se pasaría todo un concierto observando los primorosos golpes de escobilla de John Convertino y lo proclamaría como el batería más imaginativo que hay en la música moderna; probablemente porque toca la batería como otros tocarían el piano, como un instrumento más que como un juguete de niños. El ritmo de “Attack El Robot! Attack” suena como la clase de ritmo roto que utiliza DJ Shadow con efecto devastador.

Joey Burns, por su parte, ha desarrollado unas voces que hacen eco al tremendo sonido de su guitarra, resplandeciendo como el calor sobre una carretera del desierto. No hay más que escuchar su magnífico falsete en el tema de final trágico y con el intrigante título de “Not Even Stevie Nicks…” o el perfectamente inconcluso “Quattro (World Drifts In)”.

“Algunas canciones no son más que meros apuntes, breves pero generosamente evocativas, mientras que otras son más ambiciosas y dramáticas”. Así es: desde el gracioso desvanecimiento de “Quattro (World Drifts In)” hasta la alegría hispánica de “Güero Canelo”, desde los sonidos chatarra al estilo Tom Waits de “Attack El Robot! Attack” hasta las cuerdas negras del tenso “Black Heart”, desde el tema con influencias de Debussy y Satie “The Book And The Canal” hasta el empapado de melódica “Dub Latina”, desde los ritmos juguetones de “Pepito” hasta el cierre con el ocaso atmosférico de “No Doze”,Feast Of Wire es una excursión musical rodada que parece cubrir carreteras secundarias, autopistas y ciudades metálicas, una excursión que subraya los vastos y amplios horizontes que redefinen la americana del mundo de Calexico.

Xavier Valiño

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