LADY WRAY: Cover Girl

LADY WRAY: Cover Girl (Big Crown Records-Popstock!)

Sin duda, Lady Wray es una de las cantantes más subestimadas de los últimos años. Podríamos decir de las tres últimas décadas, ya que publicó su primera canción allá por 1998, su mayor éxito, por cierto, cuando era una protegida de Missy Elliott. Bien es cierto que su producción es escasa, dos álbumes hasta ahora, aunque había editado otro en su día, realmente el primero, con su nombre real, Nicole Wray. Cover Girl puede que no revierta esta situación, pero no debería pasar desapercibido para los devotos del soul clásico y aledaños.

A sus 46 años parece haber logrado la libertad creativa que artistas con una trayectoria más larga nunca llegaron a alcanzar, además de mostrar una mayor confianza en sí misma: “La alegría que tengo significa más que nada / Que sé quién me ama, soy yo / Soy la belleza que veo», canta en el tema titular. Es su disco más compacto, entre el soul, el funk futurista y el rhythm & blues de los 90, creado en colaboración con Leon Michels, al que conoció cuando grabó con The Black Keys sus discos Blakroc y Brothers y con quien después continuó trabajando en la gira que hizo con Lee Fields.

En Cover Girl, Wray se pasea por el soul de los 60 en “My Best Step” (“Mi próximo paso en mi mejor paso”, asegura. “Cuando camino contigo rezo para que Dios nos guíe”), el doo-woop en “Hard Times”, el disco-funk en “You’re Gonna Win”, los ecos de Delfonics o Stylisctics en “What It Means” y, como novedad, un cierto aire góspel en canciones como “Best of Us”, “Higher” o “Calm”, temas que cierran el círculo emparentándola con aquella niña que empezó cantando en el coro de su iglesia en Salinas, California

A través de sus 11 canciones, Cover Girl pinta un vívido retrato de una mujer que abraza todas las facetas de sí misma: su camino parte de una profunda devoción romántica sin dejar por ello de mostrar dudas ocasionalmente, de un amor propio desafiante que celebra exuberantemente para, finalmente, alcanzar una merecida paz espiritual. Cada canción contribuye con un capítulo crucial a esa narrativa. Al final, el oyente siente como si hubiera vivido todo ese arco narrativo junto a ella: bailando con su alegría, siendo testigo de su sufrimiento y, finalmente, compartiendo la serenidad ganada con los años y la experiencia. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *