ABRAHAM BOBA

Abraham Boba, maravillas de la condición humana

 

 

En el 2007 descubrimos la nueva faceta como compositor e intérprete del vigués David Cobas, habitual acompañante de Nacho Vegas, Julio de la Rosa o Aaron Thomas, tras un disco con el proyecto Tedium y dos con Belmonde. Aquel álbum homónimo como Abraham Boba y su continuación titulada La educación dos años después lo situó como el mejor crooner del pop español. Ahora da un giro más eléctrico y más pop a su trayectoria con Los días desierto. Mañana miércoles 18 lo presenta en Santiago en la Sala C a partir de las 22:30.

 

¿Crees que tus dos primeros álbumes fueron acogidos como debieran?

– Siempre he visto mi proyecto más como una carrera de fondo que como un sprint. No estoy haciendo la música que se lleva en el momento y estoy intentando aportar mi punto de vista personal a las canciones. De esta manera, es fácil que no llegue a demasiadas personas. De momento me conformo con que cada disco nuevo sea recibido como mejor que el anterior y que cada vez haya más gente en los conciertos.

¿Cuáles fueron las mayores alegrías y decepciones que tuviste con ellos?

– De la época del primer disco recuerdo con especial cariño el concierto en el BAM en Barcelona, en un lugar precioso y tocando con un cuarteto de cuerda. La decepción fue escuchar el disco pasado un tiempo y descubrir que no me gustaba nada. De La educación me gustó sobre todo la grabación y los días que pasamos en el estudio de Paco Loco. No tengo malos recuerdos de este disco.

Tu nuevo álbum es el más eléctrico como demuestra, por ejemplo, “Algunas (pequeñas) verdades domésticas”. ¿Salió por contraposición a los anteriores, de forma inconsciente, influido por tus conciertos en solitario o acompañando a Nacho Vegas…?

– Intento que en cada nuevo disco aparezcan nuevos elementos, pero no los elijo conscientemente, sino que van surgiendo. Resultó que para este disco había compuesto alguna canción con guitarra y no con piano. La canción de la que me hablas es un ejemplo. En el disco anterior había muchas guitarras rítmicas acústicas y me apetecía que en este no hubiese. Así que todas las guitarras que aparecen en el disco son eléctricas. También el Hammond está muy presente y le da ese carácter a las canciones. Por otro lado, quería vestir las canciones pensando en cómo iban a sonar en directo y me planteé hacer algo más enérgico.


¿Te gusta asumir retos y no repetirte (pienso, por ejemplo, en PJ Harvey que compone con instrumentos que no maneja habitualmente)? ¿Es algo que te guía cuando piensas en un nuevo disco?

– Sin duda. De hecho, siempre tengo que dejar pasar un tiempo desde que termino un disco hasta que me pongo con el siguiente, sobre todo para cambiar el punto de vista y no repetirme. Y, también, para dejar que me sucedan cosas que ayuden a cambiar ese punto de vista.


En el segundo disco compusiste algunas canciones con la guitarra, aunque reconocías manejarla menos que el piano. ¿Cómo ha sido en esta ocasión?

– Esta vez me planteé hacer canciones que no necesitasen de mucho más que un instrumento y una voz y casi siempre lo hice con el piano. En la demo previa a la grabación tan solo había dos o tres con guitarra, si no recuerdo mal.


En este caso no llevabas tan preparados los arreglos y las partes instrumentales al entrar a grabar, ¿no? ¿Cuál fue el papel de los músicos en el resultado final o tu trabajo en el estudio?

– Es verdad. Trabajé en algunos ensayos las canciones con la banda, pero casi todas las ideas de arreglos surgieron en el estudio por parte de cada músico. No llevaba arreglos escritos como en los otros discos y creo que eso se nota. Es bueno pervertir las canciones con ideas de otros músicos que las ven desde fuera.


El disco suena bastante intemporal, pero creo que buscabas una sonoridad más propia de los años 70, ¿no?

– No especialmente. Lo que sí buscaba era un sonido de base (bajo, batería y piano) que sonase parecido a algunos discos que me gustan y que casualmente se hicieron en los 70. Es un sonido seco y oscuro, pero con mucho espacio para cada instrumento, en el que se entiende todo lo que se toca. Pero luego, al sumarle el resto de instrumentos y las voces, se convierte en otra cosa, en una mezcla de referencias que creo que no suena a ninguna época concreta. No me interesa hacer discos revival.


¿Sigues grabando la voz en primera o segunda toma, sin editar?

Sí. En este disco todas las voces se grabaron en una tarde. Algunas a la primera, otras a la segunda y otras a la tercera o la cuarta toma. Lo de no editar lo hago porque creo que se pierde mucho de la intención de la toma. Lo comparo a escuchar a alguien hablando y cogiendo frases de aquí y de allá y no me gusta.

 


Los días desierto, dice el título. ¿Hay muchos días en que un músico está, como un actor, a la espera de que suceda algo o el título por otro lado?

