TOLI MORILLA

 

Toli Morilla, marea del Cantábrico

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        El cantante, compositor y guitarrista asturiano Toli Morilla acaba de editar su nuevo disco, Entre el barro y las preguntas. La propuesta musical de Toli Morilla es directa y efectiva: se mueve en un terreno lleno de diversos colores que van del folk al rock, del lado pop al intimismo del autor y a esos hallazgos personales que todo artista debe sacar a la luz. Sus letras son sinceras, profundas y destilan sensibilidad poética. 

        Lo que empezó siendo una maqueta en la que sólo habría voz y guitarra, acabó siendo Entre el barro y las preguntas, un disco de rock acústico, con las colaboraciones de dos ex-Stormy Mondays, Pablo Bertrand (hammond y coros) y Marco Álvarez (batería), además de Jorge Otero como bajista, guitarrista y productor del disco. 

        El álbum cuenta con dos versiones en castellano del maestro Dylan y ocho canciones de Toli, una de ellas con letra en asturiano del poeta Antón García. Grabado en ratos libres pero siempre respetando al máximo las interpretaciones en directo en el estudio, Entre el barro y las preguntas responde a lo que opina Toli: “En realidad, más que un disco, se trata de una recopilación de pequeños éxitos. Pero no éxitos de ventas, sino éxitos en la vida.” 

        Toli Morilla se permite a sí mismo el lujo de vivir de la música en estos tiempos en los que parece que ni siquiera los superventas pueden vivir de la música. Lleva años en la carretera, ha participado en multitud de proyectos musicales, algunos de gran éxito (como Hevia), pero ha preferido seguir su propio camino, la música que realmente le gusta y lo que mejor se le da: comunicar. Ahora nos presenta sus canciones, una por una: 

– “Se acabó”: Es la primera adaptación que hago de una canción de Dylan y la canto a gusto, aunque no voy a negar el respeto que me producía el hecho de editarla. Siempre ha sido una canción especial para mí: me acompañó en los desastres amorosos, aportándome un lado positivo dentro del derrumbe melancólico. 

– “Banderas”: Es una nueva versión de una canción que nació con vocación de perder su significado en un tiempo breve por haber perdido su actualidad. Lamentablemente, eso no ha ocurrido aún, pero sigo creyendo que no era un ingenuo cuando la grabé por primera vez.

– “Esas amapolas”: La hice conduciendo de Asturias a Madrid “sin guitarra ni papel” y lo mejor fue que ¡al llegar me acordaba de todo! Es sabido que normalmente no me acuerdo de mis canciones a no ser que las repita durante una semana. Recoge las sensaciones que tenía en el momento de trasladarme a Madrid para residir allí (no se sabe todavía si temporalmente o no). 

– “Camino de Oriente”: Es la más antigua de todas y la rescate de los archivos maqueteros de allá por 1994, una autentica reliquia que jamás había visto la luz. La pregunta es: ¿Inmersos en lucha salvaje diaria, olvidamos aquello por lo que justamente decidimos emprender el camino?

– “Cantar”: Del repertorio que he compuesto con poemas de autores que escriben en asturiano surgió “Cantar”, una de las declaraciones de amor más hermosas que he encontrado y una de las interpretaciones del disco que más me gusta, en riguroso directo delante del micrófono. 

– “Son los vientos”: Es mi “Blowing In The Wind” personal… ¿Quién no ha sentido muchas veces la impotencia de no poder hacer absolutamente nada ante las circunstancias, sintiendo que lo mejor es dejar que las cosas sigan su propio curso?

– “Camino, camino”: Doy vueltas sobre mí mismo, todo tiene un fin, camino en dirección opuesta al destino, el impulso me hace caer, demasiado para tan poca cosa. Los jueces esperan que cometas el error para repetirte que todo estaba marcado de antemano, para darte la oportunidad de nuevo y comer de la palma de su mano. Eros, la reina de los deseos, te espera también con su ración de alpiste, quiere que comas de su mano…

– “Nada como arder”: Sólo queda la inmolación interior, quemar por dentro, justo al revés que los “bonzos” que se quemaban por fuera rociándose con una lata de gasolina. Lo que nadie nos puede quitar son nuestras sensaciones más profundas, los placeres personales, nuestra forma de amar, oler, caminar o tropezar, respirar… dejar de respirar…

– “La marea”: Es la canción que más me gusta, mi fetiche personal, musicalmente la más arriesgada y literariamente la que más fuerza tiene. Para alguien del Norte como yo, los cambios en el estado anímico tienen una representación grafica perfecta en las mareas cantábricas, al borde del acantilado. 

– “Desde la torre más alta”: Era un enigma, como casi todo Dylan. Ha dejado de serlo. ¿Es mejor así? Sólo he descifrado una parte del jeroglífico, la otra, como se suele decir, la tiene que descifrar el oyente… He dado unas pistas, pero ¿realmente las hay?

Xavier Valiño

 

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