BETTYE LAVETTE
“¡Qué alguien recoja mis pedazos!”
“Un matrimonio concebido en el cielo” era una de las canciones de Tindersticks. La frase podía aplicarse perfectamente a la insospechada colaboración que los últimos meses de este 2007 nos trae: la gran cantante soul Bettye Lavette, recuperada en este siglo tras varias décadas en el casi total anonimato, junto a la banda de rock sureño más exitosa de los últimos diez años, Drive By Truckers.
Han pasado 45 años desde que Bettye Lavette grabara “My Man – He’s A Lovin’ Man”, cuando aún contaba 16 años, y 42 desde la edición de su otro single de éxito en los 60, “Let Me Down Easy”. Les siguió un álbum en 1972, Child Of The Seventies (Hija de los 70), que fue archivado por su compañía Atlantic sin que se sepa muy bien por qué, y que sólo consiguió llegar a ver la luz tres décadas más tarde gracias a un coleccionista francés, Gilles Petard, que lo recuperó para su pequeño sello Art & Soul. A pesar de haber grabado desde entonces algunos pocos discos, no fue hasta 2005 en el que su reinterpretación de 10 canciones escritas por mujeres en I’ve Got My Own Hell To Raise hizo de ella un nombre popular.
En The Scene Of The Crime, la cantante soul se une a Drive By Truckers para interpretar una decena de canciones de autores como Willie Nelson, Elton John, Ray Charles, John Hiatt, Frankie Miller o Don Henley, junto a un original compuesto entre ambos. Además de Drive By Truckers, colaboran en el disco el teclista Spooner Oldham y el bajista David Hood, que no es otro que el padre del líder de Drive By Truckers, Patterson Hood, habitual de grabaciones de los 60 hechas en los estudios Muscle Shoals. 30 años después se han encontrado de nuevo en un estudio en lo que, como ella misma reconoce, supone una vuelta a la ‘escena del crimen’.
¿Te cogió el éxito de I’ve Got My Own Hell To Raise por sorpresa? Supongo que ya estabas más que preparada para ello después de tantos años, y que hubiese sido diferente al principio de tu carrera.
– Pues la verdad es que no me esperaba la repercusión que tuvo. También es cierto que después de tantos años en el negocio de la música estaba más preparada que si me hubiese cogido al principio. Aunque ya son años… Hubiera sido muy distinto si todo esto hubiese sucedido a principios de los 60, cuando estaba empezando… De todas formas, ya me hubiese gustado a mí que me llegase entonces, ya, ja, ja.
Teniendo en cuenta que eres más una intérprete que una compositora, ¿quién elige las canciones que aparecen finalmente en tus discos? ¿Permites que otra gente lo decida contigo?
– Siempre meten mano en este tema. Son los demás los que me proponen las canciones. Yo casi no le presto atención a lo que suena a mi alrededor. Algunas veces ayudo en la selección, escojo o descarto canciones de las que me presentan, pero la primera idea siempre es de los demás, bien sea mi marido, la compañía discográfica, mis amigos…
Hasta donde yo sé la colección Take Another Little Peace Of My Heart, editada en 2006, no llegó a publicarse en España. Creo que tiene parte de tus grabaciones de los 60.
– Son 13 canciones que grabé en Memphis con la banda The Dixie Flyers y el productor Lelan Rogers en, creo recordar, 1969 y 1970. Se incluyen los singles que grabé para el sello Silver Fox. También está la versión de “Piece Of My Heart” que le da título al disco, un par de dúos con Hank Ballard y un par de canciones que habían permanecido inéditas.
La gran sorpresa en tu nuevo disco es que cuentas con Drive By Truckers como grupo de acompañamiento. ¿Los conocías antes de colaborar con ellos?
– No, tengo que reconocerlo. Fue una de esas ideas con las que a veces me aparece gente que conozco, una de esas ideas locas en las que no crees hasta que ves que se pueden llevar a cabo. Andy Kaulkin, el jefe de mi compañía actual, Anti, me preguntó un día qué me parecía grabar un disco con Drive By Truckers, este grupo de rock, y tuve que averiguar quiénes eran.
¿Qué les dijiste cuando iniciaste la colaboración con ellos? ¿Les presentaste un listado de canciones que querías incluir?
– Teníamos unas 60 canciones que pensé que podía hacer mías para cantarlas. A la hora de la verdad, mi lista quedó en 30 canciones. Ellos llegaron, las escucharon todas y, aunque casi no podía creerlo, dijeron que todas valían. Las hicimos todas, así que quedan por ahí unas 20 canciones que podrían aparecer más adelante en otros discos, ja, ja.
¿Qué aprendiste de tu trabajo con ellos?
– Ay, muchacho, creo que ya no tengo mucho que aprender a estas alturas, ¿no? Al entrar en el estudio les dije que empezaran a acompañarme sin presión, haciendo lo que ellos entendieran que debían hacer, y no me arrepiento en absoluto del resultado.
¿Alguna diferencia entre trabajar con un grupo de rock y una banda de músicos de soul de acompañamiento?
– No sé qué es lo que tengo, pero toda la gente que trabaja conmigo acaba adaptándose a mí, a mi forma de cantar, a mi estilo. Debo ser persuasiva o intimidar mucho, ja, ja.
Siempre recuerdas que no eres una compositora, pero en este disco has colaborado a la hora de escribir una de las canciones.
– Patterson Hood, el líder de Drive By Truckers, vino con una canción titulada “Before The Money Came” con la idea de que la cantara yo. No me gustó, y así se lo dije. Entonces acabé interviniendo. El resultado final le añade al título aquello de “The Battle Of Bettye Lavette” (“La batalla de Bettye Lavette”). Ya te puedes imaginar por qué, ja, ja.
¿Cuál de las canciones te costó más hacer tuya en esta ocasión?
– Con todas las canciones que me presentan, lo primero que intento es saber cómo puedo hacer para interpretarlas yo, para que se conviertan en algo mío. Si no lo veo claro, lo dejo. Desde que supero ese momento, las canciones son ya más fáciles. Aun así, la versión de “Talking Old Soldiers”, el tema de Elton John, fue la más difícil en ese sentido. Pero también creo que la recompensa ha valido la pena.
¿También has escrito un montón de notas para hacer esas canciones tuyas, como hiciste en tu anterior disco, I’ve Got My Own Hell To Raise?
– Es algo que forma parte del proceso que te acabo de comentar. Sí, lo hice otra vez.
En este 2007 has trabajado con el padre de Patterson Hood, David Hood, alguien con quien ya coincidiste en las sesiones de tu legendario álbum perdido de 1972. ¿Qué te pareció la situación?
– ¡Quién me lo iba a decir a mí! Ahora, con 61 años, en el siglo XXI y un contrato por tres discos… Una situación impensable. Imagínate, volviendo a la ‘escena del crimen’, los estudios Muscle Shoals, 35 años después, con David Hood como bajista, un músico con el que había grabado aquel álbum, que luego permaneció inédito casi 30 años, y con la banda de su hijo. No sé, hay cosas que es mejor no pensarlas.
¿Qué fue lo que te motivó a cantar, ya que, a diferencia de otros grandes artistas negros, tú no empezaste cantando en la iglesia?
– Para explicarlo tenemos que situarnos en los años 40, cuando nací, y cuando en los estados sureños aún existía la segregación, con lo que los negros no podían acudir a muchos lugares públicos. Lo que hacíamos en casa era invitar a la familia y a los amigos. Teníamos un jukebox y cantábamos por las noches. No era nada depravado, no había prostitución ni nada así, sólo la intención de disfrutar. Con 18 meses ya cantaba. Lo único era que la jornada se alargaba bastante, con lo que por las mañanas te podías encontrar a todos por la casa con unas buenas resacas.
¿Cómo te tomaste el éxito del single “My Man – He’s A Lovin’ Man” en 1962?
– Difícil explicarlo, máxime teniendo en cuenta que tenía 16 años. Se podría decir que aún estaba formándome y ya tenía una canción en las listas de éxito.
Después vino el éxito de “Let Me Down Easy” y la grabación de tu primer disco, Child Of The 70’s, que quedó inédito. ¿Qué razón te dieron para no publicarlo y cuál crees tú que fue el motivo real?
– No lo sé. Grabé en 1969 lo que iba a ser mi primer disco. Después, en 1972, grabé para Atlantic lo que se supone se editaría como Child Of The 70’s, que, misteriosamente, quedó sin publicar. No me dieron ninguna explicación, nada, ni una palabra. No tengo ni idea de por qué quedó inédito. ¿Por mi voz tan áspera?
¿Sentiste algún tipo de rabia o remordimientos por esa etapa sin grabar, hasta que llegó tu primer disco en 1982?
– Por supuesto, muchacho, aunque lo fui llevando gracias a mis actuaciones en directo.
Por suerte, en los últimos años hemos visto el regreso triunfal de otros dos grandes del soul, Solomon Burke y Al Green. En esta época en que el hip-hop domina las listas en la música negra, ¿es una especie de reivindicación? ¿Ves algún artista nuevo que siga vuestros pasos?
– Todo tiene bastante que ver. Los artistas de hip-hop están recordándonos constantemente. Las bases de su música, sus samplers, lo que han escuchado, nos lleva a lo que se hizo en los 60, durante la etapa del soul clásico. Ellos son los que mantienen nuestro recuerdo bien vivo. No te puedo citar nombres en concreto, porque no me quedo con ninguno, ni tampoco soy yo quien pone la música en casa.
¿Es tu marido Kevin Kiley quien lo hace, no -quien, por cierto, era uno de tus mayores fans-?
– Sí, él es el loco de la música. Acabé casándome en mi tercer matrimonio con mi mayor fan. Se pasa todo el día poniendo discos. Conoce mi discografía mucho mejor que yo. Está bien para mantenerme al tanto de lo que se hace, también de la música de antes. Pero llega un momento en el que le tengo que decir en alguna ocasión que no ponga más música. Es demasiado, ja, ja.