ULTRASÓNICA 1996 ENTREVISTA CON THE CURE

The Cure, pesan los años

 

 

 

“¿Por qué no puedo ser tú?”

 

Robert Smith sigue jugando al eterno adolescente con sus pelos alborotados y sus ‘salvajes cambios de humor’, aunque su actitud es bastante más pesimista. Wild Mood Swings es el título de su décimo disco de estudio, aunque por el medio hay muchas recopilaciones de sus canciones y álbumes en directo. Su último trabajo lo ha dejado tan extenuado que, si hay un próximo disco de The Cure, será instrumental. Eso dice, pero tampoco será para tanto. De todas formas, ¿hasta cuando durará la creatividad dentro de la banda del autor que firmó, hace ahora casi 20 años, “Boys Don't Cry”?

 

Después de cuatro años desde Wish, se nota en The Cure una mayor variedad de estilos, como si en un disco quisierais resumir todo lo que habéis hecho durante estos 20 años. ¿Qué ha estado sonando en el equipo de Robert Smith en los últimos tiempos?

– He de confesar que durante el largo proceso de grabación de nuestro disco, en una mansión solariega del sur de Inglaterra, no tenía en mi habitación más que un disco que oía una y otra vez con los cascos: el ruido de las olas. Aunque en los últimos tiempos como grupo hemos tragado todo lo que se ponía por delante: desde sonidos jungle hasta música griega. Ya no montamos las típicas broncas sobre qué debe estar sonando cuando estamos juntos. Yo al menos no tengo ya la necesidad de que todo el mundo tenga que pensar como yo.

 

Entonces no cabe acusaros de tradicionales o continuistas, sino que debería prestarse atención a los cambios de estilo, algo que ya recoge el título del disco.

– Evidentemente. Mucha gente piensa cómo podemos seguir aún en primera fila y triunfar haciendo lo que nos da la gana. Este disco debe ser un reflejo del momento actual de The Cure con el obligado cambio de sentimientos musicales.

 

¿Pesa aún el cliché de banda gótica, retorcida, sombría…?

            – Puede ser normal, porque durante una época nos tomamos en serio ese papel. Pero ha habido muchos cambios. No puedo entender por qué la palabra gótico aparece aún en comentarios sobre el grupo. En los EEUU todavía nos siguen llamando de esa forma y nos imaginan con el rostro pálido, rodeados de vampiros y cosas así. Pero no tenemos nada que ver con ese rollo. Lo que yo he querido contar siempre han sido los sentimientos ocultos, violentos, difíciles. Pero no historias de vampiros chupando sangre y cementerios en un oscuro atardecer. En su larga andadura The Cure ha tenido muchos rostros, pero góticos no.

 

Pero tampoco se os puede definir como un grupo de historias cómicas.

            – Si se escucha atentamente Wild Mood Swings no podrás decir que es un álbum gótico. Es un tópico muy británico que no conseguimos quitarnos de encima. Y si la gente quiere seguir siendo perezosa y seguir pensando “The Cure: pelo enmarañado, labios de carmín, melancolía…”, no va a pillar nada de nuestros nuevos mensajes. Mira, no soy un tipo irónico. Me gusta hacer música y las cosas me salen fluidas. Ya está.

 

Aunque por el resultado no sea tan evidente, parece que Robert Smith ha pasado por enormes dificultades para componer este nuevo disco.

            – Llegué a un punto en que parecía que cada día escribía lo mismo. Estaba totalmente insatisfecho con las primeras mezclas. Me había costado meses trabajarlo y acabó todo en la basura. Me di cuenta de que no podía seguir escribiendo sobre mi propia vida, sobre mis propias experiencias. Así que probé a escribir textos ficticios, situaciones ajenas. Era complicado, insistí y así ha salido. Si llega a haber un próximo disco, será seguramente instrumental. Éste me ha dejado exhausto, consumido.

 

Ya desde los primeros tiempos de la banda, los cambios de formación fueron continuos. ¿Es duro imponer decisiones?

