DESMANES ESTRELLAS DEL ROCK EN AVIONES

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


 

Los desmanes de las estrellas del rock en los aviones

 

Volando voy (Camarón)

 

          ¿Hay algún extraño vínculo entre ser una estrella y comportarse como un imbécil a la hora de coger un avión? Parece que sí, por lo menos en una proporción mucho mayor que lo que sucede en cualquier otro medio público de transporte.

 

Puede que sean los nervios, la barra libre de la primera clase, el afán de notoriedad entre los ocasionales compañeros de viaje o el jet-lag, pero lo que es cierto es que los casos de artistas desquiciados a 10.000 metros sobre el nivel del mar o en un aeropuerto son abundantes.

 

 

¨  Björk. En 1996, la diva islandesa no pasaba por su mejor momento. Además de haberse convertido en uno de los personajes habituales de los tabloides británicos, un seguidor trató de enviarle una carta-bomba y acabar así con su vida. Aún impresionada por aquel suceso, por aquellas fechas, al llegar al aeropuerto Don Muang de Bangkok, un periodista trató de sacarle unas fotos junto a su hijo Sindri. Björk la emprendió a golpes con el osado reportero y éste tuvo que ser atendido en el hospital. Para su escarnio, las imágenes quedaron registradas y dieron la vuelta al mundo. A pesar de todo, tuvieron un inesperado efecto positivo: “Esa mujer que nunca le había pegado a nadie, pero que perdía su carácter cuando iban a por su hijo, era perfecta para el papel”, fue el comentario del director Lars Von Trier para justificar haberle ofrecido el papel principal en su película Bailando en la oscuridad.

 

¨  Bryan Ferry. El dandy del pop se estaba echando una pequeña siesta a la vuelta de unas vacaciones con su familia en Kenia cuando le despertaron los gritos de un perturbado mental que había tomado con un simple cuchillo el control del avión en el que viajaba y pretendía derribarlo con sus 400 ocupantes. Según él, “fue el mayor susto de mi vida”. Curiosamente, el siguiente movimiento de Ferry fue propiciar la reunión de Roxy Music. ¿Tendría algo que ver en la decisión haber visto en peligro su vida?

 

 

¨  Courtney Love. En los últimos tiempos, de su conducta impredecible se puede esperar cualquier cosa. Así que lo que hizo el 2 de febrero del 2003 en un avión de Virgin Atlantic en vuelo de Los Ángeles a Londres, en donde iba a participar en una gala benéfica organizada por Elton John, no cogió a nadie desprevenido. Según el informe policial, Love se dedicó a insultar a la tripulación, actuó de forma violenta y se negó a sentarse y a ponerse el cinturón. Al día siguiente, llamó a un fotógrafo de la revista Q para que la retratara convenientemente para la posteridad mientras se paseaba desnuda en un taxi por Londres, al tiempo que le ordenaba a su asistente personal de belleza, quien también la acompañaba en aquel curioso viaje, que le depilara el ano. Dos días intensos, vaya que sí.

 

 

¨  Diana Ross. El 22 de septiembre de 1999, Diana Ross no estaba de muy buen humor, que se diga. Después de que una agente del aeropuerto londinense la cacheara antes de tomar su vuelo en Concorde a Nueva York, Diana Ross hizo lo propio con los pechos de la agente y le dijo: “¿Qué, te gusta?” A la agente de seguridad no le pareció precisamente bien y tampoco a los responsables del aeropuerto, que la retuvieron durante unas cuantas horas para tomarle declaración y escarmentarla. Seguro que quien fue a recibirla al llegar a su destino tiene una simpática historia que contar.

 

¨  Diego El Cigala. En un vuelo Madrid-Tenerife de marzo de 2003, el cantante le pidió a la tripulación que le colgaran un traje. Una de las azafatas le explicó que no existía armario para trajes, pero se ofreció a colocárselo en los compartimentos destinados al equipaje de mano. El cantante se negó, la insultó y la amenazó de muerte. La azafata se resguardó en la cabina del aparato y Diego El Cigala empezó a golpear la puerta con fuerza. A continuación, lo echaron del vuelo antes de que éste despegara, y el cantante denunció a la compañía por discriminación racial, ya que, según su versión, le habían llamado ‘gitano’.

