CAMPUS GALICIA ARTICULO FESTIVAL DOCTOR MUSIC 2000

ARTÍCULOS 2000

Doctor Music: Beck bien vale el intento

Xavier Valiño

Beck en directo

“Viajo sin rumbo fijo en mis botas viejas…” Evidente: si Beck no existiera, el Doctor Music Festival tendría que inventárselo. Genios así –por fin el mismo se propone ya como tal sin paliativos- no abundan ni nacen todos los días. Llegó con su pinta de desvalido tísico y levitó, a base de blues rural, acústica y armónica, por encima de cualquier interrogante en una carpa que se quedaba a la altura de su tamaño físico: pequeña para tamaña demostración. Le bastaron tres canciones para amenazar con que lo suyo no tendría parangón. Nada ni nadie lo podría parar y, mucho menos, superar.

Dos horas después, en el escenario principal arrolló a todo lo que se puso a tiro. Su música, de otra dimensión; sus músicos, tan extravagantes como efectivos; su pinchadiscos, arrancándose por bulerías extraterrestres en los platos; sus canciones, tan grandes como el anfiteatro natural al que se dirigía; su final, de un teatral que aún justifica el pasado alternativo que se le supone. “Jack-Ass” sirvió de detalle, interpretado como “Burrito” en un ininteligible castellano y a golpe de mariachi. ¿El concierto de su vida? Probablemente. Si Prince es el príncipe de Minneapolis, y Björk se convirtió un buen día en la reina de Benicassim y de nuestras vidas, Beck fue el rey de todas las vacas, al menos de las pasadas, y el único capaz de sustentar en su frágil figura todo un macrofestival, justificando, de paso, los 37 millones que se llevó y que los organizadores se lo robaran a un festival de la competencia a golpe de talonario.

No queda claro si el viernes se declaró como día triunfal sólo por su presencia, aunque hay que reconocer que Muse le pusieron más intensidad y entrega que nadie en la Carpa Cabra 1, que Henry Rollins volvió a desgañitarse sobre las tablas como poseído por el demonio, tres versiones de Thin Lizzy incluidas, y que Rinocerose dejaron planear libremente su electro elegante como nunca antes sobre los prados de Llanera, convirtiéndose en la inesperada sorpresa de la onda bailable. Incluso Pet Shop Boys tuvieron un pase, a pesar de su insospechada sobriedad, al desgranar sus éxitos uno tras otro sin respiro y con intervalo acústico incluido.

No había avanzado mucho el sábado en la esfera de los relojes de quienes habían tenido la suerte de vivir un día sin igual en las 24 horas precedentes, cuando quedaría claro, con Zebda en el escenario, que ése era el día para cumplir con las expectativas que a cada uno se les tenían reservadas.

Los franceses se refrendaron como los más firmes candidatos al trono vacío de Mano Negra. Paul Weller supuró clase, estilo y gusto como nadie, aunque haciéndoselo evidente sólo a una generación muy concreta, porque a los demás les faltaba una canción con la que conectar. Hefner confirmaron que no hay nadie como ellos para que le reflejen a uno las contradicciones de la vida propia con inteligencia y simpatía, a medio camino entre Violent Femmes y Jonathan Richman. Manta Ray, de nuevo, sí, tejieron sus ambientes hipnotizadores, esos a los que llaman canciones sin serlas. Tindersticks volvieron a dramatizar sus lamentos no pensados precisamente para grandes eventos.

Incluso el espectáculo teatral de Els Comediants, grandes como todos los anteriores, podía intuirse: el fuego como excusa perfecta para sacar sus pasacalles de demonios traviesos, brujas enrevesadas, bufones gamberros, tracas y antorchas, todo ello coronado por fuegos artificiales y extras encarnando a la Razón. Sólo Sandy Dillon, por desconocida, y 7 Notas 7 Colores, por desplegar más artillería verbal de lo habitual y contar con DJ Vadim a los platos, se escaparon al guión previsible para brillar como el resto de sus colegas de día.

