BEN VAUGHN

Ben Vaughn: “Ya no me preocupa el alquiler”

Entre el final de la década de los ochenta y la primera mitad de los noventa, los discos de Ben Vaughn nos llegaban regularmente y nunca decepcionaban. Escuchados hoy, Beautiful Thing, Blows Your Mind o Dressed In Black, siguen sonando igual de gozosos e inspirados, un eslabón más en esa interminable cadena del r’n’r más o menos clásico que permanece inmune al paso del tiempo, como una burbuja al margen de los eternos y cada vez menos duraderos vaivenes del caprichoso mundo del rock.

A Ben Vaughn lo diferenciaba de la miríada de bandas que en los USA se dedican al género una voz personalísima, entre Johnny Cash y Lou Reed he llegado a leer, un enciclopédico conocimiento de toda la música americana pre-psicodélica (soul, doo wop, surf, r’n’b, pop, garage, country…), y, sobre todo, ese tono entre humorístico y melancólico que hace inconfundibles sus canciones, “perfectas y simples como una buena cheeseburger”, según se puede leer en las notas de uno de sus últimos CDs.

 

Desgraciadamente, las pocas ventas iban llevando a su carrera a un callejón sin salida, del que lo salvó su gusto por la música instrumental. Así, en uno de esos giros irónicos que pueblan sus canciones, acabó arreglando su cuenta corriente a base de componer música para series de gran éxito… a pesar de haber confesado que llevaba veinte años sin ver la televisión.

 

Ahora se puede permitir el lujo de organizar el Wonder Valley Music Festival cerca de la casa que se ha comprado en el desierto que rodea Los Ángeles, un festival en el “nadie espera hacer dinero. Si tocas allí, es porque te encanta la idea de tocar allí. Le pago a cada grupo 200 dólares, que cubren la gasolina y una habitación de motel, así que todo está claro. Nadie se puede quejar de nada”.

 

Además, también el desierto le ha descubierto su último grupo favorito, un trío de r’n’r minimalista formado por los hijos de la dueña de The Palms, su bar preferido, muy cercano a su nuevo hogar y epicentro del Wonder Valley Music Festival. Cuando le preguntamos por The Sibleys, que así se llaman aprovechando el apellido familiar, nos remite el texto que escribió para su Myspace.

 

“Me quedé impresionado por lo simple de su música y la brillantez poética de las letras. La noche que los conocí les comenté la posibilidad de trabajar juntos. Inicialmente grabamos todo su repertorio en mi casa, a sólo unas millas del restaurante, pero el grupo no sonaba como lo hacía en el escenario del bar. Comprendí que lo que se echaba en falta era el bar en sí mismo, así que, con una unidad móvil, los grabé en The Palms, sin overdubs, una calurosa tarde de un martes. Tanto el grupo como yo mismo estamos encantados con el resultado.”

 

Creo que deberíamos empezar por poner tu carrera al día para los fans hispanos que quizá hayan perdido el contacto con ella estos últimos años. ¿Qué has estado haciendo últimamente? ¿Sigues componiendo para cine y TV? Parece que tu experiencia como compositor de bandas sonoras ha sido un éxito, y hasta he llegado a leer que te han convertido en un hombre rico.

–  En 1995, me mudé de New Jersey a Los Ángeles para tratar de conseguir trabajo como compositor de bandas sonoras, y sólo unos meses después me ofrecieron una serie de televisión llamada Third Rock From The Sun. El caso es que tuvo mucho éxito, y, a partir de ahí, también compuse la música de varias series más (That 70s Show y otras). También hice la banda sonora de alguna que otra película cuando surgía la oportunidad. Después de once años trabajando en Hollywood, decidí tomarme un respiro y volver a tocar en directo, grabar y producir discos. Acabo de terminar el nuevo disco de Mark Olson de los Jayhawks. Lo que ha cambiado en mi vida es que ya no necesito tener que preocuparme por pagar el alquiler, como me pasaba antes. Y la verdad es que es una gran noticia.

¿Cómo empezaste a trabajar en Hollywood?

Conocí a una mujer en el festival South By Southwest en Austin, y ella me convenció para que me trasladara a L.A. Ella estaba segura de que encontraría trabajo… y tenía razón. Estaba en la KCRW presentando mi disco de 1995, Instrumental Stylings, y el presidente de la productora que grababa el episodio piloto de Third Rock From The Sun me oyó, llamó a la emisora y me contrató. Todo en el mismo día.

¿Es muy diferente el negocio del cine al musical?

En TV, las fechas límite son de verdad. La serie saldrá a antena tanto si estás listo como si no. En el negocio de la música siempre puedes tomarte tu tiempo. Las dos maneras de trabajar me gustan.

 

El negocio musical ha cambiado radicalmente desde los días en que empezaste a grabar. ¿Cómo ves los cambios? Ya veo que publicas tu mismo tus discos y los vendes en Internet. ¿Es la única manera de hacer las cosas ahora?

– Cuando yo empecé en este negocio, era imposible encontrar un buen equipo de grabación casero. Necesitabas dinero para conseguir tiempo en un estudio de verdad, lo que a su vez conllevaba que tenías que tener un contrato con una compañía para que ésta te proporcionara un presupuesto. También necesitabas que la compañía te distribuyera tu trabajo. Ahora es mucho más barato hacer un disco, y lo puedes vender online. Lo mejor que puede hacer un artista es gastar la pasta en un buen promocionero.  

 

¿Cómo se te ocurrió la idea de grabar todo tu repertorio? Parece una locura. ¿Estás seguro de que grabarás todo lo que has escrito? ¿Vas a publicar todas tus nuevas canciones del mismo modo?  

Tengo un estudio en Los Ángeles, y como el alquiler sigue subiendo, decidí grabar todo lo que se me ocurriera antes de cerrarlo. La mayoría de mis discos están descatalogados, y los fans siguen pidiéndome las grabaciones de mis viejos discos, así que decidí revisitar mi repertorio con mi banda actual, los Ben Vaughn Desert Classic. Una vez que comenzamos a grabar, empecé a componer nuevas canciones, así que por eso hay una mezcla de temas antiguos y nuevos. Puede que en algún momento reúna una colección de nuevas canciones y las edite. 

 

Siempre ha habido instrumentales en tus discos, pero al final parece que es a lo que le has dedicado más tiempo. Quizá este proyecto es una manera de volver a las canciones. ¿Dónde te encuentras más cómodo?

Ambas cosas me encantan. Puedo pasar de las canciones a los instrumentales muy fácilmente, y es fantástico.

 

Los arreglos de las canciones no se alejan de los originales, y creo que lo has grabado todo en directo en el estudio. ¿Es una manera de reflejar el sonido de tu nuevo grupo?

Si. Está muy bien porque así no tuve  que enseñarle los nuevos temas al grupo. Ya se los sabían.

 

¿Qué nos puedes decir de la Ben Vaughn Desert? ¿Lleváis juntos mucho tiempo? ¿Tocáis con frecuencia en directo?

Llevo con el mismo grupo los últimos cinco años. Tocamos en bares pequeños en la zona de Los Ángeles y en el desierto. La única razón por la que toco en directo es porque me gusta. No es un escaparate para mi carrera. No busco un contrato discográfico. Es simplemente algo que amo, como una transfusión de sangre. Una de las razones de mi existencia.

 

Te vi tocar en España en una pequeña sala acompañado simplemente por una guitarra y una caja de ritmos, y el concierto fue espectacular, todo el mundo bailando y cantando los “a ha has” y “oh yeahs”. No parecías necesitar mucho más. ¿Todavía haces ese tipo de conciertos? ¿Cuales prefieres?

Hace muchos años que no hago un concierto en solitario. Prefiero tocar con mi grupo. Con ellos es más fácil conseguir toda la excitación de un concierto de rock & roll. Por otro lado, siempre me ha gustado hacer algún concierto solo, es más íntimo. Son cosas diferentes.

Me encanta “Rhythm Guitar”, la canción, pero también el papel que desempeña en un grupo. Puede que ser un buen “guitarra rítmica” sea una buena aspiración en la vida cuando sabes que no vas a ser la estrella bajo los focos.

El guitarra rítmico es muy necesario. Puede que no te des cuenta de que está ahí, pero cuando no está notas que falta algo.

 

Hablando de guitarras, veo que sigues tocando una Telecaster, y no se a quien le oí una vez que la Telecaster estaba muy bien porque nunca estaba de moda, pero tampoco dejaba de llevarse. Lo mismo puede decirse de tu música.

Me compré una Telecaster cuando era adolescente, la enchufé en un Fender Deluxe y dejé de buscar. Definitivamente es lo mío.

 

Eres uno de los pocos casos de compositores a los que el humor de verdad le funciona en sus canciones. Creo que es mucho más difícil de lo que parece usar el humor en el r’n’r sin que resulte forzado, al menos desde que el r’n’r se transformó en Rock. Aunque es más que probable que ese humor melancólico sea propio de tu personalidad, seguro que hay alguna que otra inspiración musical.

Nunca he tenido problemas en permitirme usar el humor en mis canciones. Siempre me gustaron los discos que los Coasters grabaron en los 50. Eran divertidos Y “rockeaban”. También Chuck Berry; “Maybelline” es divertida. Los Cramps, Iggy y los Ramones también lo son. Incluso compositores ‘serios’ como Dylan, Warren Zevon o Tom Waits los son a veces. Lo mismo me pasa con la literatura. Me parto de risa con Chejov y Dylan Thomas  

 

¿Qué nos puedes contar del Wonder Valley Music Festival? ¿Todavía se celebra?

Todavía hago el Wonder Valley. El próximo será en octubre o noviembre. Cuando empecé a hacerlo dije que en el momento en que se convirtiera en un gran éxito dejaría de hacerlo. Hasta ahora, todo ha salido bien. Simplemente es una fiesta en el desierto con música. Deberías venir al próximo. ¡Hay camping gratis!

 

Para terminar, aprovechando que hablamos con un amante de la música de gustos anchísimos, me gustaría que nos explicaras cómo se puede adorar por igual una orgía de ruido como el Funhouse de los Stooges y el Wave de Jobim, en el que casi se puede oír respirar a los músicos.

Es difícil explicar algo que siento de manera tan natural. Nunca he amado al rock and roll exclusivamente. Mis orejas están siempre abiertas. Lo mejor de todo es que todavía no he escuchado mi pieza musical favorita. Puede que me esté esperando a la vuelta de la esquina, y tanto puede ser de Link Wray como de Duke Ellington, lo cual es una buena razón para estar vivo.

Carlos Rego

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