 

¨  Ian Brown (Stone Roses). En su caso, tuvo menos suerte al comparecer ante su señoría. Acabó pasando cuatro meses entre rejas por sus fechorías en un vuelo de febrero de 1998, y eso que su pecado era similar al de Peter Back, quien resulto absuelto: un exceso de alcohol que acabó con Ian Brown golpeando en la puerta del servicio, insultando a la tripulación y amenazando con un expresivo “cortaré tus jodidas manos” a una azafata de British Airways.

 

¨  Izzy Stradlin (Guns N’ Roses). Para el guitarrista de Guns N’ Roses, su desliz acabó en multa. Su pecado no es de los que se viven todos los días: harto de las colas para utilizar el servicio del avión, le dio por mear en la moqueta de la primera clase de un Boeing 747. El precio: 20.000 dólares (unos 16.000 euros). Barato no es, precisamente, aunque puede que ni le importase lo más mínimo.

 

¨  Jonathan Donahue y Grasshopper (Mercury Rev). En un vuelo entre los Estados Unidos y el Reino Unido, se supone que afectados por las mismas sustancias que les ayudan a componer esas extrañas canciones a medio camino entre la psicodelia y Walt Disney, se propusieron imitar la famosa escena de Un perro andaluz de Luis Buñuel. Más o menos, aunque cambiando la cuchilla de afeitar por una cuchara. Fue Jonathan Donahue el que intentó sacarle un ojo con la cuchara a su amigo y compañero en la banda Grasshopper, quien estuvo a punto de perder el ojo. La compañía aérea les vetó de por vida el acceso a sus aviones.

 

¨  Keith Moon (The Who). El inimitable Keith Moon, que daría para más de un capítulo sólo con sus anécdotas, también montó su particular espectáculo en un avión, cómo no. Después de una temporada en rehabilitación, y en pleno vuelo intercontinental, empezó a tirar comida por todo el aparato, entró en la cabina, cantó lo que le vino en gana por la megafonía interna y se mantuvo en pie en el pasillo mientras el avión aterrizaba… ¡con los pantalones por debajo de las rodillas!

 

¨  Kylie Minogue y Michael Hutchence (INXS). Según quienes iban en aquel avión a principios de los 90, los por entonces novios se lo hicieron en el servicio del avión, algo con lo que más de uno ha fantaseado alguna vez. Parece ser que la puerta del servicio se abrió inoportunamente y todos los que iban en primera clase pudieron verlo perfectamente. Cuando le preguntaron a Kylie, ésta comentó: “Los hechos no fueron exactamente así”. ¿Cómo entonces? No queda constancia de si los sorprendidos espectadores aplaudieron o abuchearon a los tortolitos.

 

 

¨  Liam Gallagher (Oasis). No uno, sino dos, son los incidentes conocidos hasta el momento del menor de los Gallagher, Liam -¿quién si no?-. El primero sucedió en 1988 cuando, en pleno vuelo entre Hong Kong y Australia, se dedicó a tirar la comida e insultar a la tripulación, se negó a dejar de fumar y amenazó al piloto que trató de calmarlo. Según la aerolínea, Cathay Pacific, todo se debió al ‘típico comportamiento de un borracho’. A pesar de que parece haber cierto grado de comprensión en tal declaración, la compañía le tiene prohibido volar con ellos desde entonces. Tres años después, concretamente el 12 de enero de 2001, cuando iba a coger un vuelo desde el aeropuerto londinense de Gatwick a Río de Janeiro para participar en el Festival Rock In Rio, Liam Gallagher le dedicó varios gestos obscenos a la azafata que le atendía, aprovechando para tocarle de paso el trasero, con la consiguiente denuncia de ésta. Nada nuevo en él.

 

¨  Muse. En el 2000, después de haber recogido el premio a la banda revelación del año en una ceremonia de premios británica, se largaron rápidamente para el aeropuerto, donde les esperaba un jet privado que los llevaría a Munich, lugar en el que tenían programado un concierto al día siguiente. El motor estalló en llamas en pleno vuelo y tuvieron la suerte de no estar muy lejos del aeropuerto londinense del que acababan de despegar. Salieron ilesos del aterrizaje de emergencia. El susto fue tal que tomaron un taxi, volvieron a la fiesta y, según ellos, cogieron la borrachera de sus vidas.

