La historia de Souleymane
La historia de Souleymane
Boris Lojkine
(Flamingo Films)
Souleymane Sangaré vive en un estado de estrés permanente. Al despertarse temprano en un dormitorio entre personas sin hogar y otros inmigrantes indocumentados como él, tiene que pedir de inmediato una cama para la noche siguiente. Mientras recorre el centro de París a toda velocidad en bicicleta como repartidor de comida, se pregunta cómo podrá cobrarle decentemente el charlatán cuya cuenta de reparto le permite usar para pagar un alquiler cuantioso.
En este frenético drama social-realista, su supervivencia depende de una conversación crucial que se aproxima. Repasa la historia ficticia que va a contar, aunque luego descubramos la real, mucho más cruda. Hasta esa larga y conmovedora escena de interrogatorio, la cámara se mueve rápidamente tras Souleymane, como una versión enérgica de una película de Ken Loach o los hermanos Dardenne. El espectador se convierte en cómplice y compañero de lo que vive, como esa escena clarividente en la que una mujer adinerada en el tren aparta la mirada del protagonista, sangrando y magullado. O sea, el espejo doloroso de la brecha entre el personaje principal -y todos a los que representa- y una sociedad occidental indiferente.
