THE BYRDS Younger Than Yesterday

SELECCIÓN DE DISCOS CLÁSICOS


The Byrds: Younger Than Yesterday (1967)

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Injustamente relegados a un segundo plano en la historia del rock, los Byrds merecen ser considerados como una de las bandas esenciales no sólo de los 60, sino de todos los tiempos. Liderados por Roger McGuinn, en sus filas se reunieron algunos de los mejores músicos californianos de los 60, como David Crosby, Chis Hillman, Gene Clark, e incluso posteriormente Gram Parsons, resultado de lo cual fue una banda genial, inspirada y en constante evolución, aunque lastrada por la inevitable colisión de egos, algo que a la postre precipitaría el abandono de algunos de sus miembros originales y el consiguiente nacimiento de nuevos proyectos, como Crosby, Stills, Nash and Young o los Flying Burrito Brothers.


Precursores y prácticamente inventores del folk-rock, los Byrds respondían al perfil de grupo inquieto y atrevido, en el que la búsqueda de nuevos sonidos resultaba algo constante e incluso imperativo; partiendo de la música tradicional (folk, bluegrass, country…) para crear un sonido experimental, reinventaron y electrificaron el folk de Dylan y Pete Seeger, profundizaron en el acid-rock psicodélico y espacial, e incluso llegaron a subirse al tren del country-rock de la mano de Gram Parsons; todo cabía de forma armónica en el particular universo musical de los Byrds, uno de los grupos que mejor supo definir el espíritu de la música americana.

En 1967 llegaba su cuarto álbum, titulado Younger Than Yesterday, un excepcional compendio de su creatividad musical y de los diversos sonidos que pretendían explorar, donde se incluyen algunos de los mejores temas de su carrera, como “So You Want To Be A Rock ‘N’ Roll Star” (una diatriba contra las bandas manufacturadas que cuenta con la magnífica colaboración del trompetista Hugh Masekela), “Have You Seen Her Face”, “Thoughts And Words”, “Why”, “The Girl With No Name”, además de la impresionante relectura del clásico de Dylan “My Back Pages”, la cual actualizan y dotan de una nueva perspectiva musical, tal y como ya habían hecho con “Mr. Tambourine Man”, versión que les había proporcionado su primer éxito.

Sus brillantes armonías vocales, la novedosa utilización de los más insospechados efectos de sonido o las guitarras Rickenbacker de 12 cuerdas, son algunos de los elementos que alimentan este imprescindible trabajo, donde los diferentes estilos musicales se deslizan en perfecta sintonía a lo largo del disco; además, la sensación de riqueza y diversidad se acrecentaba con un inusual reparto en las labores compositivas (McGuinn, Crosby y Hillman), así como en la interpretación de las voces principales, demostración todo ello de la genial e inmensa capacidad musical de un grupo que supo absorber influencias, reciclarlas y extenderlas, alcanzando incluso a los Beatles y, lo que es más curioso, en un insólito e infrecuente camino de ida y vuelta, al propio Dylan.

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