TELÉFONO ROJO

Teléfono Rojo, ser no es la cuestión

 

 

Teléfono Rojo acaban de editar hace poco su primer álbum, El hombre del tiempo, con la discográfica Flor y Nata. El proyecto, nacido como una nueva aventura musical de Pelayo Fernández, tras varios anteriores que no habían salido adelante, cobró vida en escasos dos meses en A Mariña, comarca costera del Norte de Lugo. A partir de ahí, se conformó un grupo para directo con cuatro componentes. Pelayo nos explica su curiosa gestación.

 

La primera cuestión está clara. ¿Es Teléfono Rojo un proyecto personal de Pelayo Fernández?

– Sí y no. Teléfono Rojo como proyecto musical sí que es algo personal. Sin embargo, Teléfono Rojo en directo es un grupo formado por cuatro personas, en el que cada uno de nosotros es el 25% de lo que ocurre en el escenario.

 

¿Se puede decir que en este caso primero fue el disco y luego nació el grupo?

– Sí. De hecho, Teléfono Rojo nació con el único fin de grabar mis canciones y compartirlas con la gente. Cuando surgió la oportunidad de dar conciertos y presentar el disco fue cuando necesité formar una banda para directo. Sabía que la primera persona con la que contaría sería Iván Vale (bajista y corista). Por una parte, porque había colaborado en el disco haciendo voces y cediendo una canción. Por otra parte, porque siempre hicimos música juntos y es una bendición hacer cualquier cosa él, pone mucha ilusión en todo lo que hace (en eso nos parecemos mucho) y es mucho mejor músico que yo. Más tarde se incorporó Bruno Álvarez, aportando otra guitarra, y, por último, Borja Díaz a la percusión. Para mí son las tres mejores personas posibles con las que compartir este proyecto. El compromiso y la ilusión que ponen en cada cosa que hacemos es insuperable. En breve cerraremos el círculo sumando un teclista que también haga voces. Seremos cinco, y ojalá que por muchos años y muchos discos.

 

¿Cómo colabora el resto de la banda, Iván, Bruno y Borja, a la hora de darle forma a las canciones?

– Iván juega un papel principal en cuanto a las armonías de las voces y, en general, consulto con él muchos aspectos de las canciones. En cuanto a la ejecución de los temas, la grabación de los videoclips y la puesta en escena, los cuatro aportamos ideas constantemente.

 

¿Es cierto que se puso todo en marcha en muy poco tiempo?

– En dos meses, sí, je, je, que fueron una locura. Por aquel entonces sólo éramos tres: Iván, Bruno y yo. Ensayamos lo que no está escrito y disfrutamos los conciertos de una manera muy especial. Estábamos verdes, con mayúsculas, pero defendimos la papeleta con dignidad: los directos fueron muy divertidos y hubo mucha conexión con el público. Ahora ensayamos juntos tres veces por semana y practicamos de manera individual todos los días para dar un salto de calidad en los directos.

 

¿Estaba claro el sonido desde el principio o se fue gestando poco a poco?

– A veces, entre el boceto mental y el resultado hay grandes diferencias, pero no es el caso aquí. La verdad es que el disco se parece mucho a la idea inicial.

 

¿Por qué crees que sale adelante Teléfono Rojo y no tus anteriores proyectos de bastantes años?

– Realmente es la primera vez que decido afrontar un proyecto musical personal. Supongo que el cambio de concepto sirvió de revulsivo y el reto supuso una gran dosis de ilusión. No depender de nadie cuando haces algo es complejo, pero te da una autonomía que yo personalmente valoro positivamente. Con otros proyectos de los que formé parte sufrimos una innumerable lista de contratiempos en los que no merece la pena pararse. Con este disco tuve que aprender a grabar, tocar el bajo, componer la batería, cantar, mezclar, producir, masterizar… Era la primera vez que hacía todo, menos componer y tocar la guitarra. Estuve seis meses dedicado casi en exclusiva a grabar este álbum, así que se podría decir que la clave estuvo en la constancia y la ilusión por lo que tenía entre manos.

 

¿Qué tiene que ver vuestro nombre con la película de Kubrick?

– Todo. La película habla de evitar guerras comunicándose a través de una línea de emergencia representada por un teléfono rojo. No recuerdo haberme sentido tan identificado con un concepto como cuando vi esa peli. La idea de tomarse la vida en serio usando el humor como herramienta de comunicación es algo que nos caracteriza desde siempre.

