RICHARD HAWLEY: Further

RICHARD HAWLEY: Further (Magic Quid Limited-BMG)

 

 

Parece mentira pero son ya casi 20 años desde que Richard Hawley empezase discretamente en 2001 con aquel mini-álbum de título homónimo que buscaba encontrar su hueco casi sin promoción, a base de dejarse escuchar y hacerlo suyo por quien lo descubriese, después de que miembros de Pulp le conminaran a grabar unas maquetas que tenía en las que ni siquiera quería poner su voz.

 

“The Ocean” y su tercer disco de larga duración, Cole’s Corner, del que formaba parte, estableció el canon para Hawley, de canciones de pop melancólico al que se le asocia desde entonces. Por suerte, Hawley nunca ha buscado repetir la fórmula y, de una forma u otra, ha intentado y logrado esquivarlo, sin deberle nada a nadie.

 

Su octavo disco, Further, presenta la mayor novedad de su carrera, y es que su título no hace mención a ningún lugar de su Sheffield natal. Este Más allá parece estar motivado por una necesidad de recordar que Hawley fue componente de dos bandas guitarreras en su juventud, Treebound Story y Longpigs, además de buscar la concreción en canciones de escasos tres minutos. Directo, breve y centrado en lo esencial.

 

Empieza el álbum con las guitarras distorsionadas de “Off My Mind”, con la testosterona disparada, y es evidente que Hawley quiere dejar claro desde el inicio que esta será la tónica o, al menos, que nadie podrá decirle mirándolo a los ojos que este es otro disco suyo previsible. En otras ocasiones, se repite la idea, pero con menos demostración de poderío, como “Galley Girl” o “Time Is”. No muy lejos se sitúan esas canciones que tienen también guitarras desbocadas a ratos pero a las que bien podía habérsele dado otro tratamiento más pop, como es el caso de “Alone”.

 

Y, lo sentimos, pero Hawley siempre va a tirar hacia lo que más recompensas le dan a él y al oyente, así que no puede escapar a esas canciones melancólicas imbatibles, como “Midnight Train”, “My Little Treasures”, “Emilina”, “Doors” o “Further”; esta última casi se puede entender como una segunda parte de su tema más reverenciado, “The Ocean”, aunque solo sea por mencionar la palabra ‘océano’ varias veces.

 

Añadamos a ello “Is There a Pill?”, un corte que combina ambas facetas, las guitarras crudas y lo más emocional, que parece abocada al fracaso desde el principio pero que, poco a poco, va sumando para convertirse en lo más conseguido del lote y una vía en la que podía o podrá indagar más, completando un disco no totalmente logrado pero que le permite tomar aire y avanzar sin volver la vista atrás en exceso.

 

 

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