No las tenía todas consigo el domingo y, a medida que pasaban las horas, aún fue a menos. Sólo Gomez y Leftfield salvaron los trastos. A Lou Reed los aguaceros no le levantaban el ánimo y su sobria actuación fue retrasándose lo indecible. Cuando salió, dejó claro que los mejores músicos de los tres días estaban detrás de él y que su sonido era excelso, pero, de nuevo, no estaba por las concesiones fáciles y, al igual que a su colega Dylan, acabaron exigiéndole más.

Puede que no todos aprecien la calidad por sí sola. Es más: últimamente la vistosidad escénica se impone a la calidad artística. Y en el Doctor Music Festival hubo ejemplos para dar y tomar: Molotov, Bloohound Gang –estos al menos políticamente incorrectos-, Soviet Sister…

Aunque, una vez más, por desgracia, el protagonista principal fue la ausencia de respuesta popular. Los responsables del evento no saben apuntar una razón y hay que reiterarles que es exclusivamente una: un cartel tan amplio y variopinto que, aún siendo ésta también su mayor virtud, impide marcar una línea de referencia y ahuyenta a los espectadores. Con abonos más baratos y un cartel más atractivo –sí, la primera edición es, definitivamente, insuperable- otra vaca les cantaría. Además, deberían suplir sin disculpas las ausencias, muchas y de renombre en esta ocasión: Les Rythmes Digitales, Gorky’s Zygotic Mynci, Robert Plant con Priory Of Brion, Manchild, Rae & Christian…

De lo demás, nada que objetar. Tal es la impecable organización, la comodidad y las excelentes infraestructuras que lamentaríamos tener que dejar al Doctor Music Festival dormitar en la noche de los tiempos. De todas formas, y al menos por esta edición, siempre quedará Beck y sus caleidoscópicas imágenes en el recuerdo.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO CURTIS MAYFIELD

ARTÍCULOS 2000

Curtis Mayfield

Alma de soul

Curtis Mayfield no es tan conocido como James Brown o Marvin Gaye, por citar a algunos de los nombres esenciales de la música negra, pero en algunos aspectos les supera con creces.

Su inconfundible voz, con un delicioso falsete que le hace identificable a la primera, la crónica social de sus textos, ya fueran de temática social o bien simples (y maravillosas) canciones de amor, su labor como compositor, productor y arreglista y su entereza ante las adversidades (un incendio arrasó su casa, en 1990 sufrió un accidente que le dejó paralizado de cuello para abajo), le otorgan un puesto de honor entre los más grandes. Y, además, es uno de los escasos músicos que figuran por partida doble en el Rock & Roll Hall Of Fame, una por su carrera en el seno de los Impressions y otra por su trayectoria en solitario.

Nacido en Chicago en 1942, en el seno de una familia pobre, Curtis debuta profesionalmente con The Impressions. Su entrada en el grupo supone el principio del éxito, gracias a canciones como "For Your Precious Love", "Gipsy Woman" o "People Get Ready", que fue pionera por su tratamiento reivindicativo de la minoría negra en los EEUU y se convirtió en himno del movimiento pro derechos civiles.

Su época dorada, ya en solitario, abarca la primera parte de la década de los setenta, cuando grabó sus obras maestras y fue asiduo visitante de las listas de éxitos con joyas como "Move On Up", "We, The People Who Are Darker Than Blue", "Superfly", "Freddy’s Dead", "So In Love" y un largo etcétera.

A finales de los setenta, la irrupción de la música disco oscurece su carrera, aunque no dejaría de trabajar incansablemente, grabando, tocando en directo, produciendo y componiendo para otros artistas como Aretha Franklin, The Staple Singers, Gladys Knight and the Pips. En 1990 sufre un accidente que le dejaría paralizado hasta su muerte. Esto no le impediría grabar un disco –New World Order, 1996-, aunque tuvo que hacerlo tumbado en el suelo boca arriba.

El sello discográfico Castle ha reeditado con gran cariño lo esencial de la discografía de Curtis Mayfield en una serie de discos dobles remasterizados disponibles en vinilo de 180 gramos y en compacto con dos discos cada uno, incluyendo notas biográficas y pósters.

La primera entrega recoge Curtis y Got To Find A Way. El primero, debut de Curtis en solitario, impresiona por su calidez, su buen gusto y unos maravillosos arreglos orquestales. Incluye la versión extensa de “Move On Up”, su mayor éxito en Europa, y gemas como “The Makings Of You” o “We, The People Who Are Darker Than Blue”. Un disco imprescindible.

