AMERICAN SPRING

American Spring, la primavera perdida de Brian Wilson

 

 

Después de todas las historias que hemos oído y leído sobre sus andanzas, tengo la impresión de que la cabeza de Brian Wilson sólo funciona en condiciones “normales” en el estudio de grabación. La vida, lo que los que no somos genios conocemos por vida normal, es demasiado dura para él, tal vez insoportable. No tiene sobre ella el control del que goza en ese su refugio, tanto físico como espiritual, en el que puede disfrutar de  las cualidades curativas que él atribuye a la música. De ahí que se pasara buena parte de los años 60 grabando, componiendo y arreglando canciones no sólo para los Beach Boys, sino para cualquiera que le ofreciera la oportunidad de revivir el milagro.

 

Uno de los grupos en los que puso más empeño fue en las Honeys, un trío vocal femenino formado por Ginger Blake y las hermanas Rovell, Marilyn y Diane, que ya había trabajado a principios de la década con Gary Usher, buen amigo y colaborador de Brian. Gary se las presenta tras un concierto de los Beach Boys y no tarda en aparecer su primer single. A pesar del toque B en composición y arreglos y la utilización de algunos de sus músicos favoritos, ninguno de los cuatro singles que publicaron entre 1963 y 1964 tuvieron el mínimo éxito, algo extrañamente común a todas las producciones de Brian Wilson ajenas a los Beach Boys. Extrañamente porque, sin llegar a ser obras maestras, las grabaciones de las Honeys son una estupenda recreación del girl group sound, con detalles marca Wilson y canciones tan deliciosas como “The one you can’t have”.

 

  

Visto lo visto, las chicas se dedicaron a poner voces en diferentes canciones tanto de los Beach Boys como de Jan & Dean, Bruce Johnston o los Surfaris. Quizá la grabación más destacada en la que participaron en esa época sea el single que Brian Wilson regaló a Glenn Campbell en pago de los servicios prestados como músico de sesión y directo, el fantástico “Guess I’m dumb”. El interés de Brian en el grupo resulta más que musical y a finales del 64 se casa con Marilyn Rovell, aunque con los años acabará coladito por Diane y protagonizando un medio consentido triángulo.

 

Después de revivir el grupo en 1969 e intentarlo de nuevo con otro single, “Goodnight my love” de los Spaniels, las Honeys pasan a mejor vida, no así su vocación musical. Ginger Blake decide probar suerte en solitario, las hermanas Rovell pasan a llamarse Spring y a protagonizar uno de los episodios menos conocidos de la carrera musical de Brian Wilson, que grabará con ellas el que probablemente sea el mejor disco del resto de su vida musical, quizá sólo superado por Beach Boys Love You y su primer disco en solitario, y en el que podrá recuperar parte del espíritu primigenio de su grupo principal. No hay que olvidar que en esa época la temática de las canciones de los Beach Boys había extendido sus límites de forma notable y hasta Mike Love se dedicaba a cantar odas ecologistas al Big Sur.

 

 

En Spring no había intención de comentar la realidad circundante, sino simplemente la de hacer de cada canción una isla de inocencia no contaminada, recuperar el gusto por la música en sí misma; en definitiva, lo que siempre se le ha dado mejor al genio californiano. Una oportuna reivindicación de su imprescindible presencia en un grupo en el que apenas contaba y una bonita despedida justo cuando iniciaba la debacle personal que le llevará a vegetar unos cuantos años.

 

Ese último single de las Honeys ya aventuraba el cambio de sonido, menos juvenil, más lujoso, y de método: Brian no era tan prolífico como a principios de década y tuvieron que recurrir a otras fuentes para completar un repertorio. Parece que era Diane la que se ocupaba de rastrear canciones para el grupo, que Marilyn ponía la voz principal en la mayoría de ellas y un Brian absolutamente enamorado de la voz de su mujer, producía, arreglaba y/o supervisaba las grabaciones con ayuda, aunque hay quien dice que algo más que ayuda, de dos técnicos cercanos a los Beach Boys, Stephen Desper y David Sandler.

 

 

El primer y único disco grande de Spring, American Spring en ediciones posteriores para diferenciarse de unos progresivos británicos, aparecería en 1972, y es una auténtica delicia de principio a fin. Incluiría los dos singles que lo habían adelantado y, como éstos,  mantendría un delicado equilibrio entre covers y temas originales y un tono general que oscila entre el pop de cámara, el encanto naif de los grupos de chicas y un aire levemente folkie. Lo menos interesante quizá sean las canciones más conocidas, “Mama said” de las Shirelles o “Superstar” de los Carpenters, aunque un clásico como “Tennessee Waltz” recibe un tratamiento inconfundible, con ese minimalista uso de la percusión casi vanguardista. Otros covers resultan mucho mejor: esa especie de nana para despertarse que es “Awake” y, sobre todo, “Now that everything’s been said”, una gema semioculta del catálogo de Carole King (titulaba su poco conocido disco con The City), brillantemente arreglada por Mr. Wilson y que recibe un vibrante tratamiento vocal de Marilyn.

 

De todos modos lo mejor llega con los temas originales, que en su mayor parte tampoco eran canciones específicamente compuestas para Spring. Había recuperaciones de los primeros 60, como ese precedente de “Darlin’” que es “Thinkin’ ’bout you baby”, grabado primero por Sharon Marie, y aquí ralentizado para que Marilyn se relama como una gatita. De la época del gran Sunflower recuperan “This Whole world”, también radical e inventivamente diferente a la toma de los Beach Boys para adaptarlo a la personalidad del grupo, demostrando que en esos momentos el grupo de Brian Wilson eran Spring y que las ideas no se la habían agotado.

 

 

Por su parte, “Forever”, el baladón de Dennis Wilson, aunque brillante, pierde el aire de desesperación que el hermano descarriado ponía en sus grabaciones. La dicharachera “Good time” no llegaría a entrar en Sunflower y es de esa clase de canciones que los Beach Boys ya no querían hacer, una nadería  intrascendente pero perfecta. Dejo para el final mi favorita personal, la ensoñadora “Sweet Mountain”, en la que encajan con precisión de miniaturista una estrofa que podría actuar de banda sonora de un perverso cuento de hadas, con un estribillo, ¡en inglés y francés!, que es puro doo wop marciano. Sublime pop de vanguardia a años luz de lo que podía estar haciendo cualquiera de sus compañeros de generación.

 

Casi obviamos decir que no pasó absolutamente nada con el disco, a pesar del empeño de un  Brian Wilson que incluso se implicó personalmente en la promoción. Aun así todavía lo intentaron al año siguiente con un nuevo single, “Shyin’ away”, que no desentonaría en absoluto en el LP, como tampoco lo haría la cara B, “Fallin’ in love”, una rareza que había aparecido en un raro single en 1969 a nombre de Dennis Wilson con otro título, “Lady”. Ya no aparecerían más grabaciones de Spring a pesar de que de vez en cuando volverían a entrar en el estudio, supongo que dependiendo del estado físico y mental de Brian. De forma más o menos legal se conocen unas sesiones de 1977, al menos parte de ellas, y siguen siendo excelentes. Vuelven a recrear algunas canciones de los Beach Boys (“Had to phone ya” o “Slip on through”), pero también estupendos originales (“It’s like heaven” o el delicioso “Do ya”), manteniendo intacto el espíritu original.

 

 

A partir de aquí lo poco que ha llegado a nuestros oídos va perdiendo paulatinamente interés. Finalmente, en 1983 aparece Ecstasy, un nuevo disco a nombre de las Honeys en el sello Rhino, pero el resultado es muy decepcionante. Sin participación de un Brian ya definitivamente separado de Marilyn, es la típica producción rimbombante de aquellos años, que, a pesar de todo, no logra destrozar “Go away boy”, una emocionante y primeriza canción de Brian Wilson, que data de 1962, que es lo único salvable del disco y endulza levemente el mal sabor de boca que deja el final de una historia que merecía otro.

 

Carlos Rego

 

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