ULTRASÓNICA 1997 ENTREVISTA CON SINIESTRO TOTAL

Siniestro Total, la retranca universal

 

 

 

“¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos?”

 

Siguen siendo inimitables. Se les ocurre un capricho y allá van a por todas. Cultura popular, el curioso engendro que ahora tienen en las estanterías de las tiendas, es un jocoso recorrido por la historia del pop hispano… ¡y portugués! Al menos tienen ganas de avanzar hacia lo impredecible. A la hora de hablar de la criatura, Julián Hernández lleva la voz cantante. Eso sí, hay más cosas en las que no cambian: son más locuaces si se les invita a unos vinos y unas tapas.

 

¿Quién tuvo la brillante idea de hacer un disco y espectáculo como Cultura popular?

– La verdad es que es muy colectivo. Empezamos dándole vueltas, y fue surgiendo un poco por eliminación, porque la primera idea era algo que no fuera un concierto normal de Siniestro Total, o sea, donde no tocáramos nuestras canciones. Si tenían que ser versiones, que no fueran de guiris, que ya habíamos hecho bastantes. Si tenía que ser un espectáculo, pues que fuera un programa de TV. La idea era que fuera como una edición del Festival de Eurovisión, pero salió más amplio.

 

¿Surgieron el disco y el video al mismo tiempo?

– Es simultáneo. En el momento que se acabó de planear el trabajo, la idea era grabarlo, integrando las cámaras de vídeo en el espectáculo, porque no íbamos a poder hacerlo muy a menudo. Se grababa todo, lo que sucedía en el escenario, detrás y de frente. Era mucho esfuerzo, mucho trabajo y dejarlo que se muriera en dos días era un poco ‘chorra’.

 

¿Y quién fue capaz de poner el morro necesario para obtener los dineros de la Universidad de Santiago de Compostela?

– Era una cuestión de producción. Nuestra productora, Mundo Cruel, se lo curró. El dinero de la Universidad de Santiago era claramente escaso para una producción de este calibre, aunque al final se salvó el tema. Lo que hubo fue buena voluntad y, sobre todo, un entendimiento histórico entre gallegos y vascos, que se encargaron de la realización.

 

¿A qué personaje o a qué idea le toca el deshonroso papel de hilo conductor de esta historia?


– Está Josito, un personaje que tiene el mismo nombre que el actor. Se trata del regidor del programa, el hijo de un cacique rural que es presionado por su jefe para que consiga audiencia y para que se haga del partido en el poder. Él maneja a la gente pero, a la vez, hay alguien que lo maneja a él desde un sitio que no se ve. Es una especie de relación mística, casi como el Papa, que es alguien que está aquí y maneja a la gente, pero tiene un jefe arriba que es el que lleva los hilos. Es un poco como esa relación religiosa que hay en un plató de televisión, en el que hay un director que habla pero no se le ve, como un mensaje divino. La idea era tratar el tema de la audiencia, la cultura popular, la alta cultura, la baja cultura, la publicidad, los informativos…

 

¿Quién tuvo la desfachatez de seleccionar las canciones?

– La verdad es que es la elección fue colectiva, buscando lo que tuviera sentido, aunque yo soy el que tengo una colección mayor de discos. Por ejemplo, el “Compre” de Cucharada, era evidente por su relación con la publicidad. También pensamos en hacer alguna de grupos gallegos o de Vigo que en su día no tuvieron mucha repercusión y, sobre todo, no caer en los tópicos evidentes: Los Brincos, Tequila, Nacha Pop… O sea que se trataba de hacer una especie de basurero musical, recolectar cosas que a la gente no le hubieran gustado en su momento, pero que eran realmente fascinantes.

 

Hay algunas que no son tan previsibles, pero hay otras que son otro mundo, como la de Trigo Limpio.

– Pensábamos en una idea de culebrones, y la de Trigo Limpio era perfecta, de una realidad masoquista, más fuerte que cualquier otra cosa. A lo mejor ahí hay una vuelta más de tuerca que en las otras canciones, pero la canción funciona como tal.

 

Un grupo gallego haciendo versiones de otros. ¿Se os van a cerrar muchas puertas por hacer lo que otros no hacen?

– El hecho de tocar canciones de otros es algo que está olvidado, y puede que eso sea un defecto. A mí me gusta especialmente la música de los años 50 en Nueva Orleáns, y entonces la gente tocaba las canciones de todo el mundo, con un intercambio de ideas, de canciones, que daban mucha vida. La interpretación distinta de una canción, como hacían los Beatles del principio o los Rolling Stones, está un poco perdida, y la verdad es que es divertido tocar canciones que no sean tuyas.

