THE CITY LIGHTS 2008

The City Lights, un nuevo mundo en el viejo mundo

 

Es hora de pegarte unas alas a la espalda y apuntar hacia el sol con el nuevo disco de The City Lights, El Sol. La continuación a su debut Escape From Tomorrow Today es más grande, brillante y cálido que su predecesor, y viene de parte de la pandilla de rockeros más serios de Australia, que presume además de que sus miembros tocan también en algunas de las mejores bandas de las antípodas.

 

Para esta ocasión, acompañan a James y Harry Roden y Danny Allen (Youth Group), Bruno Brayovic (Peabody), Kit Warhurst (Rocket Science) y Graeme Trewin (ex Peabody). Es un colectivo de rock sin igual y, todavía mejor, es un grupo de amigos que están locos por la música y que son buenos músicos.

 

 “Bruno es un guitarrista increíblemente bueno”, asegura James. “Danny no es un guitarrista académico, pero tiene un gusto fantástico y, puesto que no es un guitarrista, tiene un enfoque único hacia el instrumento. Además, hay que reconocer que Harry es el mejor bajista de este país aunque nadie se haya dado cuenta todavía. Escucha sus líneas de bajo. Es tan bueno como El Buey (John Entwistle, RIP) de The Who y nadie dice nada al respecto. Kit está en una liga distinta al resto de baterías. Y Graeme es una auténtica máquina a los tambores”.

 

James, que formó la banda junto a su hermano Harry en 2002, dice que a pesar de su ingente talento colectivo, The City Lights es un colectivo sin egos competitivos, con cada miembro jugando un papel fundamental dentro del grupo. “Yo crecí idolatrando a grupos que eran una pandilla, no a los que tenían un líder con figurantes tras él o incluso un montón de figurantes intentando ser el líder”.

 

Así, como una pandilla de seis miembros, The City Lights se metieron en un estudio para grabar El Sol, un disco influenciado por su reciente gira española acompañando la publicación de su anterior Escape From Tomorrow Today que ayudó a la banda a “ver un nuevo mundo en el viejo mundo”. El disco se grabó en 10 días en los estudios Big Jesus Burger de Sydney, en cinta en vez de en Pro-Tools y con una colección de invitados dejándose caer para añadir los instrumentos extra como el órgano, el piano y los vientos.

 

A los controles estuvo David 'Trumpy' Trump (The Church, Big Heavy Stuff, Peabody, Bluebottle Kiss) junto con el ingeniero Simon Berckelman, al que obligaron a llevar una bata de laboratorio durante la grabación. ¿Por qué? “Pues porque ellos son científicos de la música”, dice James. “Son ingenieros. La gente olvida este dato. No son miembros del grupo y no son nuestros amigos. Están aquí para trabajar. La bata añade un aire de profesionalidad. Pero, sobre todo, era algo divertido y que quedaba muy bien”.

 

Disfrutar el tiempo en el estudio era fundamental para el éxito de la grabación, y de alguna forma es un reflejo del tour por España que ha salpicado a todo el disco. “Esa gira nos cambió la vida a todos”, dice James. “Nos dio muchísima confianza. Nos obligó a meternos en una furgoneta durante un tiempo largo, y eso no tiene precio a la hora de conjuntar a la banda, tanto personal como musicalmente”.

 

“Nos encantó España”, continúa. “Los bares son fantásticos, la actitud hacia la vida y el rock también: lo adoran y su entusiasmo es contagioso”. El título del disco es una de las referencias obvias hacia España, sobre todo hacía una sala mítica donde el grupo tocó en Madrid y que James recuerda con cariño… o que por lo menos intenta recordar. “Allí hicimos un concierto brillante, hasta el punto de que me tuvieron que llevar al hotel por pasarme con el uso medicinal para la garganta del whiskey”.

 

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