Judas y el Mesías negro
Judas y el Mesías negro
Shaka King (Bron Creative-Warner)
Podría parecer una respuesta orquestada a las críticas de años anteriores que se hacían eco de la escasa repercusión que obtienen por lo general las películas centradas en la comunidad afroamericana.
Ahí están, en esta temporada, y entre otras que han tenido menor recorrido, Una noche en Miami, La reina del blues, The Last Black Man in San Francisco, Queen & Slim, Luce, Miss Juneteenth e, incluso, las cinco entregas de la serie televisiva Small Axe (Steve McQueen), que son en realidad cinco largometrajes independientes entre los que merecen destacarse Lovers Rock y Educación. Todas ellas perfectas para estas semanas de premios… en un año de celebraciones más discretas y mucho menor alcance.
A ellas se les suma la más reciente -por fecha de estreno- Judas y el Mesías negro, que documenta otra historia, la de un delincuente infiltrado en los Panteras Negras con el objetivo de acallar a un líder en ascenso a cambio de que le condonen su delito. Si Lakeith Stanfield capta perfectamente los matices del personaje catapultado a unos eventos que le vienen grandes, atrapado entre la lealtad a su comunidad y la necesidad de pasar información para evitar la cárcel, es el actor Daniel Kaluuya en el papel del ‘Mesías’ Fred Hampton quien deja una impronta magnética en cada secuencia en la que participa.
Con la excusa de recomponer aquellos hechos reales de finales de los convulsos años 60, el realizador Shaka King disecciona a la perfección una época muy concreta de la historia de su país en la que la respuesta de su comunidad se debatía entre las demostraciones pacíficas o el empleo de la violencia para conseguir sus propósitos, un tema que, no es complicado constatarlo, no ha perdido las más mínima vigencia. Para ello emplea las formas propias de un thriller -vibrante- que gira en torno a las dinámicas del poder y que viene a concluir que la ambigüedad es, también, una forma de traición.