 

¨  Peter Buck (REM). Según se demostró posteriormente en su aparición ante el juez, el 21 de abril de 2001, en un vuelo entre Seattle y Londres, dos días antes de un concierto en Trafalgar Square, el habitualmente tranquilo guitarrista de REM se tomó un par de pastillas para dormir. Los problemas comenzaron al mezclarlas con alcohol. Cuando le impidieron beber más, rompió una nota de advertencia que le habían pasado, puso un disco en la bandeja de la comida pensando que se trataba de un reproductor de compactos, tiró una cuchara de yogur a la tripulación y se sentó al lado de una desconocida de primera clase asegurando que era su esposa. Más adelante reconoció estar “profundamente avergonzado por el incidente”, y, tras las declaraciones de amigos y conocidos como el mismísimo Michael Stipe, su compañero en REM -quien manifestó ante el juez que se le antojaba completamente impensable tal conducta-, se libró de ir a prisión. Se supone que, desde entonces, lee con algo más de atención los prospectos de las pastillas que se toma.

 

¨  Rod Stewart. En una ocasión, Rod Stewart pasó la mayor parte de un vuelo a Nueva Zelanda inconsciente en la bodega de un Boeing 747, después de haber sido noqueado por un piloto más que harto de su borrachera y del alboroto que estaba provocando en el avión.

 

¨  Ronald Cheng. Este tipo, desconocido en Occidente, pero toda una estrella del pop en su país, Taiwan, se emborrachó en la primera clase de un vuelo de Los Ángeles a Taipei y, a partir de ese momento, le dio por fumar, gritar obscenidades a la tripulación y arrastrarse por el suelo del avión. También agarró a una azafata y la encerró en uno de los compartimentos para maletas del avión, de donde tuvo que ser rescatada por el capitán del aparato. El avión se vio forzado a aterrizar en Alaska y el ídolo del pop fue recluido en un hospital psiquiátrico.

Xavier Valiño
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NOMBRES EN EL ROCK

RTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

La importancia de llamarse…

 Mi nombre es (“My Name Is”; Eminem)

Por supuesto que el título, la portada y la imagen son importantes en el mundo del rock, casi tanto -en algunos casos, incluso más- como el contenido de las canciones. ¿Y el nombre? “Mi nombre es…”, cantaba Eminem. Y no se sabe si lo tenía muy claro entonces, porque, al igual que otros muchos, se presentó en sus discos con diversas encarnaciones como Marshall Matthers o Slim Shady.

El nombre es, sobre todo, definitorio. Todos lo saben -o deberían saberlo-. Vamos, que Pink Martini no es un grupo de heavy y Sepultura no son la última sensación del sonido lounge. Lo habitual, si no se aventura uno en solitario, es tirar folios y folios a la papelera hasta que aparece ese nombre que hará fácilmente identificable un sonido y en el que todos los componentes de la nueva banda hallen un mínimo común denominador.

Una vez elegido, es mejor no cambiarlo. No por nada, aunque los antecedentes indican que conviene no andar dando bandazos por la vida y mantener al respetable en la seguridad de que saben a qué se enfrentan. En caso contrario, la esquizofrenia del artista conduce, irremisiblemente, al olvido inmediato sin la más mínima piedad.

Madonna es el último caso, aunque por ahora no está claro en qué acabará todo. Louise Veronica Ciccone -su auténtico nombre- comunicó a mediados del 2004 en una entrevista al canal televisivo estadounidense ABC que pasaba a ser Esther. Así, sin más, aunque no era todo: Madonna seguiría una nueva filosofía de vida: “He pasado al menos una década quitándome la ropa y sacándome fotos, diciendo palabrotas en televisión y haciendo cosas por el estilo. No me arrepiento, pero todo el mundo se quita la ropa y después, ¿qué? Me pusieron el nombre de mi madre. Ella murió de cáncer cuando yo era muy joven y yo… quería otro nombre”, confesó para justificar su decisión, añadiendo que se había recargado de energía gracias a “haber adoptado un nombre distinto”. 

La razón del cambio se debe a su identificación con el personaje bíblico del mismo nombre, Esther, y a sus años de práctica del estudio de la Cábala, teosofía esotérica derivada de la lectura del judaísmo más antiguo. En el Antiguo Testamento de la Biblia, Esther es el nombre de la reina que salvó a los judíos de una matanza, acontecimiento recordado en la festividad judía del Purim.

