BOB DYLAN: Bringing It All Back Home
LAS MEJORES PORTADAS DEL ROCK
BOB DYLAN: Bringing It All Back Home
No bastaba con presentar sus primeras canciones electrificadas. Desde aquella actuación en la que le gritaron Judas por dar paso a canciones con guitarras eléctricas, estaba claro que no había vuelta atrás. Dylan estaba ya en otra cosa y su nuevo álbum tenía que llevar esa marca que lo distinguiera de los anteriores ya desde su cubierta. Adiós a los retratos de sus cuatro discos anteriores, hola a una imagen distinta.
Es cierto que en su segundo álbum, The Freewheelin’ Bob Dylan, el cantautor se había presentado paseando por Nueva York del brazo de su novia de entonces, Suze Rotolo, pero para Bringing It All Back Home la intención era bien distinta: mostrar a alguien diferente, alguien con una sensibilidad especial. Con ello, se abandonarían los mojigatos retratos habituales hasta entonces en el mundo de la música. Al mismo tiempo, se dejaría atrás la práctica de poner los títulos de las canciones en la portada, abriendo el camino hacia los álbumes conceptuales y a los diseños de cubiertas en los que se intentaría representar su contenido en una imagen.
Para ello, Bob Dylan tenía bien claro que quería contar con Daniel Kramer. El joven fotógrafo había visto a Dylan por primera vez en televisión y había quedado tan impresionado con su actuación y con sus letras que pasó varios meses intentando conseguir una sesión de fotos con el cantante. Tras lograrlo y contar con sus bendiciones, lo siguió un año entero fotografiándolo, tanto en el hogar del cantante como en su estudio, tanto en el escenario como en los camerinos, como fue el caso de su famoso concierto eléctrico en el estadio Forest Hills.
Entre 1964 y 1965, Kramer documentó también las sesiones de grabación de los discos Bringing It All Back Home y Highway 61 Revisited, así como la sesión en la que se registró una canción tan emblemática para la historia del rock como “Like a Rolling Stone”. Esas fotografías han aparecido desde entonces en infinidad de revistas y publicaciones, reportándole a su autor nominaciones a los Premios Grammy y a los Premios de los Periodistas Musicales de aquel año. Aunque Kramer tuvo oportunidad de retratar a la gente más creativa y prominente de su época, son sus imágenes de Dylan las que más han perdurado en el tiempo.
De entre todas ellas, la que siempre más ha destacado es precisamente la portada de ese quinto disco de Dylan. Contra la opinión del departamento artístico de CBS, Dylan propuso a Kramer para aquella portada. Después de haberlo conocido, le había concedido permiso para entrar en su intimidad. De aquel contacto diario había surgido una plena confianza mutua y, lo más importante, a Dylan le gustaba su trabajo.
“Era muy importante hacer algo realmente impactante”, aseguró en su momento el fotógrafo. “Traté deliberadamente de hacer algo diferente a los que eran las portadas que se hacían entonces. No solo diferente para Dylan, pero diferente en general, punto. Quería transmitir la idea de que Dylan era especial, así que pensé en presentarlo quieto en el centro de la fotografía, dando la impresión de que todo se movía alrededor suyo. La intención era mostrar que veía cosas, mientras que para el resto de nosotros debía tratarse de una especie de nebulosa”.
Para ello, Kramer construyó un objetivo con un anillo giratorio en sus márgenes, lo que le permitía mantener el centro de la imagen enfocado mientras los bordes se difuminaban. Por lo tanto, y en contra del rumor que se extendió una vez publicado el disco, Kramer no había puesto Vaselina en la circunferencia de su cámara, Con la imagen obtenida de esa forma, el fotógrafo conseguía dos de sus objetivos: presentar a Dylan como un visionario y reflejar la mentalidad levemente alucinógena del disco.
Desde el momento de la edición de este quinto álbum de Dylan, sus seguidores de Dylan empezaron a analizar la carátula del álbum buscando mensajes entre los elementos que aparecían. Aunque se buscasen significados ocultos, lo cierto es que no había existido un plan preconcebido en todos aquellos objetos, que fueron recolectados en poco menos de una hora en el lugar en el que se tomó la imagen.
