ESTA CANCION ATOPEINA TIRADA

La escena de rock independiente gallega: ¿malos tiempos para la lírica? 

  

 

 

De aquellos fangos, estos lodos. Casi se podría asegurar que lo que se ha ido sembrando durante estos años ha condicionado el presente de la escena rock en Galicia. Evidentemente, la ausencia de una infraestructura asentada durante las últimas cuatro décadas no ha ayudado nada a que los músicos de rock de nuestra Comunidad Autónoma lo tengan más fácil, pero también es cierto que hoy en día los canales que les sirven para dar a conocer su música han cambiado. ¿Estamos, pues, en mejor o peor situación que hace unos años? De acuerdo con nuestra procedencia, la respuesta no podría ser otra: “Depende”. 

 

 

Digamos que no hubo demasiados grupos relevantes en número en la Galicia de los años 60, aunque la importancia de Los Tamara y Andrés do Barro fue crucial para lo que vendría detrás, al menos por sentar las bases de un pop hecho desde aquí. En los 70 el número tampoco creció exponencialmente, y su recuerdo se ha difuminado (¿dónde está Tara, el expediente X de nuestro rock?). Tuvieron que llegar los 80 para que se produjese una explosión de color y de grupos similar a la del resto del Estado, mayor si tenemos en cuenta que toda la Comunidad Autónoma gallega no suma ni la mitad de habitantes que Madrid.

 

Si aquella fue la edad de oro del pop español, en Galicia no le iríamos muy a la zaga. En aquellos años, Os Resentidos abrieron definitivamente la veda del pop en gallego, llegando por primera vez (tras Andrés do Barro) a tener una cierta relevancia en todo el Estado. Las bandas nacidas en los 90 no tendrían la misma repercusión, pero sí que aprovecharon a su favor todo lo que sus predecesores tuvieron que crear o vivir de primera mano. Os Diplomáticos de Monte-Alto tuvieron su momento, e incluso encabezaron el único movimiento de rock propiamente gallego, el rock bravú, tan menospreciado posteriormente por parte de la siguiente generación, algo que casi se podría considerar ley de vida.

 

Gran parte de lo que hoy se mueve en el rock hecho en Galicia, al menos sus nombres más conocidos, surgirían en la siguiente década. Hay quien asegura que hoy estamos en la edad de oro de nuestro rock, y muy probablemente sea así. Al menos tiene que serlo por la cantidad de grupos y de estilos que se pueden encontrar, a gusto de todos los seguidores. La salud de nuestra escena le debe mucho precisamente a esa falta de prejuicios y a esa diversidad nunca antes vista.

 

Por difícil que parezca, tenemos power-pop (Bang 74, Quant, The Twin Sets), pop electrónico (Alex Casanova, Carrero Bianco, Colectivo Oruga, El Cuerpo del Ritmo, Músculo!), francotiradores inclasificables (Emilio José, Fagot y Popota), spoken-word politizado (Das Kapital), adalides de la distorsión y el ruido (Triángulo de Amor Bizarro, Disco Las Palmeras!, Telephones Rouges), rockabilly (Dr. Gringo, Johnny & the Ticks), garaje (Fantasmage, Familia Caamagno), rock duro (Zënzar), hip-hop atípico (Fluzo, Dios Ke Te Crew, Malandrómeda), afterpunk (Franc3s, Mano de Obra, Las Cuchilladas), rock portátil (Grampoder), grunge (Holywater), pop apto para todos los públicos (Igloo, Los árboles, Eladio y los Seres Queridos, La Familia, Stereotipos), baluartes del rock instrumental (Lendrone, Unicornibot), rock (Sés, Ruxe Ruxe), folk-pop (Jane Joyd), rock sesentero (Los Chavales, Niño y Pistola, The Phantom Keys), psicodelia pop (Los Huéspedes Felices), psicodelia rock (Mequetrefe), psicodelia blues (Guerrera), soul-rock sureño (The Soul Jacket), pop intimista (Nouvelle Cuisine, Todo el largo verano), pop campestre (Ataque Escampe), punk (Novedades Carminha, SraSrSra, Terbutalina), surf (Pedrito Diablo y los Cadáveras, Santos Morcegos!!!), swing (Roger de Flor), r&b (The Allnight Workers), rock clásico (Burgas Beat, Magín Blanco), nueva ola (Combo Dinamo), electrónica (Cora Novoa, Dr. Think, 6PM), indie (When Nalda Became Punk), rock celta (Flip Corale y los Macabros), funk (Phantom Club, Loretta Martin), country-rock (Los Eternos), folk-rock (Lovely Luna), blues (Moondog Blues Party), trip-hop (Safari Orquestra), soul (Wöyza)…

