Woostock 99: Peace Love and Rage

Woostock 99: Peace Love and Rage

Garret Price (Polygram-Ringer-HBO)

 

 

“Las leyes del mundo normal no son aplicables aquí”. Así, con toda franqueza y en mitad del descampado que los acogía, recogido por las cámaras que estaban allí para documentar la tercera edición de Woodstock, se manifiesta uno de los asistentes al Festival en su edición de 1999. Como asegura otro de los entrevistados que analizan lo que allí sucedió, aquello era pura anarquía.

 

Visto con la perspectiva que dan los años, parece que todo se veía venir y se pudo prevenir. Moby es quien más claro lo tenía, ya que asegura haberlo entendido así antes incluso de pisar aquel lugar. Según él, no podía haber acabado de otra manera. Incluso comenta que la carpa electrónica no tenía ningún sentido y que él mismo se planteó si debía salir a escena, intuyendo la que le podía haber caído encima.

 

El apocalipsis se desató cuando el público, mayoritariamente blancos frustrados de clase media-alta, a quienes apelaba un cartel con los artistas de rap-metal de boga entonces (Limp Bizkit, Korn, Rage Against the Machine…) y con solo una mujer por día para cubrir la cota femenina (no se sabe cómo consiguieron salir indemnes Jewel, Sheryl Crow y Alanis Morissette), dejó aflorar sus más bajos instintos simplemente por diversión.

 

Al hilo de esas reflexiones se construye el guion de este documental, que da voz a los todas las partes: los promotores Michael Lang y John Scher, el alcalde de la población, los músicos, los periodistas, los agentes de seguridad, los asistentes … “Corran por sus vidas”, asegura uno de ellos, que veía cómo aquellos tres días de ‘paz, amor e ira’ iban inexorablemente encaminados al infierno, estableciendo una línea de continuidad con la era Trump y el asalto al Capitolio. La pregunta no es “¿Cómo pudo pasar esto?”, sino “¿Cómo no iba a pasar?”. Woodstock 99: la peor pesadilla reciente del mundo de la música documentada en toda su crudeza.