LA MUERTE DE STALIN

La muerte de Stalin

Armando Iannucci (Avalón)

 

 

Un rótulo al final recuerda que estos hechos sucedieron de verdad, que no son invención de los guionistas y, de hecho, se explicita cómo acabó cada uno de los siete personajes principales, los carroñeros que en su día pudieron postularse como sucesores de Stalin al mando del destino de la Unión Soviética.

 

El recordatorio no es gratuito porque podría resultar increíble como ficción, e incluso algunos hechos se han aligerado. Quizás el tono sea lo único que no coincide con la realidad: esta hilarante sátira caricaturesca plagada de humor negro trivializa lo que realmente fue una época oscura y brutal para la población que la vivió, pero probablemente sea la única forma de contarlo.

 

Su director, responsable en su día de la reivindicable In the Loop, consigue mantener el ritmo e interés durante toda la cinta, aunque no todos los gags alcancen el mismo nivel, algo similar a lo que ocurría con la celebrada La vida de Brian. Es esta una película de actores, todos en estado de gracia, destacando especialmente Simon Russell Beale como Lavrenti Beria, Jeffrey Tambor en el papel de Malenkov y Steve Buscemi interpretando a Nikita Khrushchev.

 

 

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