No obstante, reconociendo su especial devoción y tino con los negocios, y que seguro conoce bien los casos de aquellos que la precedieron, no parece fácil que se decida a correr el riesgo. Se admiten apuestas. ¿Seguirá la ‘chica material’ utilizando el nombre de Madonna en las portadas de sus discos y en sus lucrativas giras? ¿Se olvidará de Esther tan rápidamente como abrazó su nueva fe?

No tiene más que recordar el caso de Prince y seguro que se lo piensa. El de Minneapolis, después de ser el artista de color más creativo de los 80, decidió, a principios de los 90, que, desde ese momento, cambiaba su nombre por el de TAPKAP -The Artist Previously Known as Prince, El artista antes conocido como Prince-.

En su caso, todo aquello coincidió con su etapa de enfrentamiento con su discográfica, que se negaba a editar los cientos de canciones que el prolífico artista grababa indiscriminadamente, un episodio que tuvo su punto más reivindicativo cuando apareció en público con la palabra ‘esclavo’ escrita en sus mejillas.

Podría haber terminado ahí, pero no. Después se inventó un símbolo para identificarse,O(+>, tan complicado de reproducir que sólo podía escribirse manualmente. Su compañía tuvo que remitir urgentemente a los medios de comunicación archivos en los que aparecía el susodicho símbolo para que fuera posible transcribirlo en letra impresa. Si a alguien le pareció que el tema estaba más o menos bajo control, Prince rompió todos los esquemas al anunciar un nuevo nombre: Víctor.

Para cuando se cansó y claudicó, retomando el nombre de Prince, a nadie en el mundo le importaba ya lo más mínimo. Su carrera comercial había caído en picado y tan sólo sus actuaciones en directo mantenían su figura de actualidad, aunque hubiera que leerse los carteles un par de veces para saber con qué nombre actuaba.

Terence Trent D’Arby le siguió los pasos, y no sólo en lo musical. Tras un primer disco plagado de éxitos, Introducing The Hardline According To Terence Trent D’Arby, nunca volvió a conseguir la misma relevancia pública, ni siquiera cuando fue contratado para suplir al fallecido Michael Hutchence al frente de INXS. Así que, cuando reapareció como Sananda Maitreya, según él debido a una orden que había recibido en un sueño, pocos se lo tomaron en serio. Los conciertos de Sananda Maitreya de los últimos tiempos se anunciaban, cómo no, como el artista antes conocido como Terence Trent D’Arby.

La fe fue la que motivó que uno de los grandes artistas de los 70 a nivel comercial dejara de ser Cat Stevens para pasar a llamarse Yusuf Islam. Evidentemente, con la palabra Islam en su nombre, quedaba clara su conversión. Además, por si quedaba alguna duda, fue una de las voces públicas más relevantes que apoyaron la amenaza de muerte integrista contra el escritor Salman Rushdie. En su caso, su carrera no empezó una cuesta abajo sin final visible, sino que se negó a seguir grabando y editando discos.

En todo este tiempo, sus apariciones se pueden contar con los dedos de una mano. Cuando editó una nueva versión de su “Peace Train” en homenaje a los menores víctimas de la guerra de Irak, al Gobierno de los Estados Unidos no le pareció precisamente bien: durante un tiempo se le prohibió la entrada en aquel país. La explicación oficial, más que una disculpa, parecía una amenaza a todo aquel que profesara la religión musulmana: aunque pudiera no ser Cat Stevens, había alguien con el nombre de Yusuf Islam fichado en los archivos policiales.

El cambio puede reducirse a quitarse el diminutivo para recuperar su verdadero nombre, como intentó Debbie Harry de Blondie con su carrera en solitario, al decidir pasar a ser Deborah, un movimiento que más parecía querer ser un signo de madurez con el que dejar atrás el pop -¿simple, según su impresión?- de sus inicios.

 

También se puede reducir a un sencillo cambio de apellidos. John Cougar pasó a ser John Cougar Mellencamp, justo antes de decidirse por John Mellencamp. Daba igual: tanto Debbie como John no consiguieron con sus nuevas encarnaciones el éxito de antaño.

 

En el caso de John Lydon, lo cierto es que tuvo una digna carrera al frente de Public Image Limited (PIL). Su carácter deslenguado y provocador eran los ingredientes perfectos para que acabara formando parte de la versión británica de La isla de los famosos, poco después de la gira de reunión de los Sex Pistols, The Filthy Lucre Tour (La gira del lucro indecente), en la que reconocía abiertamente que se habían reunido “por la pasta”.

