BJÖRK

Björk y su cabaret de las galaxias

 

            Después de Debut, el mejor disco del 93, nos llega Post, un título que encierra en su simpleza toda la lógica del mundo, de forma que quede claro quién ha sabido interpretar mejor el sonido que nuestro planeta podría colocar en las galaxias.

 

            Detrás de estos dos discos hay una historia. Björk Gudmundsdottir nació en Islandia en noviembre de 1.965 en una familia de músicos bohemios. A los doce años ya había grabado su primer disco con versiones de canciones populares de su país.

 

            De ahí pasó al punk con grupos locales para, más adelante, dar el salto a convertirse en toda una leyenda del pop independiente, The Sugarcubes. Con aquel grupo editó tres discos en cinco años, un tiempo marcado por la diversión y la maravillosa voz de Björk, capaz de unos registros vocales por los que pronto se haría famosa.

 

            En el 92, Björk empezó a escribir sus propias canciones. Con la exquisita producción de Nelle Hooper, Debut se convirtió en un clásico de fin de siglo, con su pop exótico inspirado en la música de los clubes de baile y las baladas más sensuales. Ahora, dos años después aparece Post, tras su colaboración con Madonna y Hector Zazou y la participación en la banda sonora de dos películas.

 

            La mayor sorpresa de Post viene de la mano de «It’s Oh So Quiet», una canción originalmente grabada por la estrella de Hollywood Betty Hutton, que hablaba de la actuación de una orquesta en tiempos de guerra, recreada ahora con una orquesta de 20 músicos, y en la que Björk pasa del susurro apenas perceptible al grito más agudo.

 

            No es ni el principio de lo que nos espera. Con «Hyper-Ballad» podríamos flotar en un agujero negro. Con «You’ve Been Flirting Again» volamos a los tiempos de «El mago de Oz» para oír a Judy Garland, o algo parecido. En «Isobel» encontramos el nuevo «Venus As A Boy». «I Miss You» debería estar sonando en todas las discotecas del espacio. Y mientras nuestro cuerpo inicia el viaje, suena de fondo el arpa de «Cover Me», suave, como desvaneciéndose.

Xavier Valiño

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