ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 THE SHINS

ULTRASONICA ARTÍCULOS 2007 THE SHINS

Ultrasonica e-zine :: Xavier Valiño

ARTÍCULOS 2007


 

THE SHINS: Wincing The Night Away  (Sub Pop-¡Pop Stock!)

 

 

         Muchas veces no conviene que tu nombre se pasee por la boca de todo el mundo. Cuando lo hace, las expectativas que eso genera van generalmente por delante de lo que uno puede llegar a conseguir, sobre todo si no hay detrás una experiencia de años y una actitud justificada de estar de vuelta de todo. James Mercer está justo a mitad de camino, y eso acaba por salir a la luz en su tercer disco, Wincing The Night Away.

 

         Hay experiencia, sí, pero no de tantos años y, sobre todo, no desde la primera fila del frente, donde se forja el carácter y el arrojo frente a los obstáculos y frente al resto del mundo. Cuando James Mercer desmanteló su anterior aventura Flake -también conocidos como Flake Music- en 1997, no tenía la más mínima idea de hasta dónde podría llegar a continuación si seguía en esto. Probablemente, The Shins nacieron como otro proyecto con el que dar salida a las canciones que Mercer seguía componiendo, aunque sin demasiado convencimiento de que aquello no fuera a acabar de forma distinta a cómo lo había hecho su anterior encarnación.

 

         Tampoco su debut Oh, Inverted World, publicado en el 2001, era para echar cohetes. En él quedaba claro que habían escuchado detenidamente y habían entendido bien las melodías de los 60, con especial atención a las composiciones de Brian Wilson con los Beach Boys, a Moby Grape o a los Moody Blues, pero con aquel disco era fácil de adivinar que no iban a pegar el salto a la primera división. Para ello tendrían que esperar un par de temporadas a que se dieran las circunstancias apropiadas: un disco de pop luminoso, Chutes Too Narrow, al menos en sus melodías -aunque no en sus textos-, en un momento en que puede que se necesitase algo así.

 

         El caso es que todo explotó en algo más grande y que fue más allá de lo que nadie hubiera sospechado, incluidos los propios componentes del grupo. Sí, también ayudó lo suyo que se incluyese el tema “New Slang” en la banda sonora de Algo en común, y que Natalie Portman asegurara que el grupo “cambiaría tu vida”, pero únicamente ese detalle por sí solo no hubiera conseguido que The Shins se lanzasen a una amplia gira por todo el mundo ni que pasasen a engrosar el reducido club de las bandas que superan el millón de copias vendidas.

 

         Cuatro años han tardado en darle continuidad, y ello se debe, sin duda alguna, al éxito de su segundo álbum y a las expectativas que generó. ¡Ay, las expectativas! Así que, ¿qué hacer cuando todo el mundo está pendiente de tus nuevos pasos? Por lo general, dos son las posibilidades más comúnmente elegidas. Puedes salir por la tangente y hacer casi irreconocible el sonido con el que te diste a conocer (como, por ejemplo, recientemente han hecho Clap Your Hands Say Yeah). O continuar en la línea de tu anterior disco (Franz Ferdinand, sin ir más lejos), sabiendo que así no harás más que agrandar el número de tus seguidores hasta que tengas la valentía suficiente como para enfrentarte al hecho de cómo ser verdaderamente creativo sin repetirte.

 

         The Shins han optado por el camino del medio, sabiendo que así seguramente no quedarán mal con nadie. Seguramente no lo hayan planteado en el local de ensayo ni tampoco en el estudio, y seguramente les haya salido inconscientemente, pero el grupo no ha hecho más que partir de su segundo álbum hacia algo que, puede, llegará más adelante. Por ahora sólo se intuye, aunque hay que decir que ni se repiten del todo ni parecen otra banda, lo cual hay que apuntarlo en su haber.

 

 

         En determinados momentos de su tercer álbum, Wincing The Night Away, parece como si el cuarteto de Alburquerque siguiera escribiendo canciones de estructura normal, como antes, aunque en lugar de guitarras les haya dado por los sintetizadores y otros instrumentos, con la intención de que sea ése el vehículo que haya de conducirnos hacia otra dimensión.

 

         “Sleeping Lessons” -por cierto, bastante cercana a “Very Loud” de los suecos Shout Out Louds-, que abre el disco con teclados que surgen de la niebla y continúa con guitarras acústicas, antes de transformarse en algo distinto con las voces al límite y capas de guitarras superpuestas, es la primera muestra de esa intención. Puede parecer calculado, pero incluso así han logrado que nos olvidemos de la intención y que sea la canción la que se imponga por derecho propio.

 

         No es el único ejemplo. Tal vez “Split Needles” sea la mejor muestra del nuevo rumbo, al tomar una vía más agresiva mientras que la orquestación y los sintetizadores incrementan la sensación de tensión. Al final del solo, hacia la mitad de la canción, dos teclados se enredan en un enfrentamiento durante cuatro segundos. Es un momento de duda, en el que, de haber durado 20 segundos, 40 segundos o más tiempo, probablemente estaríamos hablando de otro disco, porque eso significaría que se les habrían abierto otras puertas. Por ahora The Shins lo intuyen, pero falta el empuje necesario y el coraje para atreverse.

 

“Sealegs” añade a su paleta ritmos hip-hop, tal y como debería hacerlo un grupo de rock, sumándole sintetizadores de la escuela de la new wave y una guitarra que no desentonaría en un disco de Beck, haciendo casi irreconocible la base por la que resultan más reconocibles, el pop más inmediato.

 

“Red Rabbits” no sonaría fuera de lugar en el debut de Guillemots, mientras que “Turn On Me” es otro de esos momentos a recordar, un corte que comienza como si los Cramps estuvieran haciendo una versión de The Supremes (vamos, lo que tanto les pone a The Raveonettes), para acabar como una serenata a los corazones rotos, con una de esas líneas definitivas que tan bien sabe dejar caer Mercer: “Perteneces a un tiempo más simple / Soy una víctima del impacto de estas palabras / Y esto rima”.

 

Están también, cómo no, las canciones que más se identifican con los Shins que hasta ahora hemos conocido, en especial con los de Chutes Too Narrow: “Australia” o “Turn On Me” parecen remitir más al pop de los 80 que a los 60 en los que comenzaron reflejándose; ahora sí que uno da crédito a aquellas declaraciones en las que afirmaban que The Cure o The Smiths los marcaron en su día. “Girl Sailor”, en esta misma onda, no deja de ser una versión mucho mejor acabada de “Won Too Many Fights”, una canción que rondaba por Internet pero que nunca llegó a aparecer en sus discos. Pero, sobre todo, la que menos se distancia del pasado cercano es “Phantom Limb” que, según Mercer, habla de dos lesbianas adolescentes. En este single, The Shins destilan un aroma a The Byrds, el calor de los Beach Boys y la inmediatez de los Lemonheads de sus momentos de gloria pop.

 

Sin embargo, mientras “A Comet Appears” podría pasar por uno de sus mejores momentos, hay otras canciones que, seguramente, de no haber sentido el aliento del éxito a sus espaldas y seguir más sus instintos, se hubieran quedado por el camino, como “Pam Berry” o “Black Wave”. Por ahora están entre la continuidad y un futuro que parece alentador. Aún no tenemos el disco de The Shins que pueda cambiar nuestra vida, pero al menos seguro que la suya nunca volverá a ser lo mismo.

 

Xavier Valiño

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