VINICIUS DE MORAES

Vinicius de Moraes, la bossa nova

 

Marcos Vinicius da Cruz de Melo Moraes nació en Río  de Janeiro en 1913. Hasta el año 80, en que murió, trabajó como abogado, diplomático, escritor, crítico de cine, periodista, autor teatral… Aunque lo que más se recuerda de su producción fueron dos sesiones legendarias, tituladas En la fusa, con Toquinho y las cantantes María Creuza y María Bethania. 25 años después se reeditan estos dos hitos de la música brasileña contemporánea, que fueron claves en el nacimiento de la bossa nova. En 1971 Vinicius de Moraes explicaba como se gestaron aquellas grabaciones legendarias.

 

La idea largamente acariciada de la reedición en compacto del histórico La fusa por fin se ha convertido en realidad. «La idea de hacer un LP del show que presenté recientemente en La Fusa, el adorable Café Concierto de Silvina y Coco Pérez, en el que colaboran la cantante bahiana María Creuza y el guitarrista y compositor paulista Toquinho (Antonio Pecci Filoho), encontró respuesta inmediata en la sensibilidad del director del sello Trova, Alfredo Radoszynski.»

 

Así se expresaba a finales del año 71 Vinicius de Moraes, poco después de la histórica actuación. «Tratándose de un disco para el gran público y no solamente para una minoría de aficionados, le sugerí a Alfredo que lo grabáramos en el estudio, para evitar las distorsiones comunes de las grabaciones en vivo, donde el artista tiene que estar más atento al público que a los aparatos de reproducción sonora. Así lo hicimos, grabando también el ambiente de La Fusa y el calor de los aplausos que el público porteño nos brindó en nuestros recitales.»

Además de Toquinho y María Creuza, allí estuvieron Mario ‘Morraja’ Fernández -contrabajo-, Enrique ‘Zurdo’ Rozner -batería-, Fernando Gelbard y ‘Chango’ Farías Gómez -percusión-. «Para vestir mejor la música, resolvimos incorporar a un contrabajista y un batería junto a la guitarra de Toquinho. Le pedí entonces a mi amigo Alfredo que invitara a dos excelentes músicos argentinos con los cuales había trabajado en noviembre de 1969 en el Teatro Embassy: Mario Fernández y Enrique Rozner, quienes cumplieron su labor a la perfección.»

 

No era ése el único objetivo que buscaban con la grabación. «Lo bueno de este disco es que, además, completa nuestro deseo de alcanzar una mayor audiencia, por el hecho de que no todo el mundo puede asistir a espectáculos artísticos como los que se presentan en locales como «La Fusa».

 

Algo había en el ambiente que contribuyó a redondear la mítica grabación. «Fueron dos sesiones nocturnas que finalizaron con las primeras luces del alba, totalizando 16 horas de trabajo en un ambiente de bohemia, de gran cordialidad, donde no faltaron los elementos primordiales: botellas de whisky y mujeres bonitas. Registramos nuestra actuación con el mismo espíritu de íntima comunicación e informalidad que nos gusta para transmitir nuestras canciones. El resto se debe a los oídos afinados del técnico Gerd Baumgartner y a los buenos oficios de Mike Ribas, cuya colaboración fraterna agradecemos profundamente.»

 

Poco después, dado el éxito crítico de la primera entrega, se plantearon su continuación. «El éxito de nuestro primer disco para el sello Trova animó a su director a realizar una segunda grabación. Solamente que ahora La Fusa está en Mar del Plata y la cantante es otra bahiana, la gran María Bethania, a quien Toquinho y yo tuvimos el privilegio de traer por primera vez a la Argentina, y con quien nos presentamos durante dos semanas, en enero de este año, en el Café Concert de Silviana y Coco Pérez en el Balneario de Mar del Plata.»

En este caso la grabación fue en enero de 1971 y Vinicius de Moraes lo explicaba pocos meses después. «Respecto de Toquinho, habría mucho que agregar a lo ya sabido. El progreso en todos los sentidos del joven guitarrista y compositor brasileño es tal, en estos últimos meses, que nadie puede prever adónde llegará. Tiene todas las posibilidades abiertas. Su técnica en el trabajo en vivo corresponde plenamente a su madurez como creador musical. Baste decir que entre estos dos discos compusimos un paquete de temas suficientes para otros dos. Estamos haciendo música nova, sonido brasileño, sin recurrir al beat o a cualquier otro modismo sonoro de los tiempos actuales.»

 

El compositor tenía interés en destacar algunas canciones. «Uno de los sambas de este LP, «A Tonga da Mironga do Kabuleté», es actualmente un éxito en todo Brasil. Cuando un africano de habla nago le dice a otro esta frase se producen enfrentamientos terribles entre las tribus. También merece atención la bella melodía de Toquinho en el samba «Tarde em Ipatoa», que evoca esa maravillosa playa de Bahía, donde hay una pequeña plaza Caymmi, homenaje del pueblo bahiano a su más grande compositor y donde, como digo en su letra «con la mirada perdida, en el encuentro de cielo y mar, bien despacio voy sintiendo, toda la tierra rodar…»

 

Pero también había palabras de admiración para María Bethania. «La gran cantante que Bahía dio a Brasil es dueña de un timbre único entre nuestras mayores intérpretes populares. Parece tener la crepitación seca de la madera quemada por el sol del sertao. De ella ya dije, hace tiempo, que canta como un joven árbol que se está quemando.»

 

Su interpretación merecía encendidos elogios. «En tres temas nos ofrece María Bethania el extraordinario mensaje de su temperamento y garra para el arte de cantar. Son «Viramundo», del bahiano Gilberto Gil, con palabras del poeta Capinam; «É de manha», primer éxito de su hermano Caetano Veloso; y «O que tinha que ser», de Antonio Carlos Jobim y con letra mía.»

 

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