La segunda contiene dos discos grabados en directo: Curtis Live! Y Curtis In Chicago. Curtis Live! (1971) fue el primer trabajo de Mayfield en solitario y fue grabado en Nueva York. Está considerado como uno de los mejores discos en directo de la historia del rock. Curtis In Chicago (1973) es la grabación de una actuación de televisión memorable en la que le acompañan The Impressions, Leroy Huston y Gene Chandler y que incluye el tema “Superfly”.

Para la tercera, se han recogido Roots y Sweet Exorcist. Roots fue su segundo álbum de estudio. En este disco "We Got To Have Peace" supone lo que "Move On Up" a su primer trabajo: un himno anti-violencia en contra de la guerra. Fue editado en pleno auge de su carrera, consiguiendo el mismo éxito que con su trabajo anterior. Como añadido, Sweet Exorcist, con siete temas, que incluyen el éxito "Keep On Keepin’ On".

En la cuarta reedición están Superfly y Short Eyes. Con Superfly uno puede olvidarse de Jackie Brown. Ésta es la banda sonora de las blaxploitation por antonomasia, con clásicos como "Freddie’s Dead", "Pusherman" y "Little Child Runnin’”. Es el Curtis Mayfield más clásico y creativo, como Shaft y What’s Going On de Marvin Gaye en uno. Música sofisticada, pero a la vez con el toque callejero de la película, melódica, funk e inteligente.

Quedan para el final, There’s No Place Like America Today y Give, Get, Take And Have. El primero, There’s No Place Like America Today (1975), fue el ataque más fiero de Mayfield a las injusticias sociales americanas, con una banda sonora rotunda. Give, Get, Take And Have (1976) fue el puente que unió el soul y la explosión disco que emergía en aquella época, la misma que le condenaría al ostracismo en los siguientes años.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO FESTIVAL BENICASSIM 2000

ARTÍCULOS 2000

FIB: Camino sin retorno

Primal Scream en Benicassim 2000

Curioso, curioso. En un Estado en el que todos huyen de la cultura minoritaria como la peste, el festival veraniego que triunfa es el de Benicassim, consagrado a la música independiente y más al margen de los medios masivos. Y no hay excusas que valgan: a estas alturas el Festival Internacional de Benicassim tiene un público fiel que pasea la especialización como su estandarte y el elemento que le hace existir por imperiosa necesidad.

Edición del 2000: 24.000 espectadores, 700 periodistas, televisión en directo, 150 millones de oyentes a través de las ondas, 500 millones de presupuesto… Cantidades para marear, pero no para perder el Norte. A pesar de haber crecido cuantitativamente en los años anteriores –no en éste, ojo, el techo ya está marcado-, la filosofía original permanece inalterable. Y el resultado se traduce en un balance artístico satisfactorio y en una organización casi impecable: quedan en el debe los cortes a Primal Scream, Elastica, Johnny Marr’s Healers o Los Fresones Rebeldes.

Cartel. Contar con Oasis en el plantel de artistas significa una seguridad que permite dedicarse a grupos aún más minoritarios. Así que de menos calidad en la programación, nada. Más bien todo lo contrario: posibilidades así no se pueden tener todos los días, por lo que la mayoría intentan convencer a una audiencia respetuosa, pero crítica, de sus propuestas. Arriesgadas unas, desconocidas otras, creativas todas, y con un amplio margen por delante, del que Benicassim se convierte en punto de partida a ese sendero que ya no tiene vuelta atrás.

Oasis. Sólo uno de los hermanos Gallagher, Liam, se dignó en pisar el escenario. Noel ya no es más que el mito a imitar. Lo hace su guitarrista de reemplazo, como un clon -y lo hace también Johnny Marr al frente de su nueva banda, demostrando como el maestro ha pasado a imitar al alumno-. Lo que ahora representan los de Manchester, cuando Liam decide concluir un concierto, es un gigantesco karaoke, poniendo en evidencia que los Oasis del 2000 poco tienen que ver con la banda que hace cuatro años conquistó el mundo. Eso sí, los sustitutos se ganan el sueldo con su perfecta clonación, y cuando Liam canta “Rock’n’Roll Star” el mundo le da la razón: ha conseguido su sueño, con la arrogancia y la chulería como elementos indisolubles a tal condición.

