THE STONE ROSES

The Stone Roses, de vuelta entre los mortales

 

 

            Cinco años y medio. Nada menos. La revelación más clara de la última década deja pasar todo este tiempo desde la edición de su disco de debut, con el título de The Stone Roses, allá a principios del 89, antes de darle continuación. Puede ser que estemos mal acostumbrados. O que se hayan vuelto demasiado perfeccionistas. O que ahora sean una pandilla de vagos. O que se hayan perdido en las trampas de la industria discográfica. Tiempo no les ha faltado. Leer más

OASIS

Oasis, hijos de un Dios menor

 

            Llega la hora de poner las cosas en su sitio. De situar el fenómeno Oasis en su justo lugar. Porque Oasis son un fenómeno, el que nos suponíamos hace unos meses. Si no, ¿en que caverna habías estado invernando durante el último año como para no enterarte? Leer más

MADREDEUS

Madredeus, el Portugal místico

 

            Hay casos bastante evidentes que empujan a plantearse demasiadas cosas. Sucede con los portugueses Madredeus, y no es fácil hallarles respuestas. Podríamos comenzar con lo difícil que resulta tener un mínimo reconocimiento más allá de las propias fronteras, más incluso si la lengua en la que uno se expresa no es el inglés. Razones económicas, en países en los que el volumen generado por el mercado del rock es una de las principales fuentes de ingresos, imperan en el caso norteamericano o británico, con más incidencia si cabe en este último. En otros, sin olvidar la parte que nos corresponde, el chauvinismo impide aceptar cualquier otro idioma que no sea el propio o, cómo no, el inglés. Leer más

THE WHO

30 años de máximo rhythm & blues

La historia de los Who repasada en una caja de cuatro compactos

 

 

 

            Parte de los años 60 fue de ellos, de The Who, al lado de The Beatles, Rolling Stones y The Kinks. Todos siguen editando grabaciones e, incluso los dos últimos, en activo. The Who aún continuaron una década más desde mediados de los 70, en la que pasaron con más pena que gloria. Al final supieron entender que se habían convertido en unos dinosaurios más y lo dejaron, aunque ya fuera bastante tarde. Leer más

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1995 RAIMUNDO AMADOR

ULTRASONICA ARTÍCULOS 1995 RAIMUNDO AMADOR

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 1995


Raimundo Amador, viente años después

 

 

            Lo menos que se puede decir de él es que ha sido sincero y consecuente. Sincero por proclamar sus amores y sus defectos a los cuatro vientos. Consecuente por hacer ni más ni menos que lo que se podía esperar de él después de tanto tiempo conociéndolo.

 

            Y es que Raimundo Amador ha estado con nosotros demasiado tiempo, casi sin darnos cuenta, acompañando la banda sonora de la música de raíces más innovadora durante los últimos veinte años, desde antes incluso de alcanzar la mayoría de edad.

 

            Veinte años que ha tardado en dar a la luz a Gerundina, su primer intento en solitario después de que una compañía discográfica de las importantes -recién implantada en nuestro Estado y con Raimundo Amador como primer fichaje de aquí- pusiera en él toda su confianza. Tal era la fe que en él tenían.

 

            Un tanto que se apuntaron conscientes de que no podían fallar, porque Raimundo Amador es, sin duda, la primera figura del nuevo flamenco conocido por su nombre y apellidos más allá de los limitados círculos que se le suponen, la primera figura ciertamente exportable. En la última gira de Kiko Veneno era él quien recibía todos los aplausos y quien escuchaba su nombre coreado por cientos de gargantas.

 

            En su haber queda el mejor disco estatal de los 80 según el parecer de buena parte de la crítica, Blues de la frontera, trabajo que firmó con su hermano Rafael como Pata Negra, grupo que supo dar vida al flamenco-blues durante la década pasada. O el primer disco de Veneno, un hito en la transición política y musical.

 

            No era todo. Hay que sumarle su aportación en más de 30 discos de artistas de todos los estilos, en canciones que sin su guitarra perderían el alma. Que se lo pregunten, si no, a Camarón, Kiko Veneno, Radio Futura, Los Rodríguez, Rosario, Cathy Claret… Y está también en su haber su papel como integrante, siempre indispensable, de grupos forjados alrededor de sus notas: Veneno, Pata Negra o Arrajatabla.

 

            De ahí que no resultara nada extraño que, primero Chuck Berry, y luego B. B. King, el rey actual del blues, encontraran en él a un alma gemela, aunque tan distinta fuera su condición. Puede que no lograse entenderse con B. B. King por la barrera del idioma, pero se comunicaron a la perfección con sus guitarras en las manos, y uno no deja de hablar maravillas del otro en cuanto se le presenta una ocasión.

 

 

            Por eso cuando se supo del comienzo de su aventura en solitario todo sonó a algo que se había aplazado durante demasiado tiempo, algo que era inevitable. Gerundina es el resultado, tan cierto como inesperado. Cierto porque faltaba escucharlo para creerlo. E inesperado porque, aunque podía intuirse su contenido, nadie podía suponer tal facilidad a la hora de conjugar elementos tan dispares.

 

            Por supuesto está la guitarra de B. B. King en dos temas, grabados en una corta sesión en Nueva York. Está la voz de sus amigos -cantar nunca fue el fuerte de Raimundo Amador-: Andrés Calamaro en "Ay que gustito pa’ mis orejas", el reggae del disco, y Nacho García Vega en el corte más rock y, tal vez, el más prescindible, "La viciosa de los gatos".

 

            Cuenta con dos productores sin demasiada experiencia en el mundo del flamenco, Fernando Illán y Arturo Soriano, que no ponen demasiadas trabas a la expresividad del maestro. Hay hasta seis compositores, entre ellos el rey del chiste fácil al frente de los Toreros Muertos, Pablo Carbonell, y la frágil francesa Cathy Claret.

 

            Sorprendentemente, todo casa en un disco de una pasmosa unidad, en el que se impone la desbordante humanidad de Raimundo Amador, ésa que le hace declarar sin ninguna vergüenza su amor a su mujer -"Antonia"-, a su papel de fumar favorito -"Bolleré"- o a su guitarra -"Gerundina"-, según él, su segundo amor.

 

            El paso está dado y la demostración de esta técnica tan particular, tocar la guitarra eléctrica como si fuera una flamenca y la flamenca como si fuera una eléctrica, tiene ya su primer volumen completo. Nos queda la duda de si el nuevo flamenco está completamente asentado, si tiene un público propio o si ha logrado cruzar sus fronteras naturales, pero no se puede dudar de esa realidad llamada Raimundo Amador, veinte años después. Con él, las dudas empiezan a tener respuesta.

 

Xavier Valiño
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