 

De entre ellos, algunos han conseguido llegar al resto del Estado, con Triángulo de Amor Bizarro a la cabeza en el rock y Delahoja en el hip-hop. Sí, también hay artistas más accesibles que tienen seguidores en todas las esquinas de la Península, como es el caso de Iván Ferreiro o Xoel López, que sirven de escaparate de una escena y que, también, abren caminos para otros que puedan venir detrás. Otros graban para sellos de fuera, como When Nalda Became Punk, con la discográfica estadounidense Shelflife Records. E incluso hay grupos como Kathaarsys que han tocado en casi todos los países de Europa y Sudamérica en una media de 130 conciertos al año, con más repercusión por allí que dentro de nuestras fronteras.

 

Esa misma diversidad conduce a una atomización por la que se hace más complicado seguir la actualidad de todas las bandas y saber en qué momento nace algo nuevo o en qué situación está cada una. Las redes sociales deberían de ser el canal que posibilitase una democracia en este ámbito -el háztelo-tú-mismo de colectivos como Liceo Mutante o los dos volúmenes de Galician Bizarre-, en la que cualquier músico pudiese llegar a cualquier aficionado, apoyándose o no en el micro mecenazgo del crowfunding, pero probablemente esta panacea no está surtiendo el efecto deseado por sus propias limitaciones. Se llega a quien busca, no a quien podría estar interesado si se lo diesen a conocer.

 

Ahí es donde el papel de los medios de comunicación, más importantes en el pasado como prescriptores de las novedades musicales, podría seguir teniendo su importancia. Sin embargo, no es así. La situación económica ha hecho que medios como el diario El País, que prestaba atención a la música hecha en Galicia, no tenga ya aquel espacio que reservaba. Algo se puede leer en el suplemento Fugas, de La Voz de Galicia, pero poco más hay en la prensa escrita.

 

En la Televisión Gallega no queda ningún reducto, salvo la actualidad diaria del programa cultural Zigzag y los vídeos de Xabarín, el programa estrella para el pop en gallego de varias generaciones, que pasa por una extraña encrucijada: tiene más horas de emisión que nunca con muchos menos recursos. Se echan de menos programas como Chambo, Banda Curta, Sitio Distinto… Lo mismo sucede en la Radio Gallega, más agravada la situación desde que sus responsables decidieron eliminar la programación especializada de Radio Galega Música, prácticamente reducida a un hilo musical con solo dos excepciones: Planeta Furancho y Estudio 3. Por lo tanto, son las emisoras locales o libres (con Cuac FM a la cabeza) las únicas que pueden darle voz a las propuestas musicales que se hacen ahora mismo aquí.

 

Si acaso, la única publicación especializada que cubre la escena rock en Galicia es la edición para la Comunidad del gratuito mensual Mondo Sonoro. Aunque su redacción está en A Coruña, deben de compartir espacio con la actualidad de Castilla y León por razones empresariales, pero sí es cierto que todos los meses descubre maquetas y nuevos grupos, con una muy completa agenda de conciertos.

