THE DIVINE COMEDY: Rainy Sunday Afternoon

THE DIVINE COMEDY: Rainy Sunday Afternoon (Divine Comedy Records-PIAS)

La posibilidad de grabar un álbum pop con orquesta debería ser algo recomendado para todo el mundo, incluso recetado por un facultativo si fuese necesario, según la opinión de Neil Hannon, fundador y único miembro permanente de The Divine Comedy. Suena un tanto pretencioso pero tiene todo el sentido del mundo si pensamos en lo que ha venido haciendo desde que iniciase su trayectoria allá por 1989. Y podemos estar casi seguros de que hacerlo en Abbey Road sería la guinda del pastel, al menos para Hannon.

Pues bien, ha podido hacerlo, aunque solo tuviera diez días que aprovechó al máximo. Se lo debe a la banda sonora de la película Wonka (2023), que compuso y grabó en los estudios londinenses que acabaron con su nombre en un disco de The Beatles. La experiencia le permitió registrar también allí el decimotercer álbum de su banda, aunque el espíritu es distinto: si los temas de la película se entregaban al lado exuberante de su personalidad (vale la pena recuperar de aquel disco la canción “A World of Your Own”; debería grabarla con su banda), aquí vuelve a la faceta más melancólica y contemplativa.

Olvidado el espíritu más socarrón y electrónico de Office Politics (2019), Hannon regresa a las canciones reflexivas y reposadas, revestidas con arreglos de cuerda. Solo se permite un momento irónico en “Mar-A-Lago”, con aires de cocktail, en la que nos muestra a un Trump deseando volver a su prisión bañada en oro de Florida. Descontado también el instrumental “Can’t Let Go”, el resto de los canciones siguen manteniendo la influencia de Scott Walker o Jacques Brel, la que bañaba canciones atemporales como “Tonight We Fly”, “To the Rescue” o “A Lady of a Certain Age”, aunque sin ganchos pop inmediatos como “National Express” o “Something for the Weekend” en esta ocasión.

El paso del tiempo es el motivo principal aquí, con temas como “The Last Time I Saw the Old Man”, sobre la última vez que vio a su padre tras padecer de Alzheimer durante 10 años, “The Man Who Turned into a Chair”, directamente sobre anquilosarse al hacerse mayor, “All the Pretty Lights”, rememorando un recuerdo navideño de la infancia, e incluso “Invisible Thread”, sobre la hija que abandona el hogar familiar. Un disco entre los más brillantes que ha firmado, con al menos dos piezas mayores: “The Heart Is a Lonely Hunter” y la que le da título al álbum.

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