Abbey Road, si las paredes cantasen

Abbey Road, si las paredes cantasen

Mary McCartney

(Disney+)

“Los micrófonos funcionan”. Con esta perogrullada explica Paul McCartney la razón por la que los estudios Abbey Road son únicos. Y quien lo graba y dirige en el documental en el que se explica así es su hija, Mary, que empieza el relato en primera persona con una foto suya a los 2 años gateando por el suelo allí, para salir de su película -solo reaparecerá una vez- y dejar paso inmediatamente a los auténticos protagonistas, los músicos.

Paul McCartney encierra en esa afirmación dos ideas. La primera, que todo está bajo control en Abbey Road, a diferencia de otros estudios. Y la segunda, que no se puede explicar mejor lo que los convierte en diferente, o al menos él no tiene otras palabras. Lo cierto es que, reconozcámoslo también, este documental no lo intenta, aplicándole una visión superficial y ligera, que opta por centrarse en algunos momentos concretos de su historia.

A cambio, y entre otras obviedades e historias ya contadas numerosas veces, al menos tenemos a parte del equipo y los técnicos del estudio, a Cilla Black grabando varias tomas por instrucción de Burt Bacharach, que espera que surja la magia, o a Allen Ginsberg comentando las canciones de Sgt. Pepper’s. Al final es Nile Rodgers quien da la mejor explicación cuando asegura que es en Abbey Road donde se equilibra la relación entre los artistas y los productores.

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