THE STONE ROSES

The Stone Roses, de vuelta entre los mortales

 

 

            Cinco años y medio. Nada menos. La revelación más clara de la última década deja pasar todo este tiempo desde la edición de su disco de debut, con el título de The Stone Roses, allá a principios del 89, antes de darle continuación. Puede ser que estemos mal acostumbrados. O que se hayan vuelto demasiado perfeccionistas. O que ahora sean una pandilla de vagos. O que se hayan perdido en las trampas de la industria discográfica. Tiempo no les ha faltado.

 

            Sesenta y seis meses. Da miedo pensar las modas que han ido y venido en este tiempo. Los grupos que han nacido y desaparecido casi sin darnos cuenta -todo el fenómeno Nirvana, sin ir más lejos-. Las estrellas de un único éxito que han quedado atrás –)qué será mañana de Collective Soul, Crash Test Dummies, Spin Doctors…?-. Todos los encumbrados que no han podido mantenerse en un primer plano -por si alguien quiere nombres ahí estaban aún hace poco Happy Mondays, The Farm o Northside-. Y todo lo que los artistas clásicos evolucionaron en un tiempo similar -los Beatles o Prince, por ejemplo-.

 

            )Tan complicada ha sido la grabación de este Second Coming? Desde The Stone Roses poco ha sucedido. Tan sólo los singles «One Love» y «Fools Gold» o el concierto de Spike Island. Queda para la memoria su legendaria aparición en el programa «Late Show» de la BBC. A los 45 segundos de la interpretación de «Made Of Stone» la banda conseguía hacer saltar los fusibles de la cadena de televisión y, mientras el presentador intentaba dar paso al siguiente programa, Ian Brown gritaba: «Aficionados, aficionados. Es una pérdida de tiempo, tíos». Todo un clásico de la televisión en directo.

 

            El sonido Manchester se apagó entonces para dar paso a otras aventuras inacabables: pleitos legales con su antigua compañía Silverstone y con el manager despedido Gareth Evans. Mientras se convertían en inquilinos de distintos estudios de Gales, aún tenían tiempo para pasear en bicicletas de montaña, jugar al billar, encender enormes hogueras o seguir al Manchester United en sus andanzas europeas.

 

            Demasiado tiempo. Tal vez por ello la gran expectación que ha creado Second Coming venga dada por la falta de material nuevo desde «Fools Gold» en el 90. No hay duda: este segundo disco entrará en las listas de éxito gracias al desconocimiento de lo que pueda dar de sí una ausencia tan larga.

 

            Dicen que en todo este tiempo ha quedado un segundo disco en el archivo, que los chicos decidieron dejar a un lado por quedar superado. Puede ser, pero lo que está claro es que en Second Coming se pasa de temas que podrían haber estado en el primer disco a otros que muestran un avance muy considerable.

 

            Otros se han quedado en simples bocetos y ahí pueden tener parte de culpa las muchas manos que pasaron por los controles de la producción: John Leckie, Mark Tolle, Simon Dawson, Al Shaw y Paul Schroeder. )Mejor simplificar que recargar los sonidos? Buena idea, pero siempre que el boceto esté trabajado.

 

            «Breaking Into Heaven» abre el disco con once minutos que condensan muy bien el tono de Second Coming. Empieza con una serie de sonidos que parecen haber salido de «Apocalypse Now», hasta que entra la voz de Ian Brown y los acordes más conocidos de la banda. Las guitarras de John Squire vuelven a reflejar bien que se conoce el abecedario psicodélico de los 60 y que ha vivido los ritmos y las bases de la era del house. Mani y Reni son, de nuevo, la imparable base rítmica de la que muchos tienen tanto que aprender.

 

            También ellos han tenido tiempo para escuchar a Led Zeppelin en su versión eléctrica -«Driving South»- o acústica -«Your Star Will Shine»-. Para reeditar viejos singles convertidos en maravillas con distintos títulos -«Ten Storey Love Song», «Love Speads»-. Para inspirarse en los cambios de ritmo -«Tears»-. O para crear ataques mortales a la más elemental línea de asombro de cualquiera de sus seguidores: «Begging You» es esa pieza arrebatadora que sorprende hasta a los más escépticos, una canción por la que vale esperar una década y su mejor tarjeta de presentación contra quienes dudaban de su porvenir.

 

            Tras «Begging You» nos asalta una sensación extraña. )Cómo es que alguien, cuando no escribe, toca o ensaya puede firmar una canción como ésa? Sólo cabe pensar que, al igual que ocurrió con el álbum de estreno, se trata de una canción caída del cielo completamente terminada. Porque tras su escucha no se encuentran referencias claras de crecimiento y evolución. Más les valdría seguir en esa dirección. El resto, después de cinco años y medio, no puede sorprender de la misma forma.

Xavier Valiño
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