FESTIVAL BOREAL 2022

Boreal 2022, recuperando la normalidad en el decimoquinto aniversario

 

Rocio Márquez

 

El viernes, cerrando uno de los más espectaculares conciertos en el escenario principal, los portugueses Club Makumba reconocían que era la primera vez que tocaban fuera de su país. Estos veteranos músicos curtidos en otras formaciones mostraban así su sorpresa, reconociéndose también abrumados por la respuesta del público ante su post-rock de tintes tribalistas. No es una propuesta precisamente complaciente, pero el público bailaba al final de su pase como si fuera el único concierto del Festival Boreal.

 

Rocío Saiz

 

Al día siguiente, casi a la misma hora, Rocío Saiz reconocía que en este festival la habían tratado como en ningún otro, tras su reciente gira de 40 fechas. Desde las tablas mostraba su apoyo a los festivales pequeños, gestionados con mimo y atención, frente a los grandes eventos deshumanizados. Y no solo eso, sino que lo hacía lanzando proclamas en defensa de la comunidad LGTBI mientras daba su concierto medio desnuda de principio a fin, contagiando a parte del público que se subió con ella para hacer lo propio despreocupadamente a su lado desde arriba.

 

Son solo dos de los testimonios que dan cuenta de cómo los músicos viven su paso por el festival de Los Silos, en la costa norte de Tenerife, pequeño en tamaño pero grande en su trato y en sus apuestas artísticas, siempre pendiente de presentar músicos de las más variadas presencias, con predominio femenino, y que en buena parte nunca han actuado en España. Y todas las actuaciones musicales gratis, a lo que se suman talleres, proyecciones, charlas, encuentros, presentaciones o actividades ecoturísticas, con especial atención a los más pequeños, planteado todo de forma sostenible y con un trabajo continuado por la concienciación ambiental.

 

Duo Ruut

 

En el apartado estrictamente musical, en esta edición del decimoquinto aniversario se pudo intuir una marcada diferencia entre el viernes, con más propuestas arriesgadas, y el sábado, más propenso a la celebración colectiva y con artistas más populares. Los loops improvisados y las voces sampleadas de Nâr, desde Líbano, abrieron la primera jornada, en un tono no muy distante al de Magia Bruta, desde Euskadi, con sus inmaculadas armonías y voces empastadas.

 

El reggae de libro llegó con los tinerfeños The Conqueror Project, mientras que el trío Aynur dejó fluir su jazz del Kurdistán, tocado por el baglama -laúd turco- de su cantante. Si acaso, la actuación más apta para públicos amplios la puso el dúo argentino Ainda, moviéndose entre los temas más amables, como “Primavera” (que grabaron con Jorge Drexler), y momentos más especiales, como el vals porteño “Pedacito de cielo”

 

Christina Rosenvinge

 

El sábado se abrió con el afro-blues, a guitarra y voz, de Kya Loum, desde Senegal, para dar paso después al dúo estoniano Ruut, con las dos cantantes y músicos interpretando a su manera una cítara, tras reconocer que se basaban en su intuición y no en una formación reglada. La argentina Loli Molina tuvo el honor de poder ofrecer dos pases de sus canciones íntimas: se mostró más apocada en el escenario grande a primera hora de la tarde, dejando claro que no era tanto su lugar, y más cómoda en el segundo escenario ya al caer la medianoche

 

Bejo

 

Pero los platos fuertes estaban en la plaza principal. Christina Rosenvinge, en formato trío, menos eléctrico, acabó invitando a un seguidor a bailar con él en el escenario el vals “La piedra angular”, que aseguró haber compuesto para que la cantara un hombre pero que al final la asumió ella con vocación de crooner. La calma la rajaron Kumbia Queers, con el sonido del Trópico interpretado de forma contagiosa y con el arrebato del punk, en total complicidad con el público. Por su parte Bejo representó el triunfo popular con sus rimas causticas y sus dibujos en directo mientras rapeaba, atrayendo a un público más amplio y ciertamente rejuvenecido, al menos durante una hora.

 

No obstante, si hubo alguien que conjuró emoción e intensidad, esa fue Rocío Márquez. En medio de la gira que la lleva por toda España presentando su disco de flamenco y electrónica con Bronquio, Tercer ciclo, aquí compareció con el guitarrista Canito -Juan Antonio Suárez Cano-, finalizando su visceral repertorio con el fandango “No siento pena ninguna” a pie de escenario, sin micrófono y con su voz a pelo. Inolvidable.

 

Kumbia Queers

 

Aún quedaba el fin de fiesta. Lo pusieron los pinchadiscos Juana la Cubana y Eva Olvido y Carballeira, a quienes siguieron respectivamente, viernes y sábado, la rapera sudafricana Dope Saint Jude y el grupo de La Palma Los Vinagres, definitivamente escorados hacia los ritmos latinos. Era la forma más adecuada para cerrar el aniversario en todo lo alto, libres definitivamente de todas las restricciones de los dos años anteriores.

 

Texto y fotos: Xavier Valiño

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