            – Cada decisión corresponde cada vez más con una opción vital. The Cure es mi vida desde que dejé la escuela de chaval. No puedo tomarme nada a la ligera. Mandarlo todo a la mierda puede ser sano cuando tienes 25 años, no a los 37. En el grupo no todo el mundo tiene las mismas ideas y, por ejemplo, las presiones para salir de gira son incluso exteriores, de la familia. Sueño con el día en el que tenga un sobrino que se me parezca para poder perderme y dejarle el puesto. Pero han salido todos rubios como el trigo… El asunto es que el resto del grupo desea, por ejemplo, salir de gira, escapar, porque no tienen nada especial aquí. Yo también fui así antes, pero ahora se acabó. Da la impresión de que soy el único que envejece, que se calma.

 

¿Tiene algo que ver con la necesidad de imponer al negocio el estilo y ritmo de vida de uno mismo?

            – Exactamente. Ahora hemos pasado por un mes de promoción, con cinco o seis entrevistas diarias. De nuevo, y por razones que se me escapan, me encuentro antes unas obligaciones que no las quiero ni necesito. Llega un momento en que te planteas mandar todo a paseo y volverte a casa. Pero hay algo que me retiene, que me empuja a redondear los ángulos. Sé que la nueva gira me va a costar muy caro: física, psíquica y espiritualmente. Supongo que es una prueba sobre mi buen carácter… Debería pensar más en mí.

 

Entonces uno puede llegar a pensar en la idea de que este tipo de vida no fue la mejor decisión.

            – A veces pienso que no escogí el mejor oficio. Debe tener que ver con la doble personalidad que arrastro desde joven: una dependiente, excesiva, muy grupal; la otra calmada, aplastada por todo este circo en el que vivo. Cada vez se me hace más difícil ese equilibrio. Pero siento que estoy cambiando. Se acabó el reinado de los excesos. Mi vida ha evolucionado claramente: estoy casado con mi novia de siempre, tengo una casa junto al mar. Reacciono cada vez más como una persona de edad. Quizás en mi interior sólo busco ahora un sitio en el que vivir en paz, una pequeña vida satisfecha.

 

¿Es el envejecimiento físico tu preocupación más reciente?

            – Nunca me ha gustado mi cuerpo. No por razones estéticas. Siempre he sido excesivamente consciente de su existencia, su peso, su espesor. En escena lo desprecio: los mejores conciertos son aquellos a los que he llegado completamente ciego, cuando he olvidado que mi cuerpo estaba allí. Jamás he subido a escena sin emborracharme antes. Físicamente me sería imposible. Debo pensar muy seriamente en un nuevo estilo de vida, más sano.

 

¿El estado de estrella del pop afecta tan duramente a tu propia vida?

            – He tenido una vida cerrada sobre sí misma. Un estrecho círculo de amigos íntimos. No puedo hacer una vida normal: salir, ir al pub… Hay un curioso divorcio con la realidad: poca gente puede hacer lo que yo hago, pero yo no puedo salir sin disfraz.

 

¿Te ha frenado el buen ambiente reinante en el grupo durante estos años a la hora de poner fin a la carrera de The Cure?

            – Malos momentos los sigue habiendo, pero supongo que se trata de una cuestión de madurez. Entre todos mantenemos un gran equilibrio. Por ejemplo, Simon es una persona realmente difícil. Nuestra relación es un constante altibajo. El planteamiento de poner fin a The Cure siempre ha estado presente, pero compartimos una fuerte pasión por la música y nos encanta estar ahí.

 

¿Qué ha hecho de The Cure una banda de éxito?

              – Principalmente nuestra música. Creo que los singles han jugado la parte principal. Ellos nos han hecho estar ahí. Pero creo que hay algo que va mucho más allá, y es nuestra actitud. Siempre ha habido un cierto espíritu de independencia en el grupo que ha atraído a la gente, y por otro lado están nuestras letras, que han logrado conectar con la gente.

 

¿Que hay de la posibilidad de hacer un disco en solitario y cuáles son tus intereses al margen de The Cure?

            – No sé muy bien lo que me aportaría ese disco en solitario. Sólo me aburriría mortalmente. Me gusta esta existencia un poco comunitaria. A veces hacemos excursiones a la montaña, a pescar… Últimamente me gustaría hacer música para películas. He contactado con Tim Burton, David Lynch y Roman Polanski. También me apetece leer mucho, sobre física cuántica. O grabar un libro-disco sobre Charles Dickens, por ejemplo. Quizás haga una cinta casera con El proceso de Kafka.

 

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