AMAZING GRACE

Amazing Grace

Sidney Pollack (Caramel Films)

 

 

Parece inconcebible que un director como Sidney Pollack no fuese capaz de prever que la filmación de un concierto necesita de una cierta planificación para sincronizar imágenes y sonido, especialmente entonces (año 72), cuando los medios no eran los mismos que ahora. Súmenle el veto de la protagonista, Aretha Franklin, no se sabe aún muy bien por qué, y de ahí que hayamos tenido que esperar 47 años para poder contemplar finalmente uno de los más grandes conciertos -también servicio religioso y sesión de grabación- jamás filmados.

 

Sí, exactamente. Por ahí arriba está esta actuación, junto a El último vals o Stop Making Sense. Aquí no hay tantos invitados ni canciones inolvidables como en el primero ni una preparación tan inteligente como en la del segundo, pero este tiene otros elementos que lo hacen especial.

 

Está, por ejemplo, el regreso de la reina del soul a las canciones góspel con las que había crecido en la iglesia, una filmación casi transparente, en la que los aplausos y los arrebatos de los escasos asistentes que pudieron entrar siguen pareciendo espontáneos, la emoción de todos los presentes (Mick Jagger, Charlie Watts y Mahalia Jackson incluidos) empezando por Franklin y el resto del coro o el emocionado discurso de su padre. Para nosotros, los profanos, es algo así como acercarnos como nunca antes a lo más sagrado. Franklin fue -es- el excelso vehículo que nos guía hacia la luz desde el púlpito, solo a través de su voz, y sin necesidad de pronunciar ni una palabra.

 

 

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