Entre ellos estaba, abajo a la izquierda, reposando en su costado, una señal que indicaba un Refugio Nuclear (“Fallout Shelter”), encontrada en el sótano de la vivienda. Sobre la mesa en la que se apoya, se puede ver una harmónica, instrumento habitual de Dylan hasta ese momento en su etapa acústica, representando su pasado.
Debajo del codo de la mujer se halla un ejemplar de la revista Time en su edición del 1 de enero de 1965, en la que se puede ver al entonces Presidente norteamericano Lydon B. Johnson, con lo que se databa la imagen en un momento muy determinado. Justo a su lado, un folleto en blanco y negro publicado por la Sociedad de la Tierra, ubicada en el East Village de Nueva York, y que tenía como misión proteger a la Tierra de posibles colisiones con cometas y otros planetas.
Sobre la repisa del hogar destaca un retrato de Lord Buckley, un actor estadounidense intérprete de monólogos, que se convirtió en un cómico de culto y que se anticipó a la generación Beat, influencia reconocida para artistas como George Harrison, Tom Waits, Dizzy Gillespie, Jimmy Buffett o el propio Dylan. A su lado, una copia de la revista Gnaoua, dedicada al exorcismo y con una amplia colección en aquel número de poesía beat en sus páginas, recopilada por Ira Cohen. Un poco más allá, se sitúa un collage de cristal que Dylan llamó El payaso y que había hecho para Bernard Paturel, el dueño del Café Expreso en Woodstock, quien le había dado alojamiento a durante una temporada.
Los álbumes que aparecen en la portada son Keep on Pushing de The Impressions, King of the Delta Blues Singers de Robert Johnson, India’s Master Musician de Ravi Shankar, Sings Berlin Theatre Songs by Kurt Weill de Lotte Lenya y The Folk Blues of Eric Von Schmidt, un disco cuya pose Dylan copiaría posteriormente para su álbum Nashville Skyline. De esta selección se puede desprender implícitamente que la intención era significar que Dylan estaba reintroduciendo aquella vieja música -blues, folk, clásica, soul- a una nueva generación, ‘trayéndola de vuelta a casa’, que sería la traducción del título.
Aunque no aparece en el encuadre final, también contaron con una copia del EP de Françoise Hardy J’suis D’accord, que colocaron a los pies de Dylan y que sólo se puede ver en otras fotografías descartadas de la misma sesión. Por último, al fondo, el disco previo de Dylan, Another Side of Bob Dylan, aparece como en medio de las llamas de la chimenea, quemado metafóricamente en el fuego de la nueva dirección del cantante.
Por un proceso simple de empatía, al espectador siempre le llaman más la atención las figuras humanas. En este caso, Dylan aparece sentado inclinado hacia adelante sosteniendo el gato persa de la familia de aquella casa, llamado Rolling Stone. En sus piernas descansa una revista abierta con un anuncio de la biografía de Jean Harlow escrita por la periodista de cotilleos Louella Parsons. En su camisa, unos gemelos que pueden pasar perfectamente desapercibidos, pero de los que luego Joan Baez descubriría que habían sido un regalo suyo, tanto en su canción de 1975 “Diamonds & Rust” así como en su autobiografía de 1987.
Aquella instantánea se tomó en Woodstock, en la vivienda de Albert Grossman, el mánager de Dylan, durante una ola de frío particularmente virulenta. Al igual que el cuadro del pintor flamenco Jan Van Eyck Retrato de los esposos Arnolfini (1494), Dylan encontraba su contrapeso en una hermosa y enigmática mujer. Esta no era otra que la esposa del mánager, Sally Grossman, quien contaba entonces 25 años. Su aparición no obedeció a ninguna razón especial: CBS había solicitado que la portada contase también con una mujer y Dylan, que estaba pasando una semana en la casa del matrimonio, no tuvo muy difícil la elección. “Dylan me lo pidió y yo estaba por allí”, aseguró posteriormente Sally.
