NUCLEARES

¿Nuclear, sí, por supuesto?

Aún hoy escuchar la proclama conscientemente polémica del Aviador Dro y sus Obreros Especializados a principios de los 80 incita a la sonrisa. Otros no mantenían la misma proclama, en canciones como “New Frontier” (Steely Dan), “Hiroshima Mon Amour” (Ultravox), “Eve Of Destruction” (Barry McGuire), “Atomic” (Blondie), “Two Tribes” (Frankie Goes To Hollywood), “Atom Tan” (The Clash), “Radioactivity” (Kraftwerk), “Nuclear War” (Jimmy Cliff) o “Hiroshima” (Todd Rundgren)…

 

Todas tienen que ver con la bomba atómica y la energía nuclear. Pocos llegaron a participar en manifestaciones en su contra, como U2 en 1992 apoyando a Greenpeace en Sellafield -en la foto-, y pocos se atreven a asaltar una central nuclear, actividad de moda recientemente en España. A la mayoría les basta con escribir una canción. Aquí van una docena con sus motivos.  

 

– Bob Dylan: «A Hard Rain’s A-Gonna Fall» (The Freewheelin’ Bob Dylan, 1963)

La crisis de los misiles entre su país y Cuba en 1962 fortaleció la visión pesimista de Dylan, que creyó durante un tiempo que nadie viviría para contarlo. Sus versos: “He paseado por siete bosques tristes, he estado delante de doce océanos muertos, he estado diez mil millas en la boca del cementerio.”

– Crosby, Still & Nash: «Barrels Of Pain» (Crosby, Still & Nash, 1991)

Graham Nash se concienció cuando escuchó hablar de los residuos radioactivos que se depositaban en el Pacífico. Empezó a colaborar en conciertos en contra de la energía nuclear, se asoció a los Músicos por la Energía Limpia y compuso este «Barriles del dolor» después de anunciar que había visto fotos de esponjas mutantes.

– Gil-Scott Heron: «We Almost Lost Detroit» (Bridges, 1977)

«A 30 millas de Detroit hay una gran central nuclear. Trabaja toda la noche, a unos segundos de la aniquilación.» El poeta del soul ya había compuesto otra canción sobre el tema años antes, aunque ahora se refería al incidente en la central de Detroit que, también, encontró hueco en la película Silkwood -interpretada por Meryl Streep-. A continuación, se preguntaba: «¿Qué nos hubiera contado Karen Silkwood si ahora no estuviera muerta?»

– Grace Slick: «Bikini Atoll» (Software, 1984)

La ex cantante de Jefferson Airplane se refería, en su debut en solitario, a las primeras pruebas atómicas submarinas que en 1946 tuvieron lugar en el atolón Bikini, en el Pacífico. Aquel mismo año, las mujeres occidentales comenzaron a llevar un bañador de dos piezas al que bautizaron «bikini» porque tenía un efecto explosivo en los hombres.

– Landscape: «Einstein A Go-Go» (From The Tea-Rooms Of Mars To The Hell Holes Of Uranus, 1980)

Uno de los éxitos menores del techno-pop tenía como inspiración la autobiografía de Albert Einstein, el científico que, con sus teorías, hizo posible la bomba atómica, aunque estaba en contra de las guerras. La primera línea de la canción parte de la premisa de que alguien intenta avisar al presidente de los Estados Unidos de un inminente ataque nuclear, pero se encuentra la línea ocupada.

– Love: «Mushroom Clouds» (Love, 1966)

«El cielo está oscuro y gris,”cantó Arthur Lee en el disco de debut de Love. Otras, como «My Little Red Book» o «Signed DC» tuvieron mucha más aceptación, aunque líneas como la que hablaba de «bebés muriendo» hicieron brotar las lágrimas de todos los que, en aquel tiempo, buscaban sonidos y palabras que hablasen de la paz universal.

– Morrissey: «Everyday Is Like Sunday» (Viva Hate, 1988)

Ya lo había adelantado en «Ask»: «Si no es el amor, entonces será la bomba lo que nos una.» Así que, para su primer disco en solitario, retomó una idea parecida y un poema de John Betjeman –»Come Friendly Bombs»- para sus versos «Ojalá no estuviera aquí, en la ciudad costera que se olvidaron de bombardear. Que venga, que venga la guerra nuclear.» No hay nada como sentirse desgraciado para acordarse de remedios excesivos.

– Nuclear Regulatory Commission: “Z-Bomb” (Reactor, 1979)

Salieron de una comuna hippie en Nashville para convertirse en activistas contra la energía nuclear. Enfundados en trajes anti-radiación, tocaron en festivales en contra de las nucleares y se dedicaron a realizar inspecciones guerrilleras de instalaciones nucleares. Grabaron un disco, Reactor, con títulos como, por supuesto, «Punto crítico», «Fallo del sistema», “Inspección”, “Generador” o «Bomba Z».

– OMD: «Enola Gay» (Organisation, 1980)

El avión que soltó la bomba sobre Hiroshima aquella fatídica mañana de 1945 llevaba el nombre de la madre del coronel del aparato. 35 años más tarde, Paul Humphreys y Andy McCluskey, siempre influenciados por la Segunda Guerra Mundial -uno de sus primeros grupos se llamaba La ropa interior de Hitler- tuvieron su gran éxito con la canción del mismo nombre que el avión. En aquellos tiempos, McCluskey le confesó a un asombrado periodista que poseía una flotilla de aviones de la Segunda Guerra Mundial. «De juguete,» aclaró, para continuar diciendo, «acabo de pintarlos esta mañana.»

– Randy Newman: «Political Science» (Sail Away, 72)

La idea de esta canción del ahora premiado autor de las partituras de Disney no era, precisamente, políticamente correcta, por no decir otra cosa. Según él, las naciones que reciben ayuda de los Estados Unidos son rencorosas y no agradecidas. Su conclusión: Asia tiene mucha población; Europa es un continente antiguo; África, demasiado caliente, Canadá, demasiado fría… Sólo Australia vale la pena ser salvada. Para el resto: «Tiremos la gran bomba y pulvericémoslos.»

– Sting & The Radioactors: «Nuclear Waste» (Single, 1977)

Steve Hillage y Mike Howlett le pidieron a un tal Sting, por entonces cantante punk de los desconocidos Penetration, que pusiera la voz a una canción que decía en su estribillo «Strontium 90, strontium 90, quiero llegar a ver el año 1999.» Sólo se editaron 500 copias, aunque aprovechando el accidente de Chernobyl -y la adquirida fama de Sting- se reeditó en 1986.

– Yoko Ono & Paul McCartney: «Hiroshima, It’s Always A Beautiful Blue Sky» (Inédita, 1995)

Aunque parece que, de nuevo, las cosas no van bien entre ellos, un buen día de 1995 Yoko y Paul se reunieron para componer esta canción épica de siete minutos, con la colaboración de Sean Lennon, el hijo de John. En el momento de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, Yoko Ono tenía doce años y estaba viviendo en una granja familiar en Japón. Había vivido ya en los Estados Unidos, aunque después de lo de Pearl Harbour, su familia tuvo que regresar rápidamente a su país de origen. No eran, por decirlo así, bienvenidos.


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