Primal Scream. Si los Rolling Stones sonaran como deberían en este cambio de milenio, se llamarían Primal Scream. La mejor banda rock del mundo, ni más, ni menos. Tienen la actitud punk, los riffs del Keith Richards más bastardo, la química del verano del amor, la imagen de Joe Strummer y la fuerza de una locomotora desbocada. Suenan peligrosos, sucios, vanguardistas, clásicos, primitivos, agresivos, eléctricos… Incitan a la rebelión y consiguen la unanimidad en la acción y en el baile. Bobby Gillespie es la instantánea de Benicassim 2000, al menos la que nos gustaría recordar.

Richard Ashcroft sin The Verve. El nerviosismo dio paso a una confirmación. Sin su anterior grupo, Richard Ashcroft pierde fuelle: sus acompañantes no dejan de ser meros mercenarios. Pero jugó con las cartas marcadas: ennegreció su inmaculado sonido con coros soul y gospel y, al final, consiguió que su reblandecido sonido diera el pego. Triunfo por insistencia y convencimiento.

Escenario Maravillas. En un escenario tan grande, consagrado en su mayoría a las propuestas más rock, casi todos brillaron por debajo de las expectativas. Sólo merecen una mención Six By Seven –penúltima regeneración del rock británico-, Autor de Lucie –delicadeza entre tanta pretenciosidad- y la excelente voz de la cantante de Morcheeba, un grupo demasiado dirigido a las audiencias mayoritarias.

Grupos estatales. Los Planetas arribaron con una actuación anterior olvidable y, en el 2000, casi consiguen hacerlo inolvidable. Aún habrá tiempo para superarse, porque el Festival es suyo. Sexy Sadie tienen ya bastantes clásicos coreables y Astrud reconvirtieron la ironía y la sencillez en su mérito –“gracias por venir a vernos a nosotros y no a Onasis; al menos nosotros hemos venido los dos”-.

Escenario “Viaje a los sueños polares”-“Urbe.es”. Con la única pretensión de disfrutar, agradar y convencer, la mayoría de sus inquilinos ocasionales fueron los grandes triunfadores: Saint Etienne y su pop lujoso y lujurioso, Pizzicato Five al borde del delirio bailable y Gonzales como el trío más canalla e incorrecto de los tres días. No estuvieron solos: Mojave 3, Baxendale, Pop Tarts, Le Hammond Inferno –y la consigna “Move Your MP3s”, guiño al subconsciente colectivo en tiempos de piratería masiva en red-…

Dos momentos para el recuerdo. Richard Ashcroft y sus diez minutos en acústico y eléctrico de un “Bitter Sweet Symphony” glorioso, y Moloko, con veinte minutos de un “Sing It Back” en acústico, eléctrico y versión dance que aún seguiremos bailando por mucho tiempo.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO ACUARELA

ENTREVISTAS 2000

Jesús Llorente, pintor de acuarelas

Acuarela es uno de los sellos independientes más interesantes de nuestro Estado. Ahora se cumplen su quinto aniversario, tiempo que han empleado en descubrirnos a Sr. Chinarro, forjar un catálogo internacional exquisito y colocar a Astrud en una multinacional. Jesús Llorente, máximo responsable, hace balance semanas antes de lanzar el disco más hermoso en su lustro de existencia, el de los asturianos Mus.

– ¿No es un poco esquizofrénico hacer de periodista y tener tu propio sello?

– La verdad es que, conforme el sello se va haciendo más grande y más próspero, compaginar ambas cosas se ha convertido en algo que requiere un gran esfuerzo. Puedo decirte que aunque he escrito montones de artículos, entrevistado a cientos de grupos y criticado muchísimos discos, me cuesta una enormidad hacer la hoja informativa de cada disco o banda que publica Acuarela. De todas maneras es verdad que mis gustos como crítico se reflejan en la música que edito.

– ¿Cuántos casos conoces de gente que haya trabajado en los dos frentes y lo haya hecho con dignidad?