Según la versión de la protagonista femenina de esta imagen, posaron para el fotógrafo varias horas sentados en el sofá del salón, que había sido un regalo de Mary Travers, componente de Peter, Paul & Mary. Ambos miran fijamente a la cámara, desafiándola, aunque mientras Sally Grossman aparece relajada, fumando, Dylan parece estar enfrentándose directamente al espectador, como previendo las críticas que le traería un álbum con la mitad de sus canciones electrificadas.
Sally siempre trabajó con su marido, al que siguió cuando este abandonó a Dylan y lanzó su propio sello discográfico y estudio en 1970, de nombre Bearsville. Al fallecer su marido en 1976, Sally tomó las riendas de ambos hasta su cierre en 1984, cuando abrió un teatro del mismo nombre, trabajando con gente como R.E.M. o Metallica. De todas formas, siempre se la recuerda especialmente por esta imagen, algo que al principio la superaba. Aunque llegó a pensar que eso sería todo lo importante que le sucedería en la vida, poco a poco aprendió a aceptarlo con el tiempo. Ella misma llegó a escuchar una conversación entre desconocidos en Londres en la que alguien aseguraba que la mujer de la portada era el propio Dylan travestido.
A pesar de que Daniel Kramer había conseguido una imagen impactante, entonces rupturista, el director artístico de CBS, John Berg, se mantuvo firme en sus convicciones de continuar con los retratos marca de la casa con los títulos de las canciones en la cubierta. Como Kramer pensaba que la fotografía debía ocupar toda la portada y que no debía haber texto en la imagen, y dado que Berg no se mostraba nada convencido, ambos llegaron a un acuerdo: envolverla en un amplio recuadro blanco con una tipografía muy destacada con únicamente el nombre del artista y el título del álbum.
La influencia del disco en el mundo de la música está clara, a través de canciones como “Maggie’s Farm”, “Subterranean Homesick Blues”, “Mr. Tambourine Man”, “It’s All Over Now, Baby Blue”, “It’s Alright, Ma (I’m Only Bleeding)”, o “Love Minus Zero / No Limit”. Pero también la portada impresionó a gente como Courtney Love, que declaró en una entrevista que quiso entrar en el mundo del rock’n’roll y ser cantante y guitarrista cuando vio una copia del disco en su casa siendo una niña; simplemente se propuso ser como la gente de aquella fotografía.
Varios artistas han hecho su particular homenaje a esta cubierta, como, entre otros, Ray D’Ariano (Are You on Something?, 1977), King Blank (The Real Dirt, 1988), King Koen (No Kicks on the Radio, 1988), Cobra Skulls (Subterranean Homesick Blues, 2008), Christiane Rösinger (Songs Of L. And Hate, 2010) o Esperanza Spalding (Chamber Music Society, 2010), además de haber servido de inspiración a recopilatorios como Stunden mit Musik geniessen (1972), And the Times They Were A-Changin’ (1998) o Is it Rolling Bob? A Reggae Tribute to Bob Dylan (2005).
Bringing It All Back Home llevaba un retrato en su portada, sí, pero un retrato que rompía con todo lo visto hasta entonces. Para Bob Dylan, tuvo su importancia: gracias a su protagonista femenina, Sally Grossman, conoció a su futura mujer, Sara Lownds. Pero, sobre todo, Dylan sabía que algo estaba cambiando: hasta entonces el mundo de la música contaba con algunos retratos maravillosos en las cubiertas de los discos, pero que rara vez destacaban. Al mismo tiempo que Dylan daba protagonismo a las guitarras eléctricas en el contenido de sus discos, Kramer conseguía con su lente cambiar para siempre el diseño de su exterior.
Diseñador: Daniel Kramer
Fotógrafo: Daniel Kramer
Dirección artística: John Berg
Fecha de edición: 27 de marzo de 1965
Discográfica: Columbia
Productor: Tom Wilson
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