WHAT’S GOING ON (III)

What’s Going On, la Sagrada Familia del soul

Por increíble que parezca, a Billie Holiday le debemos el más grande disco soul (¿del rock?) de todos los tiempos. Ya, Lady Day no grabó soul ni rock, ni tampoco tuvo que ver en la gestación de What’s Going On, álbum que se editó el 21 de mayo de 1971, doce años después de su muerte, salvo que como resumen de la música negra del siglo XX su influencia también hiciese acto de presencia en sus estrías. Lo cierto es que su impronta fue algo mucho más prosaico: gracias a la película que se rodaba en Hollywood sobre su historia, El ocaso de una estrella (Lady Signs the Blues en su título original), el testarudo Marvin Gaye pudo editar un disco que el Departamento de Calidad del sello Motown había vetado. “Lo peor que he oído en mi puta vida”, fue la frase lapidaria del dueño y capo del sello, Barry Gordy Jr. (Lo repasamos en tres entregas. Hoy, la tercera y última)

 

Algunos conceptos vagos y fragmentos de canciones ya los tenía en julio de 1970, cuando grabó el single, pero serían los seis meses de paro forzado por él mismo los que acabarían por darle forma al álbum. Era consciente de la idea emocional que quería transmitir aunque no tenía tan claro cómo hacerlo musicalmente, solo algunas referencias que quería emplear: el uso de cuerdas por encima del ritmo, como Isaac Hayes, la continuidad del sonido por todo el álbum en forma de un ciclo de canciones, como había hecho Four Tops en Still Waters, o los himnos góspel que había escuchado de niño.

 

Dos de las canciones las había estado trabajando también con Obie Benson y Al Cleveland, en concreto “Save the Children”, clamando por un futuro mejor para la infancia, y “Wholy Holy”, este último un tema con una cadencia reggae que Gaye transformó en jazz espiritual. Colaboraron en más temas, pero la negativa de Benson y Cleveland a acreditar a otros amigos de Gaye que le hubieran proporcionado alguna palabra para las letras, como él quería, impidió que siguiesen adelante.

 

Fue entonces cuando Gaye contó con el ascensorista de Motown, James Nyx, un hombre mayor y sordo que daba sus poemas a quien quisiera leerlos y a quien todos ignoraban, y del que Gaye recuperó tres textos para redondear las letras: “What’s Happening Brother”, compuesta a partir de las conversaciones de Gaye con su hermano Frankie y, también, como reparación por no haber respondido a ninguna de las cartas que este le había enviado desde Vietnam; “Inner City Blues”, sobre la paupérrima realidad económica y social de los guetos y sus habitantes; y “God Is Love”, una canción de The Monitors titulada “Just to Keep You Satisfied” que Gaye rehízo completamente y que apareció como la cara B del single con una duración que doblaba a la del álbum.

 

Otras, como “Flyin’ High (in the Friendly Sky)”, sobre los efectos de la heroína en los jóvenes, ya la había registrado antes con The Originals, aunque en esto caso las variaciones fueron menores. Quedan dos canciones más para completar las nueve del álbum: “Right On”, una mini-sinfonía en tres partes de funk rock y soul latino, que habla de las divisiones del mundo entre ricos y pobres, el bien y el mal…, y “Mercy Mercy Me (The Ecology)”, mostrando su preocupación por el medio ambiente, un tema inusual en un tema pop que, dicen, motivó que Berry Gordy preguntase qué era eso de la ‘ecología’.

 

Curiosamente, en ninguna de ellas se menciona a la población de color. “Por supuesto, como hombre negro, hay elementos de mi etnicidad que tienen reflejo en mi música”, aseguró al Washington Post. “De hecho, estoy muy preocupado por lo diluida que está hoy la música negra, convertida en algo homogeneizado y por lo que estamos perdiendo el nexo con gente como Muddy Waters o Jimmy Reed, quienes empezaron con el rhythym and blues. He omitido conscientemente la palabra ‘negro’ en todo el disco. No quería que pareciese que me dirijo solo a ellos. Compuse y canté sobre todo el mundo y esa es la audiencia a la que me dirijo”.