– Ahora mismo no caigo. En Inglaterra hay periodistas que, al tener maquetas de primera mano muy interesantes, se han lanzado a editarlas movidos por el impulso de aparecer ante los demás como los descubridores de algo nuevo y excitante. Fue el caso, por ejemplo, del primer single de Elastica. Por lo demás, no conozco muchos casos de una trayectoria larga compaginando ambas actividades.

– ¿Alguno de los grupos con los que cuentas en tu sello los conociste en tu labor de crítico?

– Sí, Sr. Chinarro. Salían en un recopilatorio publicado por el sello sevillano El Colectivo Karma (ahora Green Ufo´s) y también conocíamos sus primeras maquetas. Sr. Chinarro fueron la razón original de montar el sello.

– ¿Cómo ha cambiado la escena independiente en los cinco años que llevas editando discos?

– Pienso sinceramente que ya no hay escena. La hubo, entre el 92 y el 94, y tenía cierta ingenuidad, cierta energía que ahora recuerdo con cariño. Pero desde luego ahora hay mejores grupos, mucho menos miméticos que antes, más maduros, no importa que estilo practiquen. No es que la música independiente en España sea un jardín de rosas. El verdadero talento -Manta Ray, Los Planetas…- no es un rasgo común. Todo lo que hay entre Sunflowers / Dover / Neurotics y Los Fresones Rebeldes / TCR / Meteosat vive una efervescencia que dará sus mejores frutos de aquí a dentro de dos años.

– ¿Y la de la prensa musical con la desaparición de "Spiral" y la aparición de "Mondo sonoro" -gratuito- o "El País de las Tentaciones" -acompañando a un periódico de gran tirada y de gran influencia, por lo tanto-?

– La verdad es que a pesar de la aparición de los medios que citas, la Biblia del movimiento independiente sigue siendo ‘Rockdelux’. ‘Mondo Sonoro’, y también revistas como ‘aB’, mejoran a pasos agigantados, pero no tienen una personalidad muy definida. Y ‘Tentaciones’ es un poco un cajón de sastre en el que cabe desde lo más moderno a lo más cutre, pensando que la expresión inglesa "It´s so shite it´s good" –“es tan malo que tiene que ser bueno”- es una buena premisa para ciertas cosas. Muchos de sus artículos son muy interesantes. A veces la gente se olvida de que la moda es lo primero que se pasa de moda. De todas maneras, leo todas las revistas que encuentro. En general me entretienen, pero de algo estoy seguro: a ninguna de ellas le interesa convertirse en abanderada de ningún movimiento, tal y como quiso hacer –fracasando- ‘Spiral’ hace unos años.

– ¿Qué grupo has intentado fichar y no has podido y qué grupo de los que no has intentado te gustaría tener en Acuarela?

– No me considero un cazatalentos, así que no estoy obsesionado con los fichajes. Me hubiera gustado fichar a Manta Ray o a Peanut Pie. Me encantaría tener en el sello a Los Planetas y a Le Mans.

– ¿Te guías por el gusto personal a la hora de un fichaje o hay otros condicionantes?

– Exclusivamente mi gusto personal, pero siempre hay que tener a unos Migala con cierto éxito para poder arriesgarse con Jr o Diariu, o lanzar un disco con temas inéditos de Hefner para financiar la grabación de Emak Bakia. Tener un sello, llevarlo decentemente, se basa en el equilibrio de viabilidad y riesgo.

– ¿Quién debe más a quién: Acuarela a Sr. Chinarro o viceversa?

– Sin Sr. Chinarro no existiría Acuarela, pero al mismo tiempo sin Acuarela Sr. Chinarro sería algo bien distinto, no digo que mejor ni peor, sino simplemente distinto. Nuestra relación es de amor y odio, como uno de esos matrimonios que se conocen demasiado bien, hacen el amor todos los sábados, y se echan espantosas broncas en privado.

– Desde fuera, da la impresión de que trabajar con Antonio Luque es difícil, pero ¿es así realmente?