 

Suponemos que, con el mismo espíritu punk de siempre, lo que los demás pudieran pensar le daba igual. Él también es consciente de que su verdadera huella en la historia del rock la dejó cuando se hacía llamar Johnny Rotten -Juanito Podrido- al frente de los Sex Pistols, en unos pocos meses a finales de los 70.

 

También se han dado casos de cambios de nombres por parejas. Cuando Jennifer López decidió dejar a Puff Daddy en el momento en el que éste tenía que enfrentarse a un juicio que todo el mundo seguía -y que afectaba a la imagen pública de Jennifer: el amor no puede con los negocios en determinados ámbitos-, ambos optaron por nuevas identidades. J-Lo consiguió mantenerse más o menos en una primera plana, pero P Diddy, nombre sugerido por su colega Notorius Big, no volvió a levantar cabeza y se convirtió en objeto universal de ridículo.

 

Otros se complican más la vida. Lisa ‘Left Eye’ Lopes, componente del exitoso trío TLC optó por iniciar una carrera es solitario con el nombre de NINA, acrónimo de Nueva Identidad No Aplicable, siglas que, al parecer, también sirven en los ghettos para designar a las armas de nueve milímetros. Mientras, el rapero Q-Tip pasaba a ser Kamaal The Abstract, un nombre que, según él, iba mucho mejor con su música “más real y arriesgada”, y que era una combinación de su auténtico nombre y de un viejo seudónimo de los tiempos en que formaba parte de A Tribe Called Quest.

 

Nadie se enteró en ninguno de los dos casos, lo mismo que le pasó a Colin Vearncombe, nombre con el que ahora se presenta quien hace años consiguió el mérito de poner “Wonderful Life” en todas las listas para poder decir que fue artista de un único éxito cuando grababa como Black. ¿Y si hablamos de Peter None? Lo mismo, que nadie identifica a Herman, otrora líder de los recordados Herman’s Hermits.

 

Distinto es el caso de aquellos que utilizan otros nombres para ocasiones muy especiales, sobre todo conciertos únicos o grabaciones especiales, y que siguen con su nombre de siempre el resto de las veinticuatro horas del día. REM triunfó en un pequeño club londinense en 1991 como Bingo Hand Job, alcanzándose en la reventa cifras astronómicas para conseguir una entrada, después de que se corriera la voz por toda la ciudad. 

 

 

Sin embargo, a sus amigos de U2, disfrazados como The Daltons -se supone que un grupo de country- y teloneándose a sí mismos en su gira americana, nadie les hizo caso. En la gira de The Joshua Tree de 1987 aparecieron en escena dos veces: el 1 de noviembre en Indianápolis y el 18 del mismo mes en Los Ángeles. Poco después, el 12 de diciembre en Virginia, su lugar fue ocupado por miembros de su equipo. La última aparición pública de U2 como The Daltons se produjo en la ceremonia de entrega de los Grammy de 1989, donde Adam Clayton tomó, para presentarse, una famosa frase de los Blues Brothers de su película Granujas a todo ritmo: “Somos un grupo que tocamos dos estilos: country y western”.

 

Componentes de ambos grupos, REM y U2, tocaron juntos en una única ocasión, con motivo de la investidura del presidente Bill Clinton. Michael Stipe y Peter Back, de REM, junto a Adam Clayton y Larry Mullen, de U2, aparecieron con el nombre de Automatic Baby (en referencia a dos de sus discos de más éxito, Automatic For The People de REM y Achtung Baby de U2), para interpretar una única canción, “One”, de los irlandeses.

 

Franz Ferdinand utilizaron el nombre de A Touch Of Velvet para poder adelantar en pequeños clubes las canciones que formarían parte de su segundo disco. Y, a mediados de los 80, XTC editaron un par de discos psicodélicos con el nombre de The Dukes Of The Stratosphere (Los duques de la estratosfera) sin que nadie reconociese su verdadera identidad hasta que ellos mismos se descubrieron.

 

 

No es algo nuevo. The Beatles coquetearon con un nombre ficticio que no llegaron a utilizar, Ricky And The Red Streaks, que Paul McCartney propuso para irse de gira y con el que Jack Oliver, un ejecutivo de Apple, incluso llegó a reservar una actuación en Alemania para el grupo en la época del disco Let It Be, más o menos cuando estaban en trámites de separación definitiva.

