BITTERSWEET

Bittersweet, a salvo de la radiación

Desde Sevilla llega por fin el debut en largo de una de las bandas salidas de la capital hispalense más interesantes del último lustro. Bittersweet combinan post-punk, rock y electrónica en diez temas sugestivos y directos. Tras un par de EPS en los últimos cuatro años y bajo la producción de Martí Perarnau y Ramiro Nieto, aquí nos presentan las canciones de su debut homónimo.

1 Golpe final:

Supone una ruptura con el pasado de la banda. Porque fue la primera canción que se hizo para el disco y por ser casi la primera canción que trata de temas sociales, saliendo así de la tónica que seguían nuestros textos. Una atmósfera oscura y pesimista, creada por unos sintetizadores y un pequeño riff muy concreto que transmiten la incertidumbre que se plantea en el texto: “Hemos encontrado un lugar mejor para estar a salvo de la radiación, de la oscuridad, del silencio…”

Líricamente, emplea el recurso de comenzar cada estrofa siempre de la misma forma, así el mensaje queda más claro. Igual que sucede con la atmósfera de la canción o los leit motivs de los que se compone la melodía, con un estribillo doble que no deja de golpear donde más duele con cada frase: “Vamos a volar, no va a quedar nadie, ¿qué puede pasar con este desastre?”. Resaltando la crispación que el momento social y político está produciendo en nosotros, las ganas de escapar que experimentamos cada vez que abrimos un periódico o encendemos la televisión.

2 Demasiada gente

Es una canción de contrastes. Buscábamos melodías pop con esencia de los 60 para las voces que están en el lado opuesto de la producción instrumental del tema que, casi por completo, está compuesta y grabada con sintetizadores. Sigue en cierta manera la estela de “Soñadores Pop” coqueteando con bastante gusto con la electrónica. Además este juego de contrastes entre lo trascendente y lo superficial, se refleja en la letra.

En el texto hablamos sobre lo deprimente que es ver cómo la sociedad de la sobreinformación atrofia al individuo y de cómo esto juega en nuestra contra. Un arma de doble filo muy atractiva pero que poco a poco nos va deshumanizando y puede hacer mayor daño con la aceptación masiva de los nuevos códigos sociales. Un tema de luces y sombras; luminoso en las melodías y oscuro en las letras y la manera de cantar.

3 No soy yo

Exploramos una faceta que no habíamos explotado, soportar una canción con un riff pesado de guitarra, un acercamiento al rock que hasta líricamente se puede intuir: “Lo estaba respirando y tuve que huir de esta espiral de destrucción ajena”. Aunque se retomen los términos como destrucción, no se emplea de la misma forma y no se centra en la sociedad, es más concreto, hablando de la decadencia y los peligros que se pueden encontrar en los camerinos de la industria. También plantea el reto de uno mismo a esas cosas oscuras, peligrosas, para algunos lúdicas, que se nos presentan sin que nosotros queramos y saber decir que NO sin fisuras: “Renuncié al eterno secreto del éxito”.

El contraste de la batería disco y el pesimismo de la melodía resulta divertido y también refuerza el mensaje de la paradoja que supone estar ante situaciones nocivas que para algunos son muy divertidas y que están totalmente institucionalizadas: “Hemos aceptado un modo habitual de perversión total”.

4 De todos los tiempos

Es una fantasía hip-hop que acompaña todo el tiempo a la canción. En el rap se diría que es un beef: un mensaje claro a alguien. En este caso, una respuesta: “sal ya de la tierra, no intentes separarnos”. Es un medio tiempo, que facilita la comprensión de lo que estamos diciendo. Se sale de la tónica de lo que va de disco, con un moog picadito y una batería electrónica muy presente en toda la canción. Se emplean recursos de producción pop, que es el segundo apellido de la canción, con un estribillo claro que vuelve a presentarnos el mensaje de la canción: “Si no tienes valor, sal corriendo”. Descontextualizado, no tiene mucha intención, pero como ya hemos explicado, responde a los que atacan nuestra forma de ver la música con alegatos vía web y no con canciones ni en el escenario, que es donde nos gusta a nosotros decir las cosas.

Musicalmente, introducimos unos pasajes de saxofón, que Alex sopla con contundencia, haciendo de la segunda estrofa una sorpresa y un guiño a sus años de estudio con tal instrumento. Al principio no se planteó usarlo, pero al escucharlo no pudimos evitar ponerlo de nuevo al final de la canción.

5 A quién le vamos a gritar

Es un lema, un mantra, un llanto, un grito… Es una canción de sentimiento, de rabia. Encarna a la perfección el mensaje que se encuentra en el global del disco. Nos gusta creer que tiene un cierto aroma a Black Sabbath en las estrofas: batería a tierra, guitarras y bajo muy distorsionadas y una voz lineal.

