DESTROYER

 Destroyer, acuarelas en el océano

 

         Dan Bejar tiene fama de tipo retraído, preocupado por la música de su banda, Destroyer, y sus otros proyectos, y poco interesado en la promoción. Hace poco, en el 2006, reconocía que “las entrevistas son, en su mayoría, realmente dolorosas. Las hago como un favor a mi discográfica, Merge Records, y porque una pequeña y triste parte de mí todavía cree que más gente vendrá a nuestros conciertos si las hago. Aún creo que cuanta más atención se le presta en los medios a una carrera, antes caerá bajo la misma espada, lo que resulta a la larga en el desprecio absoluto por parte de los medios”. 

Puede que eso sea en Norteamérica, porque el Daniel Bejar que nos encontramos es un tipo afable, que le gusta conversar y que se toma cada pregunta con interés, dejando caer sus respuestas suavemente, con mucho espacio para el análisis. Además, Dan, salvo en momentos concretos en los que no encuentra las palabras exactas para expresar aquello que quiere, prefiere contestar en castellano, haciéndose aún más próximo.

 

         Daniel Bejar comenzó Destroyer como un proyecto casi experimental de grabación en su propia casa a principios de los 90. A su aire, Dan fue encontrando su sonido y su visión grabando demos en su cuatro pistas. En 1996 ya tenía suficiente material para lo que sería su debut, We’ll Build Them A Golden Bridge, un disco de folk lo-fi y algo de electrónica. Con la compañía de John Collins, Daniel se metió en un estudio dos años más tarde para grabar City Of Daughters, con un sonido menos casero que su primer álbum.

 

         En el 2000, ya con formación de quinteto, Destroyer editó Thief, tal vez el primer disco que le supuso un cierto reconocimiento, al tiempo que comenzó a colaborar con The New Pornographers, pero no sería hasta 2001 que encontraría una mayor repercusión al editar Streethawk: A Seduction. Tras ese disco, Daniel se vino a vivir a Madrid, en donde pasó una temporada, componiendo parte de las canciones que compondrían su quinto álbum, que remataría en otro retiro sabático en Montreal. This Night se tituló, y es su disco más eléctrico y, a día de hoy, el favorito de su autor.

 

         Your Blues, del 2004, su siguiente álbum, se puede considerar como el primer experimento de Daniel Bejar y un intento de hacer algo distinto, un disco de voz y sintetizadores que aún hoy cuesta asimilar dentro de su trayectoria. Tal vez por eso Dan se decidiera a reclutar a los componentes de Frog Eyes para recrear aquellas canciones en directo de otra forma, visión que se concretaría en los seis cortes que darían forma al EP Notorius Lightning And Other Works.

 

Todo se reconduciría en Destroyer’s Rubies, el disco que motiva esta entrevista, y que a muchos nos parece su obra más lograda, con canciones de largos desarrollos y grabadas con la colaboración de lo que ahora parece una banda estable, tras numerosos cambios de formación en Destroyer: Nicholas Bragg (guitarra), Tim Loewen (bajo), Ted Bois (teclados), Scott Morgan (batería y saxo) y Fisher Rose (vibráfono y trompeta).

 

El disco se abre con “Rubies”, un corte de 9 minutos y medio que comienza diciendo “Me arrojé a mí mismo hacia el infinito / Créeme, tenía mis razones” y termina con un experimento de 26 minutos, “Loscil’s Rubies”, exclusivo en su edición española. Por cierto: su portada remite directamente al Bringing It All Back Home de Bob Dylan, con esa imagen doméstica acompañado de una mujer al fondo.

 

¿Fue más fácil hacer el nuevo disco? Desde fuera da la impresión de que lo disfrutasteis.

         – Sí, es verdad. Somos todos amigos, excepto el bajista Tim, quien, aunque había tocado en otros discos de Destroyer, nunca lo había hecho con esta formación. Así que la grabación fue fácil y muy rápida, un placer. En discos anteriores había un trabajo más conceptual, mientras que aquí se trataba simplemente de grabar a cinco personas tocando juntos, sin más.

 

¿Se puede decir que ahora eres menos consciente de tu papel como músico?

