PATTI SMITH

Patti Smith, rebeldía adulta

 

Su disco del año pasado Gone Again logró devolverla a los estudios de grabación después de ocho años. Era un trabajo solemne inspirado por las muertes de su marido, el guitarrista de los MC5 Fred ‘Sonic’ Smith, su antiguo amante Robert Mapplethorpe, su hermano Todd Smith, su teclista Richard Sohl y amigos como Allen Ginsberg y Williams S. Burroughs. Un año más tarde Peace And Noise la coloca en arenas más eléctricas y rockeras, con canciones políticas que suenan más como sus primeros y rebeldes discos.

 

Hubo demasiada tragedia en tu vida antes de Gone Again. ¿Te enfrentaste a Peace And Noise de distinta forma?

– Fred y yo habíamos decidido hacer un disco más concienciado socialmente. Pasamos muchas horas discutiendo la clase de disco que haríamos después de Dream Of Life. Cuando murió no tenía el corazón en forma para hacer un disco como el que pensamos. Enfoqué Gone Again como recuerdo de Fred, pero a medida que me fui volviendo más fuerte otra vez, decidí continuar el trabajo que habíamos pensado para nosotros. Conozco las cosas que significaban algo para él y las que son importantes para mí. Gone Again fue un disco muy específico. Este disco es el primero que he hecho en mucho tiempo en el que todas las ideas vienen de mis propios pensamientos.

 

¿Y la música?

– La mayor parte de la música fue escrita por el miembro más joven de la banda, Oliver Ray. Todo el disco está orientado hacia un sonido de banda, todo está hecho por la banda, excepto en «Last Call», en la que Michael Stipe canta al fondo. La mayoría está hecho en directo y un corte fue totalmente improvisado, «Memento Mori». Improvisamos durante 11 minutos y así es como quedó al final. Trabajamos en un antigua fábrica de hélices, ahora estudio, en el que tienes sobre tu cabeza esos grandes ventiladores que parecen hélices. Me recordaban la parte de arriba de los helicópteros, como aspas. Improvisé sobre eso. La canción es un recuerdo de alguien que murió en un accidente de helicóptero en Vietnam y que fue amigo de la infancia de mi desaparecido marido.

 

Acabas de trasladarte a Nueva York, ¿cómo te sientes?

– Es como volver a casa. Mi hijo y mi hija se están acostumbrando aún. Es muy distinto a vivir en un canal en Michigan, pero les gusta. Vivimos en el distrito del Soho. Nueva York es la ciudad más acogedora de aquellas en las que he vivido. Puedo salir y sentarme en el portal de mi casa. La gente me saluda. Los dependientes de las tiendas acaban por conocerte. Verdaderamente me gusta porque es muy internacional.

 

¿Has vuelto a Filadelfia últimamente?

– Sí, para tocar en el centro de Walt Whiltman. La gente tiene mucho aprecio por su tierra. Soy culpable de no haber vuelto mucho. La gente del Norte de Jersey piensa que la gente en el Sur son paletos y la gente del Sur piensa que el Norte es una zona industrial baldía. Yo crecí en una zona rural y tenía muchas ganas de salir. Traté de tener alguna oportunidad en Filadelfia, pero eso no funcionó, así que acabé en Nueva York.

 

¿Qué recuerdos especiales tienes de aquellos años?

– Recuerdo sobre todo grupos cantando a capella en las esquinas de las calles. Por las tardes podías ver cuatro o cinco tíos cantando, como si fueran The Five Saints o algo así. Canciones realmente bellas. Estuve una temporada en el hospital y los oía debajo de mi ventana, en la primavera, cantando temas como «In The Still Of The Night» o «Blue Moon.

 

¿Te gustaría reposar allí?

– Sí, estoy intentando comprar una de esas viejas pistas de baile cuadradas. Es un antiguo terreno llamado Thomas’ Field, en el que mi hermano, mi hermana y yo solíamos jugar. Y si puedo juntar el dinero para comprarlo, ahí es donde me gustaría reposar. Quiero ser enterrada en ese lugar, donde tengo algunos de los recuerdos más felices de mi vida con mis hermanos.

 

Recientemente has colaborado en los conciertos de apoyo al Tibet. ¿Cómo te involucraste?

– Estoy comprometida con la situación del Tibet desde 1959, cuando fue invadido. Tenía entonces 12 años, estaba en el colegio, y recuerdo que estaba haciendo un trabajo sobre el tema. Y entonces fue invadido. Como niña que nací después de la Segunda Guerra Mundial creí que todas las guerras se habían acabado. No pensaba que algo así pudiera pasar.

 

Y has acabado por colaborar con el Dalai Lama.

– Cuando invadieron el Tibet me puse a rezar por el Dalai Lama. Estaba desaparecido y yo estaba muy preocupada por él. Y ahora he conseguido trabajar con él. Si aguantas en la vida lo suficiente, acaban por suceder grandes cosas. Solía mirar el Hotel Walt Whiltman de pequeña y ahora estoy haciendo algo para el Centro Walt Whiltman. Todas estas cosas me emocionan mucho.

 

¿Puedes ver la influencia de Walt Whitman en tu propio trabajo?

– Sería presuntuoso decir que sí. No puedo decir que lo haya estudiado profundamente. Me gustaba Whitman como hombre. También sus intentos caritativos. Me gusta que hiciera lo que pudo durante la Guerra Civil para ayudar a la gente, para dar paz y consolar a los soldados moribundos.

 

Un buen montón de canciones parecen estar relacionadas con las últimas noticias y ser muy de su momento. Como «Last Call», en la que se habla del suicidio colectivo de la secta Puerta del cielo.

– Es muy difícil para mí reconciliarme con la idea del suicidio como algo conceptual, especialmente en la gente joven. He visto demasiada gente morir de SIDA o morir cuando no tenían otra elección. Como soy muy espiritual, no me siento capacitada para juzgar la espiritualidad de los demás. Pero no sentía que su líder tuviera ninguna autenticidad. Más y más gente no valoran su fuerza vital como debieran. Aceptan muy rápidamente perderla o tomar la fuerza vital de otros. La gente valora su propia estima según lo que tienen. Pero la fama y la fortuna son cosas muy efímeras.

 

¿Tanto te preocupa el materialismo en la sociedad?

– El crecimiento de la cirugía estética en nuestro país mete miedo. El crecimiento del diseño de moda, todo el concepto de los videos musicales… Lo encuentro angustioso. Creo que los 80 fueron un momento muy importante. Tener una estrella del cine elegante, desinformado, rico, materialista, amable, divertido y carismático como presidente fue algo malo, muy malo para nuestro país. No creo que fuera un hombre malo. Creo que era un ingenuo idealista. No estaba cualificado y de hecho hizo creer a los USA que, como en la guerra, en lugar de tener un pollo en cada olla, había que tener una bicicleta en cada garaje. No venimos a este mundo para merecer cosas materiales. Merecemos respeto, comida, cosas de la tierra, derechos civiles. Pero no necesitamos realmente una bicicleta.

 

¿Ves alguna solución?

– Como personas podemos despojarnos de nuestras pieles. Somos muy reacios, pero tenemos que desear abandonar nuestra piel. Estamos caminando hacia un nuevo siglo y es el momento perfecto. Estaba viendo el funeral de la Madre Teresa de Calcuta y había un montón de gente pomposa involucrada, pero también había un sacerdote bastante humilde. El reportero preguntó: «¿Quién va a llenar su vacío?» El sacerdote se lo pensó un momento y contestó: «Todos nosotros». Que es exactamente lo que yo vengo diciendo de Allen Ginsberg; mucha gente tendrá que ocupar su lugar. De cualquier modo, me entristeció verla morir, pero a la vez me pareció inspirador porque deja un agujero tan grande que debe ser ocupado. Con la Princesa Diana, ¿qué hicieron? Enviaron millones de dólares a su Fundación para caridad… De todas formas, hay un buen montón de cosas positivas en el mundo. (Se edita un nuevo disco de Bob Dylan!

Xavier Valiño

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