Tiene sorpresas instrumentales en cada estribillo y una parte C hipnótica, con la que intentamos trasmitir el estado de desorientación que a veces vivimos en nuestras vidas y tras el cual solo queremos gritar. Probablemente una de las canciones más difíciles de catalogar del disco aunque la concebimos como resumen de cada canción en esa poderosa y enigmática frase que lleva por título.

6 Universo fluido

Comienza en una atmósfera oriental, que le da otro aire al disco. Líricamente está en el punto general de crítica social a todos los niveles. Expresando el deseo de estar en otro lugar, de no tener que vivir en este mundo infectado de corrupción y soñar con una suerte de revolución, “Quiero ver el despertar”, que, acompañado de un bajo sintetizado, un solina y una guitarra con el fuzz por línea, nos lleva a un escenario espacial. Es experimental en el tratamiento de la voz, que en ninguna canción tiene tanto efecto como en esta.

Vuelve a repetir al comienzo de cada estrofa el mismo tipo de pregunta: “Y si fuera…”, preguntándonos si sería posible que todo funcionara bajo el sentido común. Como colofón final: solo de guitarra ultra freak y un épico estribillo doble que nos deja canturreando la melodía en nuestra cabeza.

7 Misma especie

Un bucle bajo-batería para empezar que, acompañado de una guitarra con un brillo inconfundible, se nos pega al cuerpo sin que nos demos cuenta. Queda reforzado al repetir la primera frase en dos ocasiones: “Quiero agarrarme a la última oportunidad, quiero agarrarme a la última oportunidad…”.

La temática está clara: pesimismo y crítica social, el cordón umbilical del álbum, esta vez ubicado en un escenario bélico, reforzado por la guitarra solista del estribillo y el ritmo que acompaña la salida del estribillo: “a este desastre nuclear”, con unos golpes de batería claramente intencionados. Salimos de la atmósfera bélica con un riff de moog que deja muy abierta la canción, para desembocar en el bucle inicial, pero esta vez para presentarnos un discreto y también repetitivo solo de guitarra.

Finalmente, una parte C antes del estribillo con un mensaje claro: “Tengo que encontrar otro método, una técnica menos invasiva”, tratando de explicar que al implicarse tanto con la realidad se experimenta ese sentimiento de vergüenza: “Que vergüenza, somos de la misma especie”.

8 Soñadores pop

Viene la fiesta sintética al LP. En “Soñadores pop”, una caja de ritmos y un riff de bajo en bucle nos presentan una de las canciones más divertidas del álbum, cargada de ironía: “Si el imperio se les cae, buscan nuevos referentes que sean cool y dirigentes”. Unas guitarras hasta las cejas de estribillo doblan el riff principal en las introducciones, para luego desaparecer y dejarle espacio a los sintetizadores. Jugamos con hacer un dúo y fundir las dos voces, porque además de romper la dinámica general del disco, nos parecía coherente, cantar esta canción que tiene un mensaje que infinidad de veces hemos compartido la banda completa.

Los efectos no decaen en ningún momento, contando con una parte C electrónica: “un dolor insoportable, el discurso es excelente, fingen ser inteligentes” y bailable que estalla en un estribillo cargado de sintetizador Juno y de una batería directa al pecho. Líricamente, emplea una metáfora, valiéndose del término religión para referirse a una corriente cultural que, mal entendida, es más cerrada incluso que cualquier culto: “No creo en tu dios, déjame en paz, no comulgo con tu religión”.

9 Lago gris

Es la balada cósmica y psicodélica. Nació de una manera curiosa e inusual para nosotros. Teníamos claro la rueda de acordes por donde podíamos desarrollar todo el tema, además que la cadencia de la voz era oscura. Por otro lado, empezamos a trabajar en una canción con un riff potente, evocador y mucho más dentro del sonido que queríamos para el disco. Surgió la idea de unirlos y el resultado nos conquistó. En este caso la lírica va más enfocada a la introspección, no a la rabia contra el mundo si no lo que éste puede producir en uno mismo. Cantada en segunda persona, refleja otro rasgo característico en nuestras canciones: la creación de imágenes más cercanas al cine o a un cuadro que a la realidad, lo que para una balada de este tipo resulta mucho más personal e impactante.

10 Hasta el cuello

El dolor, la rabia, el agotamiento, la sangre… Todos los conceptos del disco están concentrados en este último tema. Una canción de ambientación extraterrestre en las estrofas, jugando con lo impersonal de los sintetizadores, pero terrenal en los estribillos. Es una canción compuesta de manera clásica con una acústica y que fue tomando su color final durante el proceso de preproducción y producción del disco.

Lo más curioso de “Hasta el cuello” fue la manera de confeccionar la letra. El estribillo llevaba cerca de un año con nosotros pero, tras moldear y amasar la producción instrumental, aparecieron nuevas imágenes y palabras que eran más certeras para la canción. Fuimos confeccionando nuevos versos para las estrofas durante la grabación de las demás voces y, por último, como una metáfora del propio disco, terminamos la grabación con la última palabra de este tema. Y como bien dice la letra: “Hundidos hasta el cuello, salvando el final”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *