BABY DEE 2008
Baby Dee en concierto
(Salón Teatro, Santiago, 8 de marzo de 2008; Promotor: Sinsal. Público: 100 personas)
No es que estuviera especialmente desbocada, no. Baby Dee es así. Y eso a pesar de que sus palabras lo pudieran evidenciar: “Estoy en una de las capitales del catolicismo. Eso saca la bestia que llevo dentro”.
Tampoco lo necesitaba, porque Baby Dee ya ha recorrido un largo camino en sus 55 años: directora de un coro de una iglesia católica, habitual tanto de los clubes de alterne como de los lounges de los hoteles más emblemáticos de la Gran Manzana, arpista sobre un triciclo por las calles de Nueva York, actriz circense, cuenta cuentos… Vamos, que tiene un largo recorrido como para que la asusten cosas así, a pesar de lo que desmiente con sus palabras: “Mi estupidez, mi imagen ridícula y mi tedioso currículo construyen el patíbulo donde ahorcarán mi obra”.
Aquella noche se trataba más que nada de un juego. Un pequeño juego con su público, que acudió a ver a una transexual que hasta los 50 no editó su primer disco y que con Safe Inside The Day (tercero de su discografía tras Little Window y Love’s Small Song, en la que también constan dos EPS, un libro-CD, un disco en directo en Turín y el recopilatorio The Robin’s Tiny Troath) podría tener el mismo culto que Anthony & The Johnsons -o, ya puestos, Marc Almond o David Tibet de Current 93-, con quien guarda muchas semejanzas, conexiones y relaciones, pero, para su suerte o desgracia, aún no ha sido descubierta por los que dictan a quién hay que seguir o ver.
Sobre el escenario, un piano y un arpa. Y su voz, su tremenda voz, esa que parece poner el corazón en la garganta y una lágrima en cada palabra, para, en sus palabras, “encontrar vías de escape de mi propio yo”. Puede que sólo Björk sea capaz de pasar así del susurro al grito más descarnado, pero si la islandesa no es desmedida en sus gestos, en el caso de Bay Dee todo es exuberante. En demasía. Como para llenar el escenario ella sola y sus canciones, a medio camino entre la música clásica, el pop y el cabaret épico.
Lo bueno, que no hay (casi) nadie así. Lo malo, para quien se metiese dentro del concierto, que no duró más de 50 minutos. Escasos, intensos, incómodos como todas las verdades. Antes que Baby Dee estuvo sobre el escenario Magú Castromil, más conocido como O Fillo Pausado, con una violinista, Eva, como todo acompañamiento. Lo suyo, lo saben perfectamente quienes estuvieron allí, se condensa bien en el título de una de sus nuevas canciones: “Ímpetu o el Espíritu Santo”. ¡Qué curioso que la frase sirviera también, aunque por otros motivos, para Baby Dee!