THE STROKES

 The Strokes, ahora a por la Copa

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Esto sí es, no Es esto. No se trata de una pregunta, implícita o no. No hay más signos de interrogación. Para The Strokes, su tercer álbum, First Impressions Of Earth, significa su momento de punto cero: los chicos favoritos de Nueva York se encuentran ahora en la encrucijada de romper definitivamente desde el punto de vista comercial o romper el grupo.

Así que con First Impressions Of Earth, el grupo ha decidido alejarse de su territorio habitual y seguro con el productor Gordon Raphael y ponerse a las órdenes de David Kahne (Sublime, Sugar Ray), más acostumbrado a tratar con grupos de éxito, así como del maestro de las mezclas Andy Wallace, que trabajó en el Nevermind de Nirvana o en Mezmerize / Hypnotize de System Of A Down.

“Fue algo que sucedió sin más”, dice el batería Fab Moretti de la decisión del grupo de trabajar con nombres tan grandes. “Albert Hammond Jr., nuestro guitarrista, se había encontrado con David Kahne al producir a un amigo común, así que lo invitó a trabajar con nosotros en la cara B del último single de Room On Fire, “The End Has No End”. Pasamos con él bastante tiempo y nos dimos cuenta de que funcionaba, así que decidimos trabajar con él para el resto de nuestro disco”.

El resultado es un sonido más grande, más abierto, con el añadido de que, esta vez, no hay efectos en la voz de Julian Casablancas. “La nueva situación generó en una nueva dinámica en el proceso de grabación”, añade Moretti. “El plan inicial era utilizar a ambos productores, y así empezamos, pero Gordon lo dejó de forma amigable diciendo que pensaba que nos estaba saliendo muy bien, así que nos dejó el campo libre”.

El legado de The Strokes está asegurado. Cuando empezaron, su presencia coincidió con un apetito desmedido por rock de nuevo cuño, y grupos como ellos mismos, The White Stripes, The Hives,  The Vines o Jet encontraron el terreno abonado y una gran demanda. Sin embargo, el grupo aún pretende conseguir la clase de ventas que su influencia parece garantizarles, algo similar a lo que les sucedía a sus vecinos Ramones.

De ahí las nuevas compañías y el nuevo sonido, más del agrado del público norteamericano, supuestamente. Is This It, su debut, apareció en aquella situación favorable, aunque su continuación, Room On Fire, no tuvo la misma repercusión. Aun así, Moretti aclara que The Strokes sintieron poca presión de su discográfica para tener un éxito con First Impressions Of Earth. “Creo que se trata más de un tema de fechas y otro tipo de cuestiones que la presión que nos puedan meter; además, creativamente sentimos que estamos haciendo lo que queremos hacer”.

Sin duda, una de las principales diferencias con sus anteriores discos son las guitarras mucho más fuertes en temas como “Heart In A Cage” o “Vision Of Division”. “Surgió a medida que evolucionábamos como grupo”, explica. “En el trabajo en común en el estudio fueron saliendo nuevas partes que nos gustaban, nuevas melodías, nuevas estructuras”.

Ahí radica uno de los puntos más fuertes del grupo: su convicción de la importancia de los ensayos. Hay que tener en cuenta que una de las críticas habituales al grupo es que, siendo hijos de familias adineradas, no estaban preparados para el trabajo duro y demostrar que eran un buen grupo de directo. Sin embargo, está claro que estos comentarios no provenían de quien los había visto en directo, ya que su fuerte en el escenario viene de sus continuos ensayos. No cantan sobre ser pobres, sino sobre chicas, tener miedo, sentirse solos y encontrarse ante un futuro incierto.

Otros elementos nuevos sorprenden en su tercer álbum, como el uso de ecos o instrumentos como el melotrón en canciones como “Ask Me Anything”. “De hecho no se tratan de decisiones premeditadas, sino que vimos que encajaban perfectamente a la hora de grabar. Nunca hemos hecho algo así pensando que queríamos que sonara como otra cosa, sino que primero tenemos las canciones y, después, vemos cuál es la mejor manera de grabarlas”.

Además, por primera vez parece haber un elemento político en una de sus canciones, “I’ve Got Nothing To Say”, en la que el título (“No tengo nada que decir”) se repite incansablemente. “Tiene gracia y me alegra que hagas esa referencia. Creo que describe perfectamente la falta de comunicación, o cómo ser capaz de decir cosas hermosas pero no ser capaz de hacerlo en determinados momentos de tu vida”. Veremos si consiguen las no tan veladas intenciones de su tercer disco y se sienten, al fin, capaces de decir lo que les venga en gana. 

Xavier Valiño

 

 

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