– Solo a veces la situación llega a ser insostenible. Es la única persona que conozco que se acerca a la categoría de genio. Sus conversaciones, sus ocurrencias, sus letras, su capacidad para componer, incluso sus chistes tienen una carga de profundidad y al mismo tiempo de cachondeo, que no se capta con una mirada superficial sobre su obra. En general es un tipo muy desengañado con el mundo de la industria musical, de los críticos, de las discográficas, y puede ser tremendamente arisco y cruel, pero nuestra relación nunca ha corrido peligro.

– Vuestro catálogo internacional es impecable -Hefner, Will Oldham, Songs: Ohia, Dominique A-. ¿No te queda mal sabor de boca al saber que no llegará a tanta gente como quisieras?

– Precisamente esos discos se venden mucho más en Europa o Estados Unidos que en España. Es nuestra forma de que Acuarela sea un sello de culto en muchos países. Recuerdo que hace unos años publicamos el primer single de Bis y aquí se vendieron 20 copias. Ahora salen en toda la prensa musical y los conoce todo el mundo.

– ¿Qué aporta la nueva colaboración con Chewaka y Virgin para la edición del primer disco de Astrud?

– Astrud son, oficialmente, un grupo de Chewaka. Acuarela se convierte en "productora ejecutiva" de sus discos, y además publicaremos el formato vinilo, percibimos un royalty, etc… Lo que tengo claro es que a pesar de la fama de "arty" y de "tristones" que tenemos en Acuarela, hemos descubierto a gente como Astrud o Bis, que son extremadamente comerciales, pop en estado puro.

– ¿Y qué confianza hay en el primer disco de Mus?

– Total. Tenemos la impresión de que va a ser uno de los mejores discos del 99. Mezcla con tanto buen gusto la música electrónica, las bandas sonoras y las melodías con sabor brasileño o francés que los resultados son estremecedores. Se llama "Fai".

– Tengo entendido que tienes publicado un libro de poemas. ¿Cómo se titula y dónde se puede conseguir?

– Hace un año se publicó "Luna Hiena" (Vitruvio, 98) y está a punto de salir "Verano Muerto" (Renacimiento, 99). El primero está agotado y el segundo se podrá conseguir en librerías especializadas.

– Y de tu faceta como promotor de conciertos, ¿qué has aprendido?

– Que es algo que necesita plena dedicación y que no pienso prodigarme mucho. He traído a España a Moonshake, Pram, Red House Painters, Will Oldham, Smog, The Magnetic Fields, Songs: Ohia o Lois, y es algo agotador. El poco dinero que se gana no compensa las horas, las tensiones, las discusiones, los contratiempos, y las decepciones. Yo soy un poco desastre en la organización, pero la mayoría de los grupos se han ido muy contentos a sus respectivos países.

– ¿Cuáles son los grandes lanzamientos para este año y cuáles son los fichajes recientes?

– El fichaje más reciente ha sido el grupo cordobés Flow, conocidos porque publicaron 3 discos en Elefant hace unos años. Ahora cantan en castellano y son mucho más pop, algo entre Los Planetas y La Buena Vida. Nuestros próximos lanzamientos son el álbum de Mus, un disco nuevo (seguramente un mini-lp) de Sr. Chinarro titulado "La pena máxima", un recopilatorio veraniego con muchos temas inéditos y un EP de los norteamericanos Drunk.

– Por último, ¿se han cumplido ya las expectativas que tenías cuando empezaste con el sello?

– Por ahora sí, pero cada vez me obsesiona más el trabajo y estudio nuevas fórmulas para mejorar el sello, hacer que cada jornada sea más sosegada y creativa. Por ahora vivimos (somos ya 3 personas trabajando en él) un ritmo muy frenético. Y sí, desde hace dos años, vivo del "indie", después de otros tres continuamente amenazado por las deudas, las quiebras y las depresiones.

Xavier Valiño

CAMPUS GALICIA ARTICULO VAN MORRISON

ARTÍCULOS 1999

Van Morrison, viajero astral

Sin lugar a dudas, los recientes rumores sobre el regreso de Van Morrison lo que intentaban era atraer la atención de antiguos seguidores perdidos por el camino. Una vuelta a la forma de antaño, decían, citando el título de su nuevo disco, Back On Top –De nuevo en la cima- como la mejor de las pruebas. Otros hablaban de la recuperación de la atmósfera enrarecida de Astral Weeks y de los arreglos de viento de su etapa más aclamada, la de mediados de los 70.