 

Después, cada uno de ellos utilizó distintos seudónimos en sus aventuras en solitario. John Lennon fue, entre otros, Reverend Thumbs Ghurkin, Mel Torment, Dr. Winston, Booker Table And The Maitre D's, The Reverend Fred Gherkin, Beatcomber, Kaptain Kundalini, Mr. Leslie o Dwarf McDougal; Paul McCartney se convirtió en Percy Thrillington, Billy Martin, Apollo C. Vermouth o The Fireman para un disco que editó con el productor Youth; George Harrison apareció como Son Of Harry, Hari Georgeson, Jai Raj Harisein o L’Angelo Misterioso; finalmente, Ringo Starr se hizo pasar por Ognir Rats, Roy Dyke o Richie Snare.

 

El juego llegó tan lejos que, en más de una ocasión, The Beatles parecieron revivir tras su separación. En 1976, un grupo canadiense llamado Klaatu, que sonaba como los de Liverpool, jugó con el equívoco durante un tiempo hasta desvelar su identidad. Más adelante, en 1996, unos daneses llamados Rubber Band editaron Xmas The Beatmas, en el que jugaban a recrear conocidas canciones navideñas como si se tratase de temas de The Beatles. Sin ir más lejos, el “Last Christmas” de Wham sonaba como “Mr. Postman” y “Silent Night” adoptaba la forma de “Lucy In The Sky With Diamonds”, entre las once joyas de aquel impagable disco.

 

Elvis Costello utilizó a lo largo de su carrera diferentes disfraces, como Howard Coward, The Imposter, Napoleon Dynamite, The Beloved Entertainer, The Emotional Toothpaste o, incluso, su verdadero nombre, Declan Patrick -con el añadido de Aloysius- MacManus, pero sin olvidar nunca aquel que le había dado la fama. Por su parte, los Sex Pistols llegaron a presentarse de muy distintas guisas, entre ellas la de The Spots, acrónimo de Sex Pistols On Tour Secretly -Sex Pistols de gira secreta-.

 

En nuestro Estado, Los Peatones nacieron de la unión de Radio Futura y El Último de la Fila para una fiesta de Radio 3, mientras que Manolo García y Quimi Portet jugaron a ser teloneros de sí mismos en alguna ocasión cuando aún eran conocidos por Los Burros, vestidos de mujer y con el ‘original’ nombre de Las Burras. Travestido en ama de casa también se presentó Iván de Los Piratas junto a su hermano bajo el nombre de As Ferreiro, acompañando a un imaginario artista portugués llamado Rai Doriva, en actuaciones semanales durante unos meses en un pub de Vigo.

 

Los Del-Tonos, por problemas legales, se presentaron como Albert & The Blue Kings en un disco grabado con un pianista austriaco recreando clásicos del blues, o como Z Z Top un 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Su líder, Hendrik Roever, grabó dos discos de ‘turbo-pop’ disfrazado de Hank, que se hacía pasar por su hermano.

 

 

No obstante, el grupo que más ha jugado al despiste es Siniestro Total, quienes se han presentado, según la ocasión, como Sonny Boy And The Williamson, Hound Dog Men (ambos grupos con una orientación blues), Los Minusválidos del Ritmo (su faceta pop), Os Subxenios (mirando hacia Frank Zappa), Los 7 Pelmas (banda de ska tipo Madness) o Loopy de Loup (tocando un poco de todo). Nada raro en un grupo que empezó con el descacharrante nombre de Mari Cruz Soriano y los que Afinan su Piano.

 

En cualquier caso, todos tenían claro el nombre que les daba de comer y sólo hicieron uso de sus alter egos para aventuras esporádicas. Por eso, lo de Madonna transformándose en Esther está por ver.

 

Xavier Valiño
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Las Anécdotas de Eurovisión

CAMPUS GALICIA ARTICULO ANÉCDOTAS DE EUROVISIÓN

ULTRASÓNICA

ARTÍCULOS 2002


Las anécdotas de Eurovisión

Abba

       El Festival que este año parece será seguido por una gran parte de los españoles es de por sí una gran curiosidad. Monumento al kitsch, guarda en sus 46 ediciones un buen montón de anécdotas para el recuerdo.

