VAN MORRISON MONTREUX 2006

Cuando Van Morrison era Van Morrison

Live At Montreux 1974-1980 – Those 70’s Shows

 

Un par de confesiones personales: puedo contar con los dedos de una mano las voces que me han emocionado de la manera que Van Morrison lo ha hecho a lo largo de los últimos veintitantos años. Gracias a un hermano mayor que tenía un gusto extraño para la época, uno lleva escuchando al cowboy de Belfast desde finales de los 70, principios de los 80, cuando todavía había quien lo confundía con “el cantante de los Doors”, volviendo regularmente a los discos que lo hicieron mítico entre los iniciados sin que la familiaridad pueda con su poder curativo.

 

Quizá sea por eso mismo que nadie me ha decepcionado más a lo largo de estos últimos diez años, los de su encumbramiento como ‘prestigioso’ cantante que lo mismo adorna el final de un telediario que una discoteca de enteradillo de suplemento cultural. Obviamente la decepción no tiene nada que ver con esa infantil  sensación, clásica en este mundillo, de que el éxito nos está robando nuestro preciado secreto.

 

Si alguien se merece un retiro holgado es Van Morrison, tantas veces maltratado por la industria y el gran público, sordo ante la espectacular colección de discos que nuestro irlandés en los USA nos entregó en la primera mitad de los 70. Lo malo es que le haya llegado gracias a un cada vez más eviscerado repertorio, muzak para todos los públicos a base de jazz y r’n’b bajo en calorías que ni siquiera en directo es capaz cobrar vida.

 

Tras asistir a un par de conciertos a unos cuantos cientos de kilómetros de casa, uno ha decidido que no está dispuesto a aguantar otra vez esa desgana funcionarial disfrazada de distanciamiento que preside sus conciertos de un tiempo a esta parte. Puede que el fallo esté en las expectativas que nos creamos después de oír tanto bootleg incendiario, después de desgastar It’s Too Late To Stop Now, quizá sin darnos cuenta de que los años pasan hasta para una voz que parecía imbatible.

 

Por eso no podíamos dejar de pasar la oportunidad de abalanzarnos sobre un par de artefactos audiovisuales que nos presentan al auténtico barrilete cósmico cuando todavía era capaz de transportarse a una dimensión paralela en la que parece no haber sitio para nadie más que él y sus visiones pseudo místicas.  

 

Empecemos con Live At Montreux, el primer DVD oficial de nuestro hombre, que nos lo presenta en un par de momentos cruciales de su carrera. El primer disco nos lleva hasta 1974, recién separado de su Janet Planet del alma y de la Caledonia Soul Orchestra, con Veedon Fleece, uno de sus discos más ariscos y de los que más ha ganado con el tiempo, recién grabado pero sin publicar, a punto de iniciar un retiro discográfico de tres años, cuando responde afirmativamente a la invitación del festival suizo pero aparece sin grupo que lo respalde. Rápidamente se le busca bajo, piano y batería, y con un par de ensayos se presenta en el escenario.

 

Nada de canciones conocidas: a excepción de “Bulbs”, el single adelanto del nuevo disco, y “Street Choir”, todo es material nuevo que el cuarteto, con Morrison a la guitarra, saxo y armónica, defiende con uñas y dientes en un pequeño escenario. Obviamente la falta de ensayos los lleva a abusar de las jams instrumentales, pero no se puede negar la implicación del irlandés gruñón con lo que canta ni la energía de un trío espectacular que hace malabarismos detrás de una voz que convertía en buena cualquier cosa que cantara.

 

Mención especial para una reconcentrada “Twilight Zone” que nunca vería la luz oficial, con ese falsete al que tanto partido le había sacado en Veedon Fleece. Cuando vuelve el 1980, su situación es muy diferente. Ha encadenado tres discos en otros tantos años y tiene otro a punto de salir. En la lujosa banda que ahora lo respalda vuelven viejos compañeros de los tiempos de la Caledonia, (John Platania, Jeff Labes) y la sección de metales (Pee Wee Ellis y Mark Isham) es plenamente capaz de seguir a su líder desde el grito hasta el susurro.

 

 

El escenario es  mucho más grande y, a pesar de que abundan los clásicos de su época dorada (“Moondance”, “Ballerina”, “Wild Night”, “And It Stoned Me”), lo mejor viene de sus últimos e irregulares discos. Canciones como “Kingdom Hall” ganan una fuerza apenas intuida cuando se publicaron, y en los largos temas del que sería su disco nuevo, un Common One al que uno no ha tenido nunca en demasiada estima, los raptos visionarios alcanzan una temperatura muy superior a la recogida en vinilo.

 

Otros, como los del fantástico “Into The Music”, no tienen nada que envidiar a las versiones ya conocidas. Como hoy, como siempre, no dirige ni una palabra al público, y es casi imposible sacarle una sonrisa, pero aquí todavía era capaz  de perderse en la música, de retorcer las palabras hasta hacer pasar por importantes unas letras que sobre el papel no aguantan dos lecturas, de inflamar la garganta como si le fuera la vida en ello.

 

Es verdad que el grupo, a pesar de su brillantez, no escapa a algunos convencionalismos, y ciertamente no es la Caledonia Soul Orchestra, quizá el mejor grupo de soul blanco de la historia, pero eso tiene cierto remedio echando un vistazo a Those 70’s Shows un artefacto genuinamente pirata que agrupa exactamente lo que dice en el título. Aunque tanto sonido como imagen son aceptables, que nadie espere calidad estándar, pero no se pueden poner reparos cuando tenemos la oportunidad de volver brevemente al Fillmore East en 1970 o al Rainbow durante la mayestática gira de 1973, de la que también vemos una sulfurosa aparición catódica.

 

Vuelve a aparecer en una televisión alemana la formación de cuarteto que visitó Montreux, quizá más conjuntada, y aunque también hace acto de presencia Santana destrozando “Moondance” en otro especial televisivo: la cosa apenas tiene desperdicio. El DVD termina con un extático “Cypress Avenue” de 1979 que puede servir como revelador punto final a una época irrepetible.

 

Quizá ninguno de los dos sea el documento definitivo del león de Belfast; ése sería el especial que parece ser grabó la BBC durante la grabación de It’s Too Late To Stop Now en Londres, pero nos retrotraen a los años en que Van Morrison aún era Van Morrison. Hace ya demasiado tiempo.

 Carlos Rego

 

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