 

 

Primero se grabaron las bases instrumentales, entre el 1 y el 10 de marzo en el Nido de Serpientes (Snakepit, el nombre del estudio A de Motown), más tarde la sección de cuerda con The Detroit Symphony el 26 de ese mes y, finalmente, las voces entre el 27 y el 30, impregnadas del olor del incienso y la marihuana y, también, liberadas de toda tensión sexual, desde la pureza más absoluta. Según Elgie Stover, compositor en el álbum y quien estuvo presente en esas sesiones, “como los temas del álbum –guerra, ecología, política, economía, redención– estaban a años luz de las canciones románticas que Motown le había asignado hasta entonces, él buscó un nuevo enfoque a la hora de grabar, quitándole toda la atracción amorosa. No se habla de mujeres ni de hombres en todo el álbum. Lo diré así: antes de grabar sus voces, Marvin se metía en su habitación y se tumbaba y masturbaba durante horas para sacar ese tipo de energía de su cabeza y de su interpretación”.

 

Una vez grabado, justo en la fecha límite marcada para ganar la apuesta, el disco fue mezclado el 5 de abril por Steve Smith y el propio Gaye en Detroit, horas antes de tomar el avión hacia su segunda película. Pero Gaye no estaba del todo convencido, así que hizo que robaran los masters y se los enviasen a Los Ángeles, donde el 6 de mayo realizó una nueva mezcla radical con el ingeniero Lawrence Miles en la que se fundió la base instrumental con la orquestación, buscando crear más un ambiente sonoro continuo que simplemente una colección de canciones. Dieciséis días después, el álbum llegaba a las tiendas publicado por el sello Tamla, subsidiario de Motown.

 

Todo en la presentación indicaba que allí había algo mucho más maduro y distinto a lo publicado hasta entonces por la discográfica: para empezar, la portada llevaba un primer plano de Gaye tomado por Jim Hendin en el que este, con la cabeza levantada, miraba a la distancia mientras la lluvia mojaba su pelo y su barba: en la contraportada aparecía el cantante retratado en el patio trasero de la casa en la que vivía con su mujer y su hijo Marvin III y donde aparecían unos juguetes infantiles abandonados bajo la lluvia, una clara metáfora de la pérdida de la inocencia; por primera vez, Motown editaba un disco con una carpeta desplegable, de forma que se pudiese incluir en el interior un foto montaje con especial énfasis en los niños de la familia Gaye-Gordy; era la primera ocasión en que se acreditaba en la carpeta interior a The Funk Brothers, los músicos hasta entonces anónimos del sello, y a David Van DePitte, el arreglista, en la portada, como si desempeñase para Marvin Gaye el mismo papel que Nelson Riddle hacía para Frank Sinatra; y, también sentando un precedente, aparecían por primera vez las letras de sus canciones, que Gaye tuvo que dictar-cantar a la secretaria Georgia Ward por teléfono una a una desde Los Ángeles en una larga y costosa conferencia, simplemente porque nadie se había tomado la molestia de apuntarlas antes.

 

Así se abría la década de los 70 para Gaye, convertido en un comentarista social y en un activista político, aunque protegido detrás de las barricadas de sus canciones. Quiso darle continuidad a aquella temática en un álbum que iba a titular You’re the Man, que finalmente acabó siendo solo un single con ese título. Prefirió dejar la política para los políticos y, ya libre de restricciones, dejó que la temática de sus temas se impregnara de un contenido abiertamente sexual, frente a lo simplemente sensual del pasado. Por contra, su sonido de ahí en adelante sí se nutrió abiertamente de todo lo que había probado y llevado a cabo en What’s Going On.

 

Gaye solo interpretó el disco una vez en su integridad, concretamente el 1 de mayo de 1972 en el Centro Kennedy de Washington D.C., como parte de una jornada declarada el ‘día de Marvin Gaye’, y que incluyó un desfile de automóviles, discursos en su instituto, la entrega de las llaves de la ciudad y un beso de Miss Detroit Negra. Tras cuatro años sin tocar en directo, colocado y con una banda de asalariados sin suficientes ensayos, Gaye se asustó y comenzó por error tocando “Right On”, la primera canción de la cara B, con lo que tuvieron que interpretarlo en orden inverso. A pesar de ello, el concierto salió bien, como se puede comprobar en la edición deluxe del álbum publicada en 2002 que lo incluye.

 

Lo que había comenzado como una simple pregunta de Obie Benson ante unos disturbios raciales, acabaría convirtiéndose en manos de Marvin Gaye en una constatación de la difícil realidad circundante, al quitarle el signo de interrogación del final: Qué está pasando. El resultado fue su disco definitivo, probablemente la cima del soul. Gaye lo explicó mejor que nadie: “Siendo justos, mi corazón puro ofrecía amor sin esperar nada a cambio. Me veía así. La gente estaba confundida y necesitaba alivio. Dios se lo ofreció a través de mi música. Yo tuve el privilegio de ser el instrumento”.

 

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