Puede que estas campañas funcionen, aunque si hay algo claro es que el león de Belfast no está detrás de ellas: él deja caer su música de vez en cuando y que los demás dispongan, a poder ser sin hacer demasiado ruido. Incluso una declaración tan rotunda -y acertada- como la que da nombre al álbum se ve atemperada por versos amargamente sardónicos como los que incluye la canción que lo titula (“¿Qué puedes hacer cuando llegas a la cima y ya no tienes ya ningún sitio al que ir?”).

En esta ocasión, la sección de viento queda en las manos del reputado saxofonista Pee Wee Ellis, mientras que el alabado Fiachra Trench es quien aporta los redoblados arreglos de cuerda. De esta forma George Ivan se ve libre para continuar su viaje como sufridor peregrino del blues, que va marcando sus pasos con su propia cruz por un estrecho camino que le lleva del prodigio bucólico al relato de la amarga experiencia con el negocio musical.

El Van Morrison de Astral Weeks nunca hubiera escrito algo tan conscientemente quejumbroso como “New Biography” ni tan violento como el vapuleo descrito en el climático “Golden Autumn Day”. Lleva ya demasiado tiempo siguiendo su propio rumbo, con tanta insistencia que ya es demasiado tarde como para volver al principio y empezar de nuevo.

El glosario de influencias (Ray Charles, Sam Cooke, John Lee Hooker) y nombres recurrentes (William Blake, Mary Shelley, Chet Baker, The Chieftains) proporcionan puntos de referencia fidedignos, sobre los que ha construido un mundo particular tan reconocible, para el que el inmovilismo o la retirada nunca han sido opciones a considerar, convirtiéndose en una de las odiseas musicales más resolutas y resplandecientes de las últimas tres décadas.

“Going Down Geneva”, el corte que abre Back On Top, es una comienzo arisco y seco, una declaración de intenciones en la que la guitarra serrada de Mick Green cabalga sobre un boogie desvergonzado mientras que un Van Morrison que pasa mucho tiempo en la carretera declara sentirse lejos de casa, haciendo sonar toda una tormenta en su armónica (un grito huracanado que reaparece de vez en cuando a lo largo de todo el disco), al tiempo que se pregunta “cómo es posible que todo esto haya llegado tan lejos”.

Las dos joyas gemelas del álbum –“Philosopher’s Stone” e “In The Midnight”- le siguen. Se trata de material irrebatible: la primera, una valoración aguda y mordaz del don de los artistas (“Ni siquiera mis amigos saben que mi trabajo es convertir el plomo en oro”) y la segunda, el hermoso y controlado relato lleno de soul de un agonizante revés emocional, con un órgano humeante, la sentimental guitarra de Mick Green y la poderosa voz de Van Morrison, tan robusta y tierna como siempre.

A lo largo de todo el disco, Mick Green se revela como uno de los tesoros mejor guardados de la música actual, mientras que la voz en falsetto que habitualmente pone Brian Kennedy, una intrusión demasiado relevante en los últimos discos y en las recientes giras, ha sido relegada a un papel secundario, conservando su característico juego de contrapunto con la sequedad ronca del maestro.

Incluso la composición de Van Morrison ha recuperado la urgencia que se había echado de menos en los últimos años. “High Summer” puede ser la más fascinante manifestación de Lucifer en el legado del blues moderno, en la que Van Morrison descubre que el diablo no anda sino en el hombre corriente. Y “Precious Time” es una optimista melodía de gospel que podría situarse a la altura de clásicos como “Bright Side Of The Road”, aunque en este caso se contrapone a un cierto aire de oscuro realismo.

Tanto en esta canción como en “Golden Autumn Day” parece que Van Morrison se ha dejado imbuir de la inspiración de su socio en la carretera Bob Dylan y de su celebrado último disco, Time Out Of Mind, al evocar un fatalismo que de alguna forma consigue mostrarse edificante. Así que no estamos ante el viejo Van de nuevo, sino que es el actual en la cima de su propio juego, algo que añorábamos desde su Hymns To The Silence al principio de la década. ¿Quién, sino, podría hacerlo de otra forma?

Xavier Valiño

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