BRUCE SPRINGSTEEN: Only the Strong Survive
BRUCE SPRINGSTEEN: Only the Strong Survive (Columbia)
Siempre ha estado ahí, latiendo al fondo. Ya en los 70, sin ir más lejos, reinventaba «Up on the Roof» de The Drifters, con imaginación y entrega. Su fiel escudero Steve van Zandt lo pasea implícito en las andanzas de su banda, Little Steven and the Disciples of Soul, ya desde el nombre. Las propias canciones que Springsteen compuso para Gary U.S. Bonds en sus dos discos de regreso de la década de los 80 (Dedication, 1980, y On the Line, 1982), lo llevan en su ADN.
Hay unas cuantas de sus canciones que también tienen la pulsión y la emoción del soul. ¿Qué son, si no, «Sherry Darling» o «Hungry Heart»? Y, por si quedaba alguna duda, en las sesiones de The River ya tocaban «Any Other Way» o «Don’t Play that Song», dos de las versiones de clásicos del soul que Bruce Springsteen incluye ahora en su nuevo álbum. Por eso un álbum suyo así siempre va a resultar más honesto e interesante que, pongamos por ejemplo, Rod Stewart haciendo lo propio en Soulbook (2009).
Only the Strong Survive evita los lugares comunes, al menos en más de la mitad de su repertorio, incluyendo varias gemas no tan conocidas de la música del alma. Además, no todas son de la era dorada del soul, sino que hace incursiones posteriores que llegan hasta el 2000. Es el caso de una de las más logradas recreaciones del lote, «Soul Days», que mejora la producción del original compuesto por Jonnie Barnett y cantado por Dobie Gray en ese año. Aquí, Springsteen se hace acompañar de Sam Moore (Sam & Dave) a sus a sus 87 años, para lo que podría pasar por una pieza igual de infecciosa que «Soul Man», aunque con un tono decididamente más melancólico.
Euforizantes resultan también «Do I Love You (Indeed I Do)», una rodaja de codiciado northern soul de Frank Wilson, que le sienta perfectamente bien a Springsteen, acercándolo a los postulados de van Zandt con su grupo, o «7-Rooms of Gloom», sin duda la más rabiosa del lote, siguiendo las líneas trazadas por Four Tops, aunque a estos no les gustase y nunca la interpretasen en directo. Entre lo más conseguido se puede incluir también a «Only the Strong Survive», grabada en su día por Elvis Presley, «Night Shift» de Commodores, con sus citas a Marvin Gaye y Jackie Wilson, o «The Sun Ain’t Gonna Shine (Anymore)», más cercana a la interpretación de The Walker Brothers -producidos por Phil Spector-, que al original de Frankie Valli.
No siempre el resultado iguala las intenciones: «What Becomes of the Brokenhearted» deviene en una toma rutinaria, «Someday We’ll Be Together» pierde el encanto caribeño del original de Johnny & Jackey y en «I Wish It Would Rain» Springsteen parece forzado tratando de seguir al arreglo.
Si algo queda claro es que el protagonismo aquí lo tiene su voz, rasposa y poderosa, más al frente que nunca. El resto queda en las manos del productor Ron Aniello, quien toca buena parte de los instrumentos, confiriéndole una cierta homogeneidad que no siempre le beneficia. Tampoco se intenta aquí poner las canciones en diálogo con su propia música, como si hacía en We Shall Overcome: The Seeger Sessions, por lo que en este caso acaban siendo recreaciones reverenciales más que auténticas reinvenciones.
La duda es que hubiera hecho con estas canciones la E Street Band, tocando juntos como si de un directo se tratase. Seguramente la sangre, el sudor y las lágrimas transpirarían más. Y como asignatura pendiente para Springsteen sigue estando una vuelta a lo básico, a lo Johnny Cash, Neil Diamond o Tom Jones de sus discos tardíos, olvidando estas producciones opulentas que tanto han revestido su producción últimamente. Eso sí se traduciría, sin duda, en algo con más alma.