 

Evidentemente, es en la red donde se encuentra la información más actualizada y cercana. Desde su creación, Desconcierto se ha convertido en esa página web de referencia. Centrada en Galicia y hecha desde aquí, todo lo que merece atención encuentra en ella fiel reflejo, al igual que hace Ábrete de Orellas. Hay más, evidentemente, pero el modelo está bien claro.

 

La red marca la actualidad. Si en nuestra Comunidad nunca hubo una industria asentada que pudiera editar y vender los discos adecuadamente (Falcatruada pudo ser el ejemplo más cercano a lo que debería haber sido), hoy tampoco es así, especialmente teniendo en cuenta la caída de ventas cercana al 90% en España en los últimos años. Y, a pesar de todo, se mantienen iniciativas como Ernie, editando una buena cantidad de discos cada año, algunos de ellos de grupos gallegos, Discos de Máquina, Discos la Seara, Matapadre… Lo mismo sucede con los puntos de venta directos: las tiendas de discos han sido casi exterminadas, así que la docena que sobrevive en Galicia da muestra de una constancia digna de alabar, ofreciendo sus instalaciones en ocasiones para pases acústicos de bandas locales.

 

Una vez descartada la posibilidad de vivir de la música vendiendo las grabaciones hechas en un estudio profesional, queda la posibilidad de hacerlo del directo, pero en este caso tampoco la situación es la deseable. Cuanto más pequeño y más reciente es un grupo, más complicado lo tendrá para salir adelante, dándose incluso la paradoja de que se le pida dinero por tocar.

 

Por suerte, se podría señalar que en Galicia lo que mejor funciona son los conciertos en directo, gracias a varios factores. Para empezar, hay salas que mantienen programación en directo todas las semanas, tanto en A Coruña (Mardi Grass, Le Club) como en Vigo (La Iguana, La Fábrica de Chocolate), en Lugo (Velvet Underground) como en Ourense (Torgal) o Ferrol (Súper 8), en Cangas (Sala Son) como en Bueu (Aturuxo). La Sala Capitol en Santiago es, en palabras de artistas de primera fila que han tocado en ella, una de las mejores de toda España, envidiada por muchas ciudades.

 

Además, distintas promotoras (Sweet Nocturna, Iwanna, Work on Sunday, Esmerarte, En Panties) intentan ofrecer una programación constante por toda la Comunidad. Y eso se traduce en festivales. Algunos han ido desapareciendo por la falta de ayudas públicas (Cultura Quente en Caldas) y otros aparecen con otra política distinta (Portamérica en Nigrán). La importación de otros modelos y franquicias (Vigo Transforma, Sònar) se ha mantenido solo mientras los responsables al frente del Xacobeo tuvieron una cierta sensibilidad con el tema. Desaparecida en gran parte la apuesta pública, hay que celebrar iniciativas como Galicia en Ruta o la fuerza de una entidad como Clubtura.

 

A esto hay que añadir la labor de dos entidades que programan músicas ‘minoritarias’, pero cuando menos igual de interesantes. Sinsal ha mantenido a lo largo de los años más de diez ediciones, que este año culmina con la segunda edición de Sinsal San Simón en la isla del mismo nombre. Al mismo tiempo, la irrupción de Desconcierto Cultural, con ciclos y festivales como Samaín Pop, Romaría Pop, Autorretratos, Terrazeando o Placeres Ocultos ha acabado por redondear la buena situación de la música en directo en Galicia, resentida sin embargo en los últimos meses  por la criminal subida del IVA.

 

Todo ello lleva a una situación bien curiosa. Con más grupos, propuestas y diversidad que nunca, con más actuaciones en directo, la presencia del rock en la sociedad gallega parece menor. El oscurantismo de los medios tiene su culpa, sí, a pesar de que los seguidores pueden igualar en número a los que había hace 30 años y aunque ahora se muevan por otros canales. ¿Malos tiempos para la lírica? Pues depende.

 

 

 (Texto introductorio a la Exposición «Esta canción atopeina tirada», inaugurada en Ferrol en 2013)

 

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