 

¿Os atreveréis a pasear este espectáculo por la Península con más conciertos?


– Es relativamente caro y difícil encontrar sitios donde montar toda la ‘pirula’ y, si en algún sitio se puede hacer y salen los números, entonces sí, pero sería una cosa esporádica. Por ahora, los conciertos de Siniestro Total integrarán canciones, como los Who con Quadrophenia, pero la idea es dejar ese valor de que el espectáculo entero sólo se puede hacer con la parte visual.

 

¿No pensáis que el espectáculo está muy dirigido al video, cómo dijeron algunos después de presenciarlo en directo?

– Fascinante. Entonces es que se consiguió lo que se pretendía. No, bueno, el espectáculo era para los que estaban allí, y el video lo grabó Mikel, al que no se le escapa nada. Es curioso que dijeran eso, porque ahora mismo la música no tiene cabida en la televisión.

 

A pesar del aspecto lúdico, ¿no es éste el disco más serio que ha hecho Siniestro Total hasta la fecha, por lo del homenaje a otros grupos y el video?

– Por lo que respecta a la producción, sí, ya que, excepto el dinero que puso la Universidad, lo hicimos todo nosotros: diseño gráfico, imagen, guión, música, diapositivas, video… Ahí es el punto en el que podemos estar más orgullosos, ya que fue cosa nuestra, no teníamos respaldo detrás. Y a la compañía le dimos todo acabado.

 

¿Cuántos caprichos como éste puede aún permitirse el grupo antes de la debacle total?

– No lo sé. Pero para nosotros significa un antes y un después, ya que si podemos hacer esto, significa que tenemos una cierta capacidad de producción para hacer cosas raras que merece la pena intentar. Nosotros llevamos unos años haciendo versiones en bares y cosas así, pero esto era un montaje más grande.


 

¿Y qué hay de todos esos hijos putativos que os salen ahora por toda Galicia: Heredeiros da Crus, Korosidansas…?

– No creo que lo sean. Nosotros mantenemos una relación muy buena con mucha gente, incluso gente contradictoria con nosotros, a pesar de lo difícil que es llevar una relación así en el mundo de la música. Heredeiros da Crus y Korosidansas son los dos extremos. Nos llevamos bien con los dos y entendemos a los dos. La cuestión es que ahora en Galicia se está haciendo buena música y desde una perspectiva muy libre, sin tabúes, sin complejos. La gente puede cantar en gallego como postura política o sin ser así, pero en ningún caso eso condiciona el hacer buena música.

 

Por fin hay una explosión de grupos en gallego.


– Sí. Puede haber unos tipos nacionalistas y radicales como Xenreira, unos dementes como Heredeiros o unos intelectuales haciendo rock como Korosidansas. Conviven un montón de cosas que hace diez años eran impensables en Galicia. Es uno de los panoramas musicales más interesantes, más que la movida, pero al no tener una unidad, no hay un lema para venderlo. Además, ha habido otro problema, y es que en Galicia se pensaba que el rock era imperialista y, aunque es verdad, también es inevitable. Hay que asumirlo, igual que nosotros hablamos mal latín por una cuestión imperialista. Lo que hay que tener claro es que ese lenguaje sirve para lanzar mensajes: Xenreira, Negu Gorriak o Public Enemy quieren demostrar constantemente su ideología. Lo que es bueno también es que el nacionalismo asuma que eso es factible. No es necesario salir con una gaita para hacer música que hable de, por, para y en gallego.

 

¿Cómo se lleva eso de ser el único de los Siniestros originales que siguen luchando en el frente?

– Puede que en un sentido estricto sea así. Nosotros dividimos el grupo en dos épocas: antes del 88 y después, cuando entraron Segundo y Ángel. Yo no tengo la conciencia de decir “estaba antes”, ya que aquí no se establecen jerarquías por eso. El caso es que me toca a mí dar la cara, y tampoco me importa. Al final fue por obligación: fui saltando de la batería a la guitarra y a cantar. Es una especie de ascensión hacia los infiernos.

 

¿Cuál es el precio para que Siniestro Total hagan un disco de rap?

– Estaría bien. A mi me gusta el rap; no todas las cosas, pero sí algunas. En ese sentido, me compro más discos de blues sin mirar el contenido que de rap, pero hay cosas muy interesantes. Ahora mismo los Fun Lovin' Criminals son de lo mejor que ha salido últimamente.

 

¿Qué hay de vuestra reencarnación como el espíritu de Robert Johnson haciendo blues?