– El título más largo de una canción presentada fue el de Alemania en 1964: “Man Gewohnt Sich So Schnell an das Schone”. El título no pareció suficiente al resto de los países: consiguieron cero puntos. 

– En parte de Europa aún creen que el ganador de la edición de 1968 fue Cliff Richard, con “Congratulations”, cuando la verdad es que Massiel venció con “La La La” -palabra repetida hasta 138 veces, el record del Festival-. De todas formas, tampoco le importó demasiado a Sir Cliff, ya que su canción vendió más en todos los países de Europa, ¡incluyendo España! 

– En la selección previa que se hizo en el Reino Unido para escoger su representante en 1969 ganó la cantante Lulú. El que menos votos obtuvo fue… ¡Elton John! 

– En 1974, mientras realizaban la última prueba, los realizadores se dieron cuenta que las bragas de la presentadora, Katie Boyle, se veían a través de su vestido de satén. Unos minutos antes de empezar saltaron al escenario y, ni cortos ni perezosos, se las quitaron de un tijeretazo. 

– El mismo año, Italia retransmitió la ceremonia días más tarde, en diferido, para evitar que su participación tuviera alguna influencia en un referéndum sobre el aborto. El título de su canción: “Sí” 

– También en 1974, los militares portugueses tenían planeado un golpe de Estado, y la señal de inicio sería la retransmisión por radio de la canción de aquel año, “E despois do adeus”, de Paulo de Carvalho. Al año siguiente, un Capitán del Ejército portugués, Duarde Mendes, fue su representante, con un tema que se titulaba “Madrugada”, y que celebraba la revolución pacífica de unos meses antes. Lo que ya no le permitieron fue presentarse de uniforme y con un arma cargada, tal y como era su intención. 

– En 1977 la BBC decidió organizar una fiesta con todos los participantes un par de días antes, con intención de grabar imágenes para emitir el día del Festival. No se les ocurrió nada mejor que ofrecer barra libre, así que, dada la monumental borrachera de la mayoría de los concursantes, no emitieron nada. Mejor a palo seco. 

– El representante sueco de 1978 agarró un cabreo enorme cuando no le dejaron dar una vuelta para conocer la ciudad anfitriona, París. Como revancha, decidió cantar en inglés, aunque se olvidó la letra, por lo que los comentaristas pensaron que estaba borracho. Había practicado más en sueco, claro está.  

– Probablemente, el momento más políticamente incorrecto llegó en 1979, cuando el grupo alemán Dschingis Khan ofreció una oda al conquistador mongol, uno de los más prolíficos asesinos en masa de la historia. Por si fuera poco, aquella edición se celebraba en Israel, un país no precisamente receptivo con los alemanes que celebran a los dictadores genocidas. 

– Los italianos -en 1981, 1982 y 1986- y los franceses -en 1982-, decidieron retirarse del Festival por discrepancias con el nivel de calidad. El portavoz francés, por ejemplo, aseguró que el Festival era “un monumento descomunal a la tontería y la mediocridad.” ¿Cómo es que llegaron a tal conclusión? ¿Necesitaron mucho tiempo y varios informes? Tal vez no fueron lo suficientemente concluyentes, porque al año siguiente volvieron. 

– En 1982, convencidos de que existe un cierto modelo en los ganadores, los noruegos decidieron presentar una canción compuesta por un ordenador. No ganaron, pero se supone que se ahorraron los derechos de autor. 

– Justo después de la pausa, a la presentadora de 1985, Lill Lindfords, se le cayó la falda, debido a una punta en el escenario. Más tarde se descubrió que era una treta para mantener el interés en la ceremonia. Al Comité Organizador no le pareció precisamente divertido, por lo que decidieron prohibir en sus estatutos “aquellos errores planeados que no constan en el guión”. El problema, se intuye, es saber cuáles son planeados y cuáles no.  

– El ministro israelí de Ciencia y Desarrollo trató de vetar la participación de su país en 1987, ya que la letra le parecía “un insulto a nuestra inteligencia nacional.” El estribillo decía: “Hoopa, hoopa, hoopa, hoola, hoola, hoola”. ¿Un insulto a la inteligencia? ¡Venga ya! 