         – Es cierto. Después de siete discos editados no pienso para nada en los discos que voy a vender o en hacerme popular, sino simplemente hacer algo que me guste al escucharlo. Tampoco en las letras estoy muy pendiente de que vayan en una determinada dirección.

 

Entonces, ¿sigues ahora más tus instintos?

         – Efectivamente. La gente me dice que hay mucha introspección, muchas referencias, muy literarias, muy intelectuales… ¡Qué no, de verdad! Lo que me gusta es el sonido de las palabras y como encajan con la melodía, y ya está.

 

Las canciones son más largas, pero parece que surgieron así y no te preocupó.

         – No me preocupa en absoluto. De esta forma el grupo tiene tiempo para improvisar, para expresarse, y lo encuentro más divertido así.

 

También pareces estar más a gusto con tu voz ahora.

         – Es verdad. Por fin… No sé si es el primer disco en que me pasa. Ya sé que mi voz parece un poco extraña, pero ya no voy a hacer esfuerzos por disimularlo o por cambiarlo. Hay muchas veces que parece que canto como recitando, y así me siento más cómodo. También el grupo me ayuda mucho con las melodías para que todo fluya mejor.

 

Algo así le pasa a algunos cantantes. Hace poco me comentaba Richard Hawley que él nunca se planteó cantar sus canciones y que sólo lo hizo después de que le convencieran y que es ahora, después de cuatro discos, cuando se empieza a encontrar cómodo con su voz.

         – ¿De verdad? En su disco Cole’s Corner parece totalmente natural. Ese tío es como Frank Sinatra y canta muy bien. Y, además, tiene canciones muy buenas.

 

No has usado arreglos orquestales en este nuevo álbum. ¿Estás cansado de ellos o crees que en algún caso pueden llegar a arruinar la canción?

         – La verdad es que me encanta meter sección de cuerda. En el disco anterior, Your Blues, ésa era la idea completamente: un disco con voz y orquesta. Lo que pasa es que sin dinero no podía hacerlo, así que tuve que construir ese sonido con el ordenador lo mejor que pude. Ahora con Rubies quería ser leal con el sonido del grupo, aun sin ser un disco en directo. Hay retoques hechos después, claro, pero quería crear la ilusión de cinco personas en una habitación.

 

Más o menos como ha hecho Bobby Bare Jr., grabando en once horas once canciones con once músicos.

         – ¡Qué bueno! No lo sabía. Sé que viene de una familia con tradición country y tengo entendido que sus discos son buenos, pero no lo he escuchado. A mí me gustaría hacer algo así, aunque tengo que decir que disfruto el tiempo que paso en el estudio. Después de diez años, todavía no estoy cómodo cuando toco en directo.

 

¿Fue fácil llegar a conseguir en el estudio el sonido que tenías antes de entrar en él?

         – La verdad es que ha cambiado respecto a la idea original que tenía para las canciones. Se trata de un estudio de Vancouver en el que he grabado muchos discos. Creo que soy bueno en el proceso de crear sonidos e ideas con el grupo. En este caso había la intención de hacer algo más duro, aunque nunca acaba siendo como quieres. De todas formas, tampoco es malo que las canciones cambien en el estudio. Me gustaría hacer lo que hizo Bobby Bare Jr.: entrar en el estudio, grabar todo seguido y ahí está el disco.

 

¿Qué te gustaría que el oyente sacase de Destroyer’s Rubies?

         – Es difícil contestar. No tengo una idea muy clara sobre las canciones que he compuesto y grabado. No puedo asociar fácilmente las canciones con un propósito o una intención. Simplemente existen, y para mí es igualmente bueno si la gente las escucha o no, si a la gente le gustan o no. Bueno, digamos que es importante para mí, pero tampoco pasa nada.

 

Tengo entendido que This Night es tu disco favorito, porque es el disco más rockero de los que has grabado.

         – Sí, es mi favorito y creo que lo es precisamente porque esa razón.

 

¿Y cómo ves ahora Destroyer’s Rubies, 10 meses después de que se publicase?

         – Me gusta mucho. Estoy encantando con la gente que lo ha grabado, ya que me gustan tanto como intérpretes individuales como también como integrantes del grupo. Crean mucho espacio en las canciones… No siempre me pasa, ya que, por ejemplo, Your Blues fue una especie de experimento para mí. Está claro que siempre hay cosas que cambiarías, pero diez meses después me sigue gustando. Y, además, por lo menos en América hay más gente que parece estar reaccionando ante mi música, aunque también me es un tanto indiferente.

