MASSIVE ATTACK Y PORTISHEAD

El frío calor de Bristol

Massive Attack y Portishead, dos propuestas musicales de lujo

 

            No todo se reduce a las guitarras. De vez en cuando apetece desengancharse de la distorsión para acercarse a otros tipos de sonido. Además, a estas alturas, cerca del fin de siglo, tal vez los ritmos más cercanos al baile sean los que más imaginativos se han vuelto.

 

            Si todos nos enamoramos en los últimos años de discos como el primero de Massive Attack o el de Björk en solitario, este año pueden ser Portishead quienes nos cautiven. Massive Attack y Portishead, dos grupos que, curiosamente, vienen del mismo lugar, Bristol, ciudad con la que también tienen bastante que ver con Rig Pig And Panic, Neneh Cherry, The Raincoats o The Pop Group.

 

            Lo de Massive Attack es un caso especial. Su Blue Lines puede ser considerado ya como un clásico de los 90. Absolutamente imprescindible. Tal vez la cima de un sonido que se mueve a medio camino entre el soul más carnoso, el dub más lujoso, el techno más abierto, el hip-hop más sedoso o los sonidos ambientales más pop.

 

            Dejar que suene una vez tras otra «Unfinished Sympathy» puede hacer palidecer cualquier otra canción de lo que va de década. La voz de Shara Nelson se cuela por los poros de la piel mientras una increíble sección de cuerda va creciendo con pulso celestial. Por algo fue escogida como colchón sonoro para los jadeos de Sharon Stone en la infumable Acosada. Hay más, mucho más, en Blue Lines: otras ocho canciones simplemente majestuosas, como «Safe From Harm», «Lately» o «Be Thankful For What You’ve Got».

 

 

            ¿De dónde venían sus responsables? De Bristol. Eran, y siguen siendo, 3D, Mushroom y Daddy G, un sound-system que se dedicaba a amenizar fiestas durante los 80 y a componer bases musicales antes de lanzarse a la aventura de su debut. Tres años después de Blue Lines llega Protection, su segundo disco, producido por Nelle Hooper, el hombre en la sombra de Soul II Soul, responsable en gran parte del disco de Björk y amigo durante todo este tiempo de los Massive Attack.

 

            Esta vez ya no está Shara Nelson, quien ya ha editado su primer disco en solitario –What Silence Knows-, pero hay nuevos vocalistas: Tracey Thorn, la solista de Everything But The Girl, quien pone su frágil voz en «Protection» y «Better Things», y la cantante nigeriana Nicolette -de la que dicen que tiene la voz de Billie Holiday después de consumir ácido-, que hace lo propio en «Three» y «Sly», junto a habituales como el veterano del reggae Horace Andy y el rapero Tricky.

 

            Las dos voces femeninas se reparten los dos mejores cortes y singles del disco: a Tracey Thorn le corresponde «Protection» y a Nicolette «Sly». «Karcacoma» y «Euro Child», dos raps humeantes a cargo de Tricky, convierten el álbum en algo más interesante e intoxicante, sorpresa que también se extiende a los instrumentales «Heat Mister» y «Weather Storm». Hasta se puede encontrar una irreconocible versión en directo del «Light My Fire» a cargo de Horace Andy, aunque tal vez sea el único momento que sobraba.

 

            Lo de Portishead y su disco Dummy ya es para oídos más exquisitos, aquellos que pueden tener entre sus preferidos a grupos más lánguidos como Cocteau Twins, Insides, Silvania, Julee Cruise… Pueden llegar a acercarse a los terrenos soul de Massive Attack, pero lo suyo son sonidos más envolventes, ambientales, algo experimentales y muy, muy melancólicos.

 

            Las composiciones de Geoff Barrow tienen mucho que ver con los momentos más tristes de cualquier banda sonora clásica o con las producciones de Brian Eno, y la voz de Beth Gibbon inquieta por su emotividad. De todas formas, dentro de lo esquemático de su sonido, hay sitio para apuntes de dub, soul, jazz o hip-hop.

 

            Los singles «Numb» y «Sour Times» podrían resultar algo extraño en una lista de éxitos, pero cosas más raras se habrían visto. «Roads» y su sección de cuerda podrían ser el nuevo y más triste «Unfinished Sympathy».

 

            Si Blue Lines se hizo imprescindible en su momento, Dummy es el disco del 94 para quien quiera ir más allá de lo tópico. Son Massive Attack y Portishead, y queda claro que el pop más exquisito tiene ahora denominación de origen: Bristol.

 

 

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