– Nuestra vieja aspiración es grabar un día un disco de blues, lo que pasa es que es una música que siempre la vamos incorporando a nuestro repertorio en forma de canciones o ideas, aunque nos apetecería un disco más centrado en esa idea. De todas formas, el rock es lo que sabemos hacer y lo que nos gusta. La cuestión está en simultanear las ideas a través del tiempo, y ahora estamos haciendo un disco nuevo más rock; el día en que podamos pararnos y pensar en los doce compases y las cinco notas veremos qué nos sale.

 

Había un antecedente para un programa de la Televisión Gallega.

– Una vez hicimos unas versiones de Elmore James y Howlin' Wolf para la Televisión Gallega. El nombre para el grupo lo habíamos sacado de un disco de Johnny Copeland que se llamaba “Texas Twister”, y nosotros nos pusimos The TV Texas Twisters -Los televisivos Tornados de Texas- (TTT). Fue muy divertido: la noche anterior anduvimos por Santiago y tocamos con una resaca brutal, pero así es el blues.

 

¿Y cómo el azote de Frank Zappa para conciertos sorpresa?

– Sí, pobre Frank Zappa. Menos mal que estaba muerto. Lo hicimos de todo corazón en una pequeña sala de Madrid. La verdad es que la música de Frank Zappa es muy difícil de tocar, pero sí estuvo muy bien porque nos dio la oportunidad de hacer otro concierto con versiones de otra gente. Además, también se había muerto Albert Collins, y aprovechamos e hicimos todo junto.

 

¿En qué estilo os creéis especialmente incapaces de hacer nada?

– Está claro que con el jazz no podemos, aunque hicimos un pequeño intento en Policlínico miserable, nuestro disco anterior. Que éste haya salido más ecléctico no quiere decir que nos sintamos capacitados para todo.

 

¿Cuántos grupos quedan aún por piratear en el mundo de Siniestro?

Unos cuantos, aunque volvemos a lo de antes: por mucho que queramos abarcar, siempre acabamos en lo de siempre. Aunque para dar algunas pistas ya contamos con las explicaciones de Robin, más o menos acertadas según las canciones y las indicaciones que da.

 

¿Está Hispanoamérica lo suficientemente madura para una invasión de Siniestro Total?

– Nos vamos en mayo. El año pasado los conciertos nos estaban saliendo muy bien, como muy hilados y con un repertorio muy divertido, y a Blanco se le ocurrió grabar varios conciertos. En diciembre nos fuimos a Buenos Aires. La gente conocía los discos, pero a base de pagar un montón de pasta o de piratearlos. Así que cogimos aquellas grabaciones, hechas en Maceda (Ourense), Zaragoza, Oviedo, Madrid y Buenos Aires, y Segundo las mezcló. Ese disco, que se llama Así empiezan las peleas, sale en varios países -Colombia, México, Chile, Argentina, la zona latina de Estados Unidos…- y ahora nos vamos a tocar a Perú y otros sitios. Al fin y al cabo los gallegos siempre tuvimos una tradición de cruzar el charco muy arraigada.

 

¿Entiende la monarquía vuestras canciones?

– Personalmente creo que la monarquía no entiende absolutamente nada. De todas formas, la canción “Joder Cristina” es bastante amable, me parece a mí.

 

¿Y si Aznar os escuchara realmente en privado, sería el final de Siniestro?

– Eso fue en el momento en que Aznar iba a ser nombrado Presidente del PP. Supongo que lo que pasó es que quiso quedar de moderno, y le preguntó a sus asesores o estos le aconsejaron que citara a algún grupo de entonces y le soplaron los nombres de Mecano y Siniestro Total y los dejó caer cuando seguramente no sabe nada de nosotros.

 

¿Qué satisfacciones esperan Siniestro de la música?

– Sobre todo, el divertirnos nosotros mismos al ensayar y tocar, y que haya una respuesta de la gente, una receptividad que se transmita de vuelta al grupo. Y por ahí tendrá que ir uno de nuestros próximos discos, lo del disco de blues.

 

¿Tal vez sea la retranca gallega lo que os ha permitido seguir en el negocio durante tantos años?

– Ahora que lo dices, igual tienes razón. Por lo menos para tener las suficientes agallas como para que no nos amargaran las cosas tan terribles que pasan en este mundillo. La retranca es una manera de ver las cosas que nosotros aplicamos a las cosas que hacemos. Así, en un momento dado, viendo lo que pasaba, nos encogíamos de hombros y, ante el desastre, lo mejor era reírse e irnos a tomar unos vinos.

 

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