GWENNO: Utopia (Heavenly-PIAS)

Es, sin duda, una de las cantantes más singulares del poblado mundo de las solistas femeninas. Grabó su debut casi enteramente en galés, Y Dydd Olaf (2015). El segundo (Le Kov, 2018) y el tercero (Tresor, 2022) estaban cantados en córnico, una lengua casi muerta usada por su padre poeta, que ella también habla, al igual que tan solo 2.000 personas en todo el mundo.

Pero no solo eso: estamos hablando de alguien que fue una colegiala descontenta en Cardiff, bailarina adolescente en un espectáculo de Las Vegas durante dos años, limpiadora de suelos en un pub del este de Londres, música novata que no prosperó intentando fundir el folk celta con la electrónica, cantante del grupo de pop retro The Pipettes, actriz bailando música irlandesa en una película de Bollywood o teclista de Elton John, y que ha vivido en Nevada, Londres o Brighton intentando capear el desorden y el caos.

Utopia, a sus cuarenta y tres años, traduce los cambios en su vida en el giro más evidente en su música hasta el momento. De aquellos tres discos, que ahora considera de aprendizaje, marcados por sus padres y su identidad formativa, pasamos a un cuarto trabajo marcado por la autodeterminación y la experimentación, en la que su experiencia como madre y pareja pasan a ser el material primordial de sus textos. Cantado por primera vez en inglés, ella dice que el origen de su creatividad no está es su Gales natal, sino en Norteamérica.

Por primera vez ha compuesto todas las canciones al piano (excepto el último corte, “Hireth”, compuesto con harpa), en lugar de utilizar  la electrónica como hasta ahora, y ha grabado todo en directo en el estudio con sus músicos. “Dancing on Volcanoes”, impulsado por un vibrante riff de guitarra al estilo de Johnny Marr, es la pieza que entronca más con los días en los que se metía en clubes nocturnos el sábado por la noche y salía el lunes para la mañana para trabajar. El resto se mueve entre una melancolía un tanto distorsionada respecto a la realidad vivida y un ligero dramatismo, sin distanciarse del todo de la leve psicodelia de sus anteriores álbumes, con “War”, “St Ives New School” o el corte titular -entre Jane Weaver y Goldfrapp- como lo más destacado. 

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