– Por si aquel primer ministro no se enteró en su día, aquí le traemos algunos de los títulos presentados, que hablan por sí solos: “Voi-Voi” (Noruega, 1960), “Ringe Dinge” (Holanda, 1967), “Boum Badaboum” (Monaco, 1967), “La La La” (España, 1968), “Boom Bang-A-Bang” (Reino Unido, 1969), “Tom Tom Tom” (Finlandia, 1973), “Dinge Dinge Dong” (Holanda, 1975), “Pump Pump” (Finlandia, 1976), “A-Ba-Ni-Bi” (Israel, 1978), “Dai-Li-Dou” (Portugal, 1978), “Diggi Loo Diggi Ley” (Suecia, 1984), “Didai Didai Dai” (Turquía, 1985), “Bana Bana” (Turquía, 1989), “Diri-Diri” (Grecia, 1994) o “Wadde Hadde Dudde Da” (Alemania, 2000).  

– Desde 1989, un patrón extraño pareció marcar las sucesivas ediciones: aquel año, Yugoslavia ganó por primera vez. Al siguiente, Italia ganó por segunda vez. En 1991 se produjo la tercera victoria de Suecia. Un año más tarde, Irlanda ganaba por cuarta vez, en 1993 por quinta y en 1994 por sexta vez. 

– En 1991, el sueco Ake Bergmann, convencido de que la canción elegida era un fracaso, prometió a todos sus compatriotas que a todo aquel que gastase más de 600 euros se le reintegraría el importe si su país ganaba. Y ganó. Después llegó el escándalo nacional, una vez que se declaró en bancarrota por no poder pagar a sus clientes los 3 millones de euros que les debía. 

– El ganador de 1992, el italiano Toto Cutugno, paseó orgulloso su pelo negro y su traje blanco durante su actuación. Después de conocer el resultado, un compatriota, con la alegría del momento, le tiró un vaso de cava y el tinte comenzó a gotear sobre su inmaculado traje.

Xavier Valiño

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ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 ANTONIA FONT

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 ANTONIA FONT

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Antonia Font: Batiscafo Katiuscas

(Una interpretación libre de parte del último disco de Antonia Font)

 

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DAYNA KURTZ 2005

ARTÍCULOS 2005 RUFUS WAINWRIGHT CONCIERTO

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2005


Dayna Kurtz en directo

(Sala Capitol, 8 de mayo de 2005, Santiago de Compostela)

 

            En una desangelada Sala Capitol ofreció Dayna Kurtz su primera actuación en Galicia. La misma noche de final de un largo puente tenía que competir en la capital con Jorge Drexler, quien no logró llenar, ni siquiera gracias a su Oscar. Por lo tanto, tampoco es de extrañar lo sucedido a su paso por Compostela a la mejor de las cantautoras surgidas en los últimos cinco años.

            El prólogo lo sirvió su grupo de acompañamiento, Tarántula, trío que, a decir de quienes tuvieron oportunidad de verlos, se convirtió en un suplicio interminable a base de mucho devaneo sinfónico fuera de lugar. No presagiaba precisamente lo mejor.

            Extraño que ellos arropen tan bien a Dayna Kurtz sin bajarse del escenario y cambiando de registro tan fácilmente. Tan sólo en un momento el bajista se salió de su comedido papel para tocar su instrumento con un arco. El resto, perfecto. Las canciones son materia prima de primera y, además, a su autora poco le importó la cantidad de espectadores.

            Se lanzó desde el principio a repasar lo mejor de sus dos discos editados y no se echó nada de menos de lo que se podía ver en su excelente DVD Postcards From Ámsterdam. Queda claro que, aunque los discos sean recientes, lleva más de diez años dando conciertos sin parar por cualquier escenario que le haga un hueco.

Puede que, para verla, lo mejor fuese tener a mano una cómoda butaca -hubo quien se sentó tranquilamente en el suelo-, pero no por aburrimiento, sino porque así lo pide su música. Curiosamente, el momento más trepidante lo puso su versión de Leonard Cohen del “Everybody Knows”. Ahí el cuarteto parecía haberse transformado en algo completamente distinto, con una electricidad inesperada, aunque la intensidad se pudiera equiparar al resto de las canciones. Entre ellas, además de clásicos suyos como “Love Gets In The Way” destacó, como ya lo hacía en su segundo disco, la versión de “Joy In Repetition” de Prince.

Tan sola parecía encima de aquel escenario como el lugar que ocupa en un mundo en el que no tiene fácil acomodo ni semejanzas claras. Todo un lujo al alcance de la mano.

Xavier Valiño
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