CAMPUS GALICIA ARTÍCULO THE CHEMICAL BROTHERS
ARTÍCULOS 2003
The Chemical Brothers, ritmo onírico
Festival de Benicassim, casi cualquier año. El escenario principal arde en llamas con luz celestial y humo espeso que cae. Ocasionalmente la niebla se abre y deja entrever imágenes de vidrieras, imaginería religiosa, cosas que parecen tan fuera de lugar aquí, enfrente de miles de juerguistas de fin de semana en un descampado al lado de una carretera nacional. El sonido que sale de los altavoces es un imparable ritmo de ruido celestial, al mismo tiempo martilleantemente duro y absolutamente melódico.
El recinto está a rebosar con público con la mente retorcida cada vez más por un día de sol glorioso. El tema que suena es “The Private Psychedelic Reel”, una señal de que la actuación en directo de The Chemical Brothers está terminando, fundiéndose, no apagándose. En cuanto llegue al final, veinte mil personas se soltarán, se quedarán libres para salir corriendo en la noche a intentar encontrar algo que hacer que iguale la intensidad de lo que acaban de ver.
Ya son diez años de este tipo de recuerdos confusos de noches y días pasadas sin descanso, vagas recolecciones de pistas de baile o salas de conciertos o recintos de festivales. Ya son diez años de discos y remezclas; de actuaciones en directo y de sesiones pinchando. Diez años de monumentales ganchos que atraviesan los huesos o pulsantes chispas electrónicas; de la fuerza de viajes psicodélicos a través de maravillosos estados oníricos. Diez años en los que los viajes mutaron de un rápido recorrido por su país con una caja de discos, a asombrosas giras mundiales, a festivales por todo el mundo, al abrigo de la oscuridad.
Hace ya tanto tiempo desde que Tom Rowlands y Ed Simons hicieron por primera vez un disco, el mismo tiempo desde la primera vez que hicieron girar los platos en su nativa Manchester y decidieron llevar las cosas más allá. Durante todos esos años, a través del britpop, pasando por años de barbecho de la música de baile, a través de recuperaciones del blues e ídolos de pop, Tom & Ed le han dado a la música de baile una reparación cargada de turbo; han hecho música psicodélica moderna que retaba al seguidor curtido tanto como al oyente casual, al chaval en la pista de baile pidiendo más a gritos o aquel que ha sintonizado el dial de su radio algo semejante al sonido de una manada de elefantes digitalizados que marchan en estampida sobre un ejército de músicos tocando el sitar.
Han sido numerosos discos y remezclas, incontables actuaciones en directo y sesiones de DJ en pubs, clubes y estadios como The Chemical Brothers, que bien se podría decir ya que se convirtieron en la fuerza que más ha hecho por acercar la música de baile a las masas.
Hace diez años, Tom y Ed se habían mudado de Manchester a Londres. Tras haber empezado pinchando discos en pubs, se pusieron a trabajar en un estudio casero bajo el nombre de The Dust Brothers, robado temporalmente a los productores americanos. Inicialmente incitados por no ser capaces de encontrar discos con la cantidad suficiente de ritmo, perfeccionaron un sonido en el laboratorio que luego probaron en un puñado de remezclas.
Lo que es más importante, poseían también unas cuantas copias de la canción “Song To The Siren”. El disco, su primer single, sonaba diferente a cualquier otra cosa que hubiese en esa época: era todo girantes derviches y tremendos cambios de ritmo, como una tormenta de arena saliendo de los altavoces. Aún más golpe de martillo fue “Chemical Beats”, su segundo disco, que caló en una inesperada gran cantidad de público a principios de 1994. Un incesante riff ácido que sonaba como un pedal wah-wah fuera de control, sobre un castigador ritmo de batería, lo convertía en un disco tan gloriosamente hedonista que era casi como si portase mensajes subliminales de control que no te soltaban hasta rematar el agotador ritmo.
Además de esto, Tom y Ed fueron un paso más adelante con una serie de conciertos -al principio sólo 20 minutos- que retumbaban por los altavoces de un club nocturno como un terremoto rítmico. Sólo fue cuestión de meses, tras algunos primeros pasos sin pretensiones, ya estaban teloneando a bandas como Underworld y The Prodigy, antes de dar el paso decisivo y ser cabeza de cartel en salas más grandes como el Astoria de Londres.
A lo largo de los meses de verano del 94, Tom y Ed se pasaron los días laborables encerrados en un estudio del Sur de Londres y los fines de semana pinchando, tocando a todo volumen los frutos de los últimos cinco días de trabajo en una cabina de un pub en el centro de Londres. The Heavenly Sunday Social tuvo la gran suerte de escuchar por primera vez la mayor parte de Exit Planet Dust, su primer álbum. El álbum fue tan importante en los años del britpop como Definitely Maybe, la otra cara de la moneda.
El resto, como sus cuatro discos, es historia, y, sobre todo, historia imprescindible de la música de baile. Ahora, diez años después de “Song to The Siren”, algunas de sus mejores canciones se recopilan en Singles ’93-‘03. Desde aquellos primeros singles, diseñados casi para reventar altavoces, hasta temas más psicodélicos (“Star Guitar”, “The Golden Path”), la carrera de Tom y Ed se ha condensado en un álbum que más que una guía para principiantes es una serie de discos que sabes que quieres escuchar, cada semana, en ese momento de la noche del viernes noche en la que sales.
Sí, se trata de una colección de discos que van más allá de la cultura de baile y se adentran en inexplorados reinos de experimentación sónica, llevándote a lugares tan lejanos de los sótanos de los pubs donde empezaron, incluso de los descampados de Benicassim o de las montañas de Japón, donde son venerados. Lugares a los que querrás ir.
El quinto álbum de estudio de The Chemical Brothers se espera para el 2004. Mejor que empieces a ejercitar tu imaginación ahora, porque el viaje continúa…
Xavier Valiño