 


 

¿Cómo surge el contacto con una discográfica convencional cuando creo que pensabas poner el disco para descarga directa?

– Lo cierto es que lo mandé a un par de discográficas con la intención de evaluar el interés que podía despertar el disco en las personas que se dedican a publicar música. Una vez que se interesaron por publicar y promocionar el disco, la descarga directa ya no tenía sentido. Es emocionante ver cómo las canciones llegan más allá de nuestros amigos, conocidos, familia y vecinos.

 

¿Cómo se hizo la portada? Es un diseño vuestro, ¿no? ¿Por qué las casetes?

– Sí, efectivamente. Este disco tiene un sonido retro con influencias de la música de los 60 y 80. Dicho esto, es sencillo suponer el porqué de esa estética. El diseño, efectivamente, es propio.

 

¿En qué artistas coincidís todos y en cuáles no? ¿Pueden ser Airbag o Los Flechazos algunos de ellos?

– Pues todos tenemos un abanico de gustos muy personal. Sería difícil precisar los lugares comunes de los cuatro. Quizás la característica común a todos es que no tenemos prejuicios contra ningún estilo musical: reconocemos buenas canciones en infinidad de grupos e infinidad de estilos. A Airbag y Los Flechazos los escuchábamos más antes que ahora, pero también nos parecen grupos muy interesantes. A título personal, sigo a cientos de grupos pero no soy fan incondicional de ninguno. Las 1.000 canciones que más me gustan probablemente corresponden a más de 800 grupos, para que te hagas una idea…

 

¿Son este tipo de canciones vitalistas, directas, sin complicaciones, como las vuestras, las más adecuadas para tiempos turbulentos como estos? Pienso en “Ser no es la cuestión”, por ejemplo.

– No sabría qué responder a eso. Cuando hago una canción intento que me guste lo máximo posible. Si lo consigue, me parece buena. Jamás me preocupo por ajustarme a ningún estereotipo, sonido, estilo o corriente concreta. “Ser no es la cuestión” nace de la necesidad de compartir mis propias obsesiones por saber los porqués que me rodean desde que nací. Con la canción trato de ofrecer un pequeño bálsamo para quien recorra un camino similar.

 

Me gusta especialmente “Arquitecto de ideas”. ¿Podría ser, por su letra, un buen resumen de la filosofía del grupo y de lo que pretendéis?

– Sin duda. Si algo tenemos en común es la falta de prejuicios hacia ninguna corriente de expresión musical. A lo largo de la semana escuchamos discos de jazz, pop, power-pop, folk-rock, psicodelia, rock, punk-rock, música clásica, grunge… En castellano, en inglés, en francés… Nos gusta la música por encima de los gremios que la conforman y nos da pena ver los prejuicios que existen entre diferentes estilos. Me paso el día intentando encontrar “buenas canciones” para escuchar. El estilo al que pertenecen me importa cero. Cuando compongo, me sucede lo mismo. El siguiente disco tendrá influencias de todos los estilos y no será un disco de pop. Será un disco que incluirá las mejores canciones que haya compuesto en este año y medio.

 

Hablando del futuro segundo disco. ¿Qué nos vamos a encontrar en él?

– El siguiente disco representará un salto evolutivo muy importante con respecto a este primer LP. Perderemos el sonido juvenil, habrá mucha más variedad en cuanto a estilo y, sobre todo, las canciones serán más complejas, elaboradas y profundas. El cambio será muy grande.

 

¿Se puede construir una carrera desde A Mariña lucense u os iría mejor viviendo en otro lado?

– De momento, ser de A Mariña es más una ayuda que un hándicap. Hemos recibido mucho apoyo, empezando por la gente y acabando por los medios de comunicación. No sabemos cómo serían las cosas siendo de otro sitio, pero estamos muy contentos y orgullosos de donde somos. Creemos que hay muy pocas cosas en la vida que no se puedan conseguir con constancia, ilusión y mucho trabajo; ninguna de esas cosas tiene nada que ver con el sitio de procedencia. Esperamos no ser una excepción a esa máxima y sería maravilloso abrirle el camino a otros grupos.

 

Por último, ¿cuál ha sido la mejor anécdota de este tiempo en el mundo de la música?

– Una vez tenía una intervención pactada en un programa de radio. El caso es que me puse enfermo y no pude atenderlo. Como el programa tenía que cubrir esos 10 minutos, una persona, no voy a decir quién, se hizo pasar por mí para no dejarlos tirados…

 

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