Alma salvaje
Alma salvaje (Warner)
Es uno de los temas que más gustan a Hollywood y de los más agradecidos para sus actores: esas historias de gente despreciable que aprende a ser mejor persona tras en el correspondiente viaje iniciático. El año pasado el director canadiense Jean-Marc Vallée nos mostró algo parecido en su primera película estadounidense, Dallas Buyers Club, descubriendo de paso a Matthew McConaughey como gran actor y sirviéndole en bandeja su primer Oscar.
En este caso, el realizador se fija en un libro editado hace unos años por Cheryl Strayed titulado Wild (adaptado para la pantalla por Nick Hornby) en el que relata el viaje que emprendió durante tres meses de 1994 por la Pacific Crest Trail, una ruta de senderismo que une México con Canadá a lo largo de 1.700 kilómetros atravesando las principales cadenas montañosas de la costa oeste norteamericana, lo que remite a otros títulos como Hacia rutas salvajes, Gerry o El viaje de tu vida.
El motivo de la aventura se va explicando a través de flashbacks en los que descubrimos que un trauma en el pasado la ha llevado al divorcio, al sexo con desconocidos y a una espiral de drogas. Exponiéndose a un viaje peligroso y para el que no está preparada, espera encontrar la superación y redención. Al final descubrirá en un final un tanto apresurado que la fuerza necesaria para vivir y enfrentarse al entorno se encuentra dentro de ella misma.
Contada con exceso de imágenes de su pasado, una voz en off cansina, un desfile de paisajes naturales que parecen tratados con desdén, una protagonista con la que resulta difícil empatizar y una banda sonora que suena tan de fondo que no parece escucharse, lo mejor son las actuaciones de Reese Witherspoon en su mejor papel hasta el momento y, sobre todo, su madre interpretada por Laura Dern.