TODOS QUEREMOS ALGO

Todos queremos algo

Richard Linklater (Avalon)

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Hay algo de trascendente en toda la obra de Richard Linklater que, en bastantes ocasiones, se presenta disfrazada de aparente trivialidad. Todos queremos algo bien podría tomarse por otra comedia universitaria desfasada más, pero su realización y los detalles que va sumando en las distintas secuencias llevan a que este canto a la memoria y la nostalgia tengan mayor efecto que la mayoría de cintas de este género.

Linklater ya había sentando un precedente en 1993 con Movida del 76 (mala traducción de Dazed and Confused, como la canción de Led Zeppelin), aquella comedia del último día en el instituto de un grupo de jóvenes. Esta ‘secuela espiritual’, como la llama su director, le da continuidad situando la historia en las 48 horas previas al inicio de la Universidad, con referencias a Rebeldes, Desmadre a la americana o American Graffiti.

En este caso, otro grupo de jóvenes unidos como parte del equipo de béisbol de su facultad dan rienda suelta a sus experiencias vitales, esas que forman la personalidad y los recuerdos, a base de alcohol, drogas, música y sexo. Perfectamente ambientada en 1980, época del futbolín, el pinball y canciones de The Knack, Blondie, The Cars, Sugarhill Gang o Van Halen, lo mejor de este film coral, con muchos personajes y diálogos al mismo tiempo siempre perfectamente encuadrados, es el retrato sin cinismo y sin juicios de sus protagonistas. Su diversidad social y su camaradería reflejan claramente que es fuera de las aulas donde se aprende a vivir.

 

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