 

¿Has ido desarrollando un método o proceso para componer?

         – En absoluto. Todavía estoy buscando. Siempre estoy trabajando en las letras que suelen aparecer con algún tipo de melodía. Más tarde me siento con mi guitarra y, después, con el grupo, le damos forma a esas palabras y melodías. A veces tengo una canción en 10 minutos. Me solía pasar más cuando era joven; ahora no tanto. Algunas veces ésas resultan las mejores canciones.

 

¿Puedes recordar que momento o qué te inspiró para convertirte en músico?

         – Siempre seguí la música, pero nunca me pareció un mundo en el que pudiera moverme. A principios de los 90, sin embargo, con gente como los primeros Pavement, Sebadoh, Smog, los primeros Guided By Voices, me sentí muy inspirado al ver que con un cuatro pistas podías registrar tus canciones sin pasar por un gran estudio. Discos como Slanted & Enchanted de Pavement eran, a la vez, avant-garde y rock clásico. Por primera vez había un grupo que tenía letras y sonidos que no eran lo típico, y eso tuvo mucha influencia en mí.

 

¿Y los discos que te gustaban cuando eras un chaval? ¿Siguen siendo los mismos que te emocionan hoy?

         – ¿Vuelvo a los discos de 91 o 92? No tanto, pero sí a los primeros que escuché a los 13 años, a mediados de los 80, como los discos de The Smiths, New Order… Vuelvo más a ellos, los de mi adolescencia, que a los que escuchaba cuando cumplí los 20 y empecé a hacer música.

 

Tu padre es español y has pasado algunas vacaciones y temporadas por aquí. ¿Te sientes cómodo?

         – Mi padre era de un pueblo de Córdoba y venía mucho de vacaciones en verano. En el invierno de 2001 viví dos meses en Madrid. La mitad de This Night la escribí en Lavapiés. Ahora estaré en Málaga con mi novia hasta finales de marzo. La diferencia es muy fuerte con Canadá. Cada año me siento más cómodo aquí y menos en Canadá, aunque yo nací en Vancouver y mi madre es de Los Ángeles. Cada vez que vuelvo encuentro algo que es necesario para mí, aunque no sepa identificarlo.

 

¿Escuchas algo de música de la que se hace por aquí?

         – Tengo algunos discos de flamenco y de Camarón, sí, pero soy un principiante en estos sonidos. También tengo discos de Sr. Chinarro o de Carlos Cano, aunque he de reconocer que estoy empezando a conocer la música que se hace en España.

 

Has incluido un tema extra en la edición española del disco. ¿Es una atención especial a la gente que te sigue aquí?

         – La verdad es que fue una idea tanto de la compañía como mía. Quería que fuese algo especial, así que cogí trozos de sonidos del disco e hice una manipulación con el ordenador. Es algo que me gusta pero que normalmente no se puede hacer en un disco.

 

Acabas de editar un disco como Swan Lake, un proyecto con Spencer Krug de Wolf Parade y Sunset Rubdown, y Carey Mercer de Frog Eyes.

         – Sí, lo ha publicado un sello americano que llama Jad Jaguar. Tiene doce canciones, cuatro compuestas por cada uno de nosotros, aunque la música es más trabajo de Spencer y Carey. Yo he cantando mis canciones y he hecho coros. Es más raro, aunque a mí me gusta mucho.

 

Y estás en New Pornographers, aunque involucrado de una forma un tanto especial.

         – Normalmente no voy de gira con ellos ni participo en la promoción. Pero sí grabo con ellos y me marcho ahora dentro de unas semanas a grabar con ellos tres canciones que he compuesto aquí en España. El nuevo disco de The New Pornographers saldrá sobre septiembre, más o menos.

 

Ahora que tienes un grupo más estable, ¿tienes pensado hacer giras más largas y pasar por España?

         – Me gustaría, pero hay mucha distancia de Vancouver a España. Depende de los promotores… Si hay demanda para traer cinco canadienses a España… Hay gente que conoce los discos en Europa, pero a lo mejor no es suficiente para montar una gira. Tal vez sea más fácil en un festival.

 

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