The Doors en Sniffen Court

Geo Rock: The Doors en Sniffen Court

 

 

Tras su debut, y preocupado porque se le empezase a considerar un símbolo sexual, Jim Morrison exigió no aparecer en la portada de su segundo disco, que sería editado solo ocho meses después. Para ello sugirió aparecer los cuatro componentes del grupo en una gran habitación rodeados de 100 perros,  colocar solo una planta en la carátula o incluir algo surrealista, ya que en aquel momento les interesaba mucho la obra de Dalí. De ahí la propuesta fue derivando a hacer algo en la ciudad de Nueva York, como si esos ‘días extraños’ de su título estuvieran llegando a la ciudad. Para ello pensaron en una troupe de circo al estilo de El séptimo sello de Ingmar Bergman o las películas de Federico Fellini, en la que aparecieran personajes de rasgos muy acusados, como La Strada.

 

Para empezar, fueron reclutando a distintos personajes curiosos que iban encontrando y conociendo: un hombre que encontraron en un taxi y que hace de trompetista aunque no era músico; dos acróbatas que se presentaban como profesionales pero que no eran capaces de demostrar ninguna habilidad; un ayudante del fotógrafo que maquillaron como malabarista; un fortachón bigotudo que sí había trabajado en un circo pero que conocían por ser el portero en un local clásico de la Gran Manzana, The Friars Club; unos enanos gemelos que solían trabajar como elfos de Santa Claus; y, como modelo en la contraportada, la estilista de la mujer del fotógrafo, de nombre Zazel Wild, la única persona ‘seminormal’ de aquella sesión.

 

La fotografía con todos ellos se hizo en un callejón-patio privado de Nueva York, Sniffen Court, nombre que honra al supuesto arquitecto que lo diseñó, John Sniffen, del que no se tienen más referencias. El lugar se encuentra en el número 150-158 de la Calle 36 Este, entre la Tercera Avenida y la Avenida Lexington, en el distrito de Murray Hill de la Isla de Manhattan. Su construcción data de 1860 y su función original fue servir como establos. Cincuenta años después se convirtió en un complejo de viviendas residenciales.

 

Una sesión de fotos como esta en un lugar público requería un permiso del Ayuntamiento, pero el fotógrafo decidió correr el riesgo y no lo solicitó. A cambio, pagó a los residentes 400 euros de entonces por las molestias ocasionadas. Según sus propias declaraciones, es más de lo que cobraron entre todos los que participaron en aquel trabajo. En aquella mañana de 1967, a nadie se le ocurrió que pasaría a formar parte de la historia del rock. Hoy en día, Sniffen Court es un lugar prominente y destacado para el turismo de la ciudad de Nueva York.

 

 

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