– No lo había pensado, pero sí podría referirse a eso perfectamente. Precisamente los días en que compuse las canciones eran de ese tipo. Pero también días que pasaba sólo en casa, que me parecían muy bonitos, pero también muy peligrosos. Me gusta el desierto como símil de un estado emocional, también.


Parece que las relaciones personales sigue siendo el motivo principal de tus canciones. ¿Alguna novedad en este tema y, si no es así, algún nuevo ángulo que hayas encontrado en la forma de tratarlas?

– Claro, hay muchas maneras de referirse a este tema, que me parece universal e infinito. No sólo en lo referente al amor o desamor en una pareja, sino también a las relaciones que se dan entre amigos o entre personas que se acaban de conocer, a la condición humana, resumiendo. En este disco me apetecía tratarlas de forma cotidiana, como si se lo contase a un amigo.

¿Cómo haces para que tus vivencias no aparezcan claramente reflejadas en tus canciones, para marcar distancia entre el artista y la persona?

– Intento ponerme en el lugar del oyente y llegar desde cosas que me han pasado a algo que les pueda interesar porque también lo han vivido. Cuando hablas de relaciones entre personas es lógico que partas de tus propias experiencias, al contrario de si hablas, por ejemplo, de viajes al espacio o de cuestiones científicas.

¿Es “Así se vive aquí” la canción puente entre tus anteriores álbumes y este?

– Puede ser. Guarda muchas similitudes rítmicas y armónicas con un par de canciones del disco anterior. Pero, curiosamente, es una de las últimas que compuse antes de ir a grabar. En lo que no guarda mucha relación con el disco anterior es en la letra. Creo que es la canción en la que más me he llegado a reír de mí mismo.


Me gusta esa forma irónica de referirte a tu trabajo, ‘basura madura’, lo que encierra también una gran verdad: esto es pop adulto, pensado, trabajado, para ser apreciado por alguien que se fija en lo que se cuenta y cómo se cuenta. En un mundo tan frívolo como el de hoy, no me extrañaría que alguien lo hubiese definido como ‘basura madura’. ¿Fue así? ¿De dónde surge?

– Surge de una conversación que tuve con una amiga a la que no veía desde hacía tiempo. Nos encontramos y empezamos a hablar del punto en el que estaban nuestras vidas y ella acabó diciéndome que todo lo que hablábamos era basura filosófica para maduros. Tenía toda la razón. Muchas ideas de canciones para este disco surgieron así, de conversaciones con gente que me conoce.


¿Qué ha pasado en el mundo de la música para que un disco en principio accesible con temas como “Podría haber sido peor”, «Otra canción de amor» o “Como en Hollywood” no pueda llegar a audiencias más grandes? ¿Cuándo se fue todo al carajo?

– Pues la verdad es que para mí sigue siendo un misterio; supongo que si hubiese una fórmula todos la estaríamos utilizando. Obviamente para llegar a grandes audiencias hay que invertir mucho en promoción y las discográficas independientes muchas veces no pueden afrontarlo. También vivimos en una época de exceso de información y eso hace que la atención se disperse y dure poco tiempo. Antes los discos tenían una vida más larga que ahora, que parece que hay que estar sacando discos cada poco para recibir la atención de medios y público. No creo que todo se haya ido a la mierda, sino que simplemente está evolucionando hacia algo que todavía no podemos intuir cómo será.

¿Has tocado fuera de España? Si es así, ¿cómo te ha ido, cómo te han recibido?

– Hace unos años hice un concierto en París. Aparte de esto, no he tocado fuera con mi proyecto. Sí lo he hecho con Nacho Vegas en México un par de veces y con Julio de la Rosa en Colombia el año pasado. Es una maravilla poder tocar en estos países. Ojalá pueda ir con mi banda algún día.

¿Cuáles han sido tus impresiones al visitar otros países?

– Puede ser que la gente le dé más importancia por el hecho de ser de fuera, lo mismo que nos pasa aquí cuando viene un grupo extranjero.

¿Dónde crees que tus canciones tendrían mejor acogida y dónde te gustaría tocar?

– Al cantar en castellano supongo que cualquier país de habla hispana podría apreciar mi música. Por gustarme, me encantaría recorrer el mundo entero. Es una buena forma de viajar sin hacer el guiri.

Dinos lo que se te ocurra sobre el verano.

– Escaparme de Madrid a un lugar más fresco. Llevo muy mal el calor si no estoy metido en el mar o en lo alto de una montaña.

¿Quién hizo el diseño de la portada y cuál es la idea que hay
detrás, que se pretendía con ella?

– La portada es de Coqué Azcona, una ilustradora que vive en Barcelona que ya se había ocupado del arte de los dos discos anteriores. Le envié las canciones y le di total libertad para interpretarlas. Ella dice que en el disco hay muchas listas y enumeraciones